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Preparaciones

Unos días más tarde, toca ir a visitar de nuevo a mis mamás. A disfrutar de sus cuerpos cada vez un poquito más redondeados. Muy poco todavía. De sus pechos que van creciendo poco a poco. Se los nota más "llenos". De su pasión tras una semana de espera. Aunque Guo Xua parece algo preocupada.

–¿Estará bien?

–¿Por qué no?– me extraño un poco.

–Bueno. Cuando una mujer está embarazada, se deja de tener sexo. Es lo que nos han enseñado– expone un tanto vacilante.

–Ellos se lo pierden– sentencio.

Son preciosas. Incluso con sus barrigas que todavía están en las primeras fases. Lo seguirán siendo cuando crezcan más. No veo motivo para no seguir follándolas. Todo lo contrario. Puedo ayudarlas con cualquier problema. Asegurarme de que estén bien.

Hong comentó que era habitual entre las clases ricas no tener más sexo. Sobre todo los que tienen más concubinas. Pero otros lo siguen haciendo por un tiempo.

–¿No será malo para el niño?– duda.

–Por ahora no. Si lo es, seré el primero en dejarlo. No os pondré en peligro ni a vosotras ni a los niños– les aseguro con confianza.

–¿Estás seguro?

–Totalmente– confirmo.

–Bueno. Si tú lo dices– se aprieta a mí.

La abrazo. Miro a Lin Tao.

–¿Y tú?– le pregunto.

–Lo que mi esposo diga– responde roja.

Es la primera vez que me llama esposo. Vaya. No suena mal. Le dije que no hacía falta que me llamara Amo. Preguntó si podía usar "esposo".

–Pero después de dar a luz, sí que tenemos que parar. Tardaré un tiempo en poder recuperarme. Mi vagina…– pide, acabando en un murmullo.

–¿Y no podemos seguir utilizando el otro agujero?– propone Lin Tao como si nada.

–El otro…– murmura Guo Xua, avergonzada, quizás pensativa.

–Aún falta para eso. Te prometo que no haremos nada que no queráis, o que os pueda hacer daño– le aseguro una vez más.

–Vale– acepta finalmente.

Se pone sobre mí. Me besa. Me abraza. Emite un gritito cuando rodamos. Quedándose debajo. Abre las piernas para dejarme acomodarme. Para que la penetre cuando vuelve a estar mojada. Para que la lleve al orgasmo hasta cinco veces.

Por supuesto, compruebo que los meridianos abiertos la semana pasada estén bien. Que no haya problemas alrededor del niño. Ni de circulación de qi. He oído que algunas veces los embarazos pueden trastocarla. Y Hong también me ha hablado de ello. En casos graves, podría poner en peligro al niño o a la madre. Un meridiano obstruido puede ser peligroso.

Por eso, lo reviso en cada visita. En las dos. Sobre todo, en los meridianos que están conectados a los futuros niños. Los que les proporcionan qi.

Antes he notado que uno de Lin Tao se doblaba un poco. No sé si era temporal o un futuro problema. Me he asegurado de resolverlo. Seguiré vigilándolas. Y disfrutando de ellas. Absorbiendo gran parte de su yin.

—————

Al día siguiente, Wan está llorando. ¿Qué ha pasado? Las gemelas han recogido una carta de sus padres. En cuando las he llevado dentro, han ido a verla. Le han dado algo. No estaba muy atento en ese momento. Cuando he vuelto a mirar, estaba llorando. Me apresuro a volver.

Llamo a Yi. Yu está ocupada consolándola.

–¿Qué le pasa a Wan?– le pregunto preocupado.

–¡Eeh! Kong…– se sorprende Yi por la repentina llamada, para luego sonreír –. Está bien. Lo que pasa es que Wan'er se emociona enseguida. En la carta de papá y mamá, había otra de la tía, la mamá de Wan. En resumen, decía en clave que se alegraba de que estuviera bien. Y unas cuantas palabras tiernas y cariñosas. Se ha puesto a llorar a mitad. Es una llorona.

Critica a su prima. Aunque su sonrisa desmiente sus palabras. Hay ternura en ella. La abrazo y la beso.

–Ah… Pervertido– me acusa.

Aunque no esquiva mis besos. Ni mis manos, que la acarician sobre su ropa.

–No tengo muchas oportunidades de abrazarte vestida– le sonrío, queriendo ser ardiente.

–Pervertido– repite, besándome otra vez.

Claro que todo tiene consecuencias. Por mucho que no sean necesariamente malas. Por la noche, todas están vestidas. No todas con ropa interior. Tengo que desnudarlas. O follarlas vestidas. Son muy eróticas. Bueno, excepto Wei. Que la han vestido también. Estaba adorable. ¿De dónde han sacado la ropa?

Será mejor que no les vuelva a dar ideas. ¿O quizás sí?

—————

–Por favor. Haremos lo que sea, pero perdónanos– suplica el "jefe".

Son los que molestaron a Yan Xiulan. Todavía se le notan algunos de los moretones. Aunque no es por eso por lo que parece estar desesperado. No sé por qué.

Me han abordado cuando he salido de copiar manuales. Parece que han descubierto quién soy y dónde encontrarme. Me dan un poco de pena. Se les ve a todos deplorables.

–¿Qué es lo que pasa? Yo no he hecho nada– aseguro.

–Lo sé, no has hecho nada. Por supuesto. Pero haz que pare. No más dolores de estómagos o ropa que pica– suplica. Evidentemente, no me cree.

Oh. Esta vez no he sido yo. ¿Quién es el culpable? Tengo una sospecha.

–De verdad que no tengo nada que ver. Pero la chica a la que molestasteis tiene otros amigos. Y puede que estén bastante enfadados. Preguntaré, pero no os aseguro nada– les prometo –. Sea como sea, más os vale no volveros a meter en problemas.

–Gracias, gracias. No lo haremos. Nunca más– asegura.

Suspiro al verlos marchar. Supongo que tendré que preguntar. Tenía que ir igualmente. Así que me acerco a cierta cabaña. Llamo.

–Si vienes a ver a Fen Huan se ha ido a abusar… digo… entrenar. Si vienes a verme a mí, soy toda tuya– me recibe Pen, sonriente.

–A ti. Tengo una pregunta. Y te traigo esto– entro, abrazándola, besándola.

–¿Una pregunta? Eso es nuevo– se ríe, mientras coge los letreros que me han hecho escribir.

–¿Has sido tú?– inquiero.

–Sea lo que sea, soy inocente– asegura, con la mano en el corazón.

Me río. No puedo dejar de admirar sus pechos cuando su mano tensa la ropa.

–El grupo de idiotas que molestaron a Xiulan'er han venido a pedirme perdón. No sé qué de una ropa que pica y dolores de estómago. ¿Sabes algo?– la acuso.

–Eh… ¿puede?– desvía la mirada, riendo traviesa.

–Tienes que ir con cuidado. Podrías tener problemas si te pillan– me preocupo.

–No sé quién me enseñó…– me saca la lengua.

No es del todo cierto. No la enseñé. Aunque sí le expliqué lo que hice con otro grupo similar. Suspiro.

–No lo alargues demasiado. Ya han recibido la lección, y es peligroso si se repite– le pido.

–No pasa nada, ya había parado. Eso les ha pasado por asustar a Xiulan'er– asegura.

–Solo no te excedas– la vuelvo a abrazar.

–Prometido– me besa ardiente –. ¿Me ayudas con el gancho?

–Claro.

Es el que usa para atar a Fen Huan. Lo tiene que volver a poner. Para volver a atarla. O para los adornos.

Se decidió que mi habitación era demasiado para Yan Xiulan. La suya tiene un mini taller, por lo que es delicada. La de Bi Lang sería un riesgo, pues su amiga va a menudo. Ye Bi vive en la facción. Así que era la mejor opción.

Lo que no sabemos es si podrá venir Ken. Lo intentará. Aunque sea un rato. Si puede conseguir que le den el trabajo adecuado.

La ayudo a poner el gancho. Levantándola. Aprovechando para comprobar si sus nalgas siguen igual de mullidas. Y añadiendo un poco de qi para ver cómo reacciona.

–Ah… Kong… Pervertido. Lástima que no podemos– se queja.

–Oh. ¿Y eso?– le pregunto. Ya estaba pensando en follarla.

–Xiulan'er vendrá en cualquier momento. Mira, ahí está– la ve llegar.

Le abre la puerta. Entra. Me mira. Se sonroja. Tengo mis manos en el culo de Pen. Las estoy ayudando.

–Ho… Hola… No sabía que estabais… Ya volveré…– se asusta.

–Ha venido a traer los carteles. Me estaba ayudando con el gancho– explica Pen, tratando de no reír –. ¿Has traído los cristales?

–Sí, aquí están– los saca, sin mirarme.

–¿Cómo funcionan?– pregunto, mientras Pen se baja de encima de mí.

Solo veo que son bonitos. Cristales semitransparentes. Como una gema tallada.

–Pon qi– tan solo explica.

Eso hago. Un poco más. Un… Oh. Empiezan a salir luces. Son bonitas. Pen apaga la lámpara de qi. Corre las cortinas. ¿Son nuevas?

–¡Son preciosas!– exclama Pen.

Quizás no da suficiente luz. Pero ha traído más.

–Impresionante. ¿Las has hecho tú? ¿Cuánto duran?– la interrogo.

–Eh… Sí. Son fáciles de hacer. Si las llenas del todo, un par de horas. Son muy sencillas. Las llenas y dejan ir el qi con luces. No tiene método de parada, pero creo que serán suficientes, ¿verdad?– pregunta un tanto inquieta.

–¡Claro! ¡Son perfectas! ¡Estoy deseando ver la cara de las demás!– Pen abraza a Yan Xiulan.

Aunque enseguida la suelta para abrir a Bi Lang. Parece cansada.

–Ah… Me he tenido que levantar pronto… Que suerte tiene Liu'er de seguir durmiendo. Oh. Es precioso. ¿Lo has traído tú? ¡Kong! ¡Hola!

Nos abraza a todos. A mí, incluye beso. Pobrecilla. Solo ha podido dormir al menos diez horas… Qué pena me da… Aunque es preciosa. Y muy cariñosa. Tanto, que Yan Xiulan vuelve a enrojecer.

Nos hace probar todos los cristales. Y colgarlos en diferentes sitios. Tengo que reconocer que el resultado final es bueno. Y verla subirse por todos lados muy sensual.

Así como divertida la cara de sorpresa de Fen Huan cuando llega. No se lo esperaba en absoluto.

—————

Me reúno estos días con las chicas más de lo habitual. Para preparar el cumpleaños. Sin demasiado sexo. Bi Lang se siente culpable si no está su amiga. Además de que Ye Bi o Yan Xiulan están a menudo.

No hay sexo pero es divertido. Estar y reír con ellas. Conspirar a espaldas de Bei Liu. A la que voy a ver de vez en cuando. Me da un poco de pena decirle que estoy ocupado para su cumpleaños. No me ha dicho que era su cumpleaños de todas formas. No quiere presionarme. Es un encanto. Espero que nos perdone.

Ahora, no obstante, estoy entrando en la tienda de Guo Xua por el lateral. Me recibe Lin Tao. No es habitual, pero tampoco raro.

–La señora está ocupada. Ahora vendrá. Me ha dicho que te entretenga mientras– me informa sugerente.

–¿Y cómo vas a entretenerme?– pregunto, intentando parecer inocente.

–Puedes hacer conmigo lo que quieras– se ofrece, excitada.

Así que la follo sobre el mostrador. Penetrándola desde atrás. Ella inclina su cuerpo sobre la madera. Sus pies en el suelo. Me asegura de que no le molesta la barriga. No noto ningún problema. Aparte de sus gemidos de placer. Mientras la disfruto. Mientras empujo sus nalgas cuando entro hasta el fondo. Haciéndolas ondular. Cogiéndola de sus brazos. Atados por detrás. Indefensa. Entregada.

–¿Ya habéis acabado? Ya está listo. Tiene que comerse caliente– aparece Guo Xua.

Va desnuda. Solo con un delantal. Preciosa. Trae un par de bandejas. Vasos y bebida. Todo sobre el mostrador.

–Abre la boca– me pide sensualmente.

Me da de comer mientras manoseo sus nalgas. Son unos bollos salados. Muy tiernos. Rellenos de carne con algún tipo de salsa. Realmente está bueno. Aunque es difícil comer sin mancharme. Ella se ríe. Y me limpia eróticamente con la lengua. Mirándome con lujuria cuando lo hace.

La acabo follando igual que a Lin Tao. Aunque sin atarla. Y sin quitarle el delantal.

Ha querido preparar esa comida para mí. Se enfada un poco con Lin Tao cuando esta revela que lleva tres semanas pidiendo los ingredientes. Avergonzada. Es servicial. Dulce. La verdad, no entiendo a su marido y esa familia. Bueno, su exmarido. Ahora es mía. Las dos. Me da igual lo que digan los papeles.

Ha hecho incluso de más. No sabe cómo, pero sí que puedo mantenerlos calientes. Así que me llevo unos cuantos. Se los dejaré probar a las chicas. Por si acaso, le he preguntado como se hacían. Llevan más trabajo del que creía. Se han pasado horas para hacérmelos. Las dos han colaborado. Para mí. Ellas apenas han comido un poco.

No puedo sino besarlas más. Follarlas a las dos hasta la extenuación. Besando, acariciando, lamiendo o mordiendo cada rincón de sus cuerpos. Desde sus pezones hasta sus clítoris. Desde sus orejas hasta sus tobillos.

Por supuesto, también penetrándolas sin parar. A las dos la vez. A una, con mi pene. A la otra, con los dedos. Alternando. Jugando a llevarlas al orgasmo a la vez.

Solo cuando no pueden más, las dejo descansar. Las dos tumbadas sobre el mostrador.

–Aaah. No más, piedad. Aaahh– bromea Guo Xua.

–Aaah. Esposo es el mejor. Aaaah– me alaba Lin Tao.

Las llevo delicadamente hasta la cama. Las beso para despedirme de ellas.

Vine para vender leche y comprar carne. Y he acabado quedándome con las dos. No me arrepiento. Ha sido un regalo inesperado.

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