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Recuerdos

Cabe decir que se han reído bastante con el interrogatorio. Incluso me han felicitado. Y también se han cuidado de decir que no me acostumbre. Entre risas y besos. Algún pellizco y cosquillas.

Ellas también han sufrido los interrogatorios. Muchas veces peor que yo. Sin duda, están en nuestra lista. Si algún día hay una oportunidad de vengarse, no seré yo quien mire hacia otro lado.

Por otra parte, hemos conseguido que nos expliquen lo que pasó ayer, en la tienda. Cuando se pelearon con una clienta. Se han hecho de rogar.

–La muy estúpida dijo que le diéramos una tela verde claro. ¡Ya la habíamos elegido! Cuando nos negamos, insistió diciendo que era de la familia Guo. La concubina preferida. Que más nos valía dársela, o tendría consecuencias– explica Liang.

–Liang preguntó entonces: "¿Quién?"– interviene Shi –Ja, ja. Fue muy bueno la cara que puso esa presumida.

–De verdad no lo sabía…– murmura Liang, ligeramente avergonzada.

–––Ja, ja, ja––– nos reímos todos.

–¡No seáis así!– se queja ella, un poco más roja.

No hemos podemos evitarlo. Resulta gracioso. Y está adorable enrojecida.

Shun la anima entre risas. Está en la etapa tres desde hace pocos días. Wei está aceptando bien el nuevo nivel. Por si acaso, guardamos algo de leche de los anteriores.

–Viendo la cara de esa Guo concubina, decidimos seguir el juego– explica Shi con una sonrisa traviesa.

–Shi empezó con: "Ni idea. No debe de ser muy importante. Alguna puta presuntuosa"– sigue Liang.

–Ja, ja. Bueno, quizás me pasé un poco– reconoce, no obstante orgullosa –. Pero se lo merecía. Aunque Liang se pasó más. Dijo: "¿Y quién pagaría por una puta tan fea? Mira como se tiene que pintar… Será solo alguna idiota rica."

–Se puso pálida. A su asistente le costó no reír– ríe Liang.

Todos la miramos. No lo esperábamos de ella.

–¡No me miréis así! ¡No se me ocurrió nada más! ¡Estaba improvisando!– protesta, aunque riendo.

Nos volvemos a reír. Nos ha sorprendido un poco. Suele ser tan dulce y atenta, que nos ha pillado por sorpresa.

–Bien hecho– la consuela Song, entre risas.

–Lo mejor fue Shi después. La dependienta tuvo que aguantarse la risa– continúa Liang. Se está divirtiendo.

–Je, je. Se puso furiosa– se vanagloria Shi.

–Oh, vamos, no os hagáis de rogar y explicadlo de una vez– le tira un cojín Song a Liang.

Esta lo esquiva y da a Yi. No lo suelta. Apuesto que se lo tirará más tarde. Cuando menos lo espere.

–La Concuguo nos amenazó entonces: "Me la vais a pagar…". Shi le contestó… Ja, ja… Es muy bueno… Dilo tú– le pide a Shi.

–No es tan bueno… Aunque en el momento se quedó con la palabra en la boca– sonríe esta.

–O lo cuentas o no te la paso– amenaza Song.

Tiene a Wei en el regazo. Sube y baja las piernas. La niña ríe.

–Vale, vale. Solo le dije: "No. A quien vamos a pagar es a ella, por la tela".

Nos quedamos mirando. No tiene mucha gracia.

–Bueno… En el momento de tensión tuvo gracia. Ahora parece un poco… tonto…– se defiende Shi.

–Si hubierais visto su cara…– la defiende Liang, que está acariciando suavemente a Terror. Rayitas está entre las gemelas.

–Yo la vi salir. Estaba furiosa. Dijo algo de daros una lección– les explico.

–¡Qué se atreva! ¡Será mejor que no me la encuentre!– amenaza Shi. Está un poco excitada.

–Si es de la familia Guo, ¿no tendrá nada que ver con Guo Hai?– pregunta Song.

–Puede. Mañana le pregunto– les prometo.

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Después de comer me toca seguir practicando. Shi y Song se quedan un rato. Observándome. En teoría para ayudarme. Para corregir algún error que puedan ver.

–Es un poco torpe, pero lo irá consiguiendo a base de práctica– me critica Song.

–¡Qué se le va a hacer! Solo piensa en sexo. Es difícil para él cualquier otra cosa– la apoya Shi.

–Se supone que ibais a ayudarme…– me detengo y me quejo.

Ellas se ríen. Me abrazan. Me besan. Con sus cuerpos desnudos ¿Cómo quieren que no piense en sexo?

–Sigue así. Pero puedes sacar el qi antes y más despacio– me susurra Shi.

–Estás un poco tenso con el movimiento. Relájate. Déjate llevar un poco más– me aconseja Song.

Reticentemente, las dejo ir. Las devuelvo a la Residencia. Suspiro y sigo practicando. Aún con su aroma flotando.

Lo que más me molesta es que tienen razón. Resulta más fácil si hago caso a Shi. Y si me dejo llevar. El problema es que, aunque no lo reconozca, lo sabrán. Bueno, no es realmente un problema. Solo imaginarme su sonrisa resulta maravilloso. No sé si son mejores que yo o se ve mejor desde fuera. O las dos cosas.

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Llamo a Hai para recuperar qi. Y para preguntarle. Se lo explico mientras la hago cabalgarme. Le describo a la supuesta concubina. Sus pechos ligeramente aumentados me quedaron bien. Son realmente sugerentes.

–¡¡Aaaahh!! Esa bruja se lo merece… ¡¡¡HHHhaaaahhhHHH!!! Me gustaría haberlo visto ¡¡Aaaahh!! Es la concubina que ha conspirado contra mamá… ¡¡AaaaaahhhhHH!! Y contra mí. Ella me quería fuera y presionó para que me prometieran ¡¡¡HHHAAAaaaaahhhHH!!! Yo quería ir a la secta pero… ¡¡¡Aaaaaaaahhh!!! Por suerte Amo me encontró… ¡¡¡¡AAAAAAAAAAaaaaaaahhhhhhHHH!!!!

Ya veo. Al menos ahora sé cómo es. Me pregunto si es la culpable también del veneno. Al menos, Wan supuso que lo era cuando le describí los síntomas.

No es muy agresivo. Se pega en los meridianos. Obstruyéndolos un poco. Al principio creía que era efecto de las píldoras de baja calidad. Luego descubrí que volvía a aparecer un poco en Guo Xua. Me aseguró que no había tomado más píldoras. También lo tenía Guo Hai.

Me es fácil quitarlo. Lo acumulado cuesta un poco más. Lo nuevo apenas un momento. Como es poco a poco, es difícil darse cuenta qué está afectando.

La hago correrse. Se cae sobre mí. Su sensual cuerpo apretado a mí. Es difícil no notar la presión de sus dos suaves montículos.

–Escucha atentamente. Creo que a tu madre y a ti os ponían algo. A tu madre aún lo hacen. Algún tipo de veneno que hace que vuestra cultivación se vaya degradando. Probablemente en algo que toméis todos los días. Quiero que pienses qué puede ser. Mañana me lo dices– le explico.

Se incorpora aún jadeando. Me mira con los ojos muy abiertos. Incrédula. Yo asiento, confirmándolo.

–¡Seguro que ha sido… esa bruja…!– exclama indignada – Pero, ¿cómo? 

–Piénsalo.

Ella asiente. Está totalmente en shock.

–¡Ay!– grita cuando la pellizco.

–No te preocupes. Lo arreglaremos de una forma u otra– le aseguro.

Ella es muy obediente. Su madre muy pasional. Entregada. Veré que puedo hacer.

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Un consolador penetra su culo. Yo me introduzco en el interior de su vagina hasta el fondo. Todos sus carnes tiemblan. Sus enormes pechos lo que más. Wan gime sin parar.

Me ha dicho que quizás podría descubrir el veneno si le enseño la comida o bebida. Tendremos que intentarlo.

La acabo de llevar a su cuarto orgasmo. Se queda tumbada, inmóvil. Solo su pecho sube y baja cuando respira.

–Aaaah… Tan intenso…– murmura.

La devuelvo a su cama. No tarda en cerrar los ojos. Era la última antes de Liang. Se queda esta noche conmigo.

Me sonríe cuando la llamo. Es refrescante verla así. Como me devuelve mi abrazo. Colgándose de mi cuello. Besándome. Sus piernas me rodean. Sus caderas bajan hasta que es penetrada. Luego se mueve poco a poco. Mientras la sujeto de las nalgas.

Yo estoy de pie. Ella abrazada a mí. Sin tocar el suelo. Moviéndose poco a poco. No dejando mis labios ni por un momento.

Sus manos acarician dulcemente mi pelo. Las mías se recrean en sus suaves nalgas. Sus pequeños pechos se aprietan contra mí. Noto sus pezones erectos rozándome cuando se mueve.

Cada vez que baja, su vagina me envuelve de placer. No soy el único. Puedo notar como ella se estremece. Como su lengua se detiene un instante. Para seguir atacando. O defendiéndose.

Estoy un buen rato disfrutando de su interior. Del contacto cálido de nuestros cuerpos. De su movimiento suave y sensual. Del lento y suave placer que nos lleva a los dos a un largo y delicioso orgasmo.

No la suelto. La llevo delicadamente a la cama. Mientras ella me mira con sus preciosos ojos marrones. Sin soltar mi cuello. Ni cuando la dejo en la cama. Me obliga a acercarme a ella. A dejar que me bese otra vez.

No puedo evitar acariciarla. Coger sus pezones marrones con los dedos. Añadir qi. Ella se estremece. Es tremendamente erótica. Noto que mi miembro vuelve a crecer. Excitado por ella.

–Ahh… Eres muy injusto… se queja.

Quiero preguntar por qué. Pero no me deja. Me vuelve a besar. Abre las piernas para recibirme otra vez. Para que la vuelva a penetrar. Para que nuestros cuerpos vuelvan a entrelazarse.

–Hazme tuya otra vez. Aaah… Más fuerte– me pide.

Me veo obligado a obedecerla. Incapaz de negarme. Acelero sin dejar de mirarla. Esperando que me diga que me frene con sus ojos. Tarda un rato.

Acabamos follando salvajemente. Bombeo su cuerpo sin parar. Puedo ver como entro y salgo de ella. Como su pelo negro se extiendo sobre la cama. Poco a poco, va creciendo. Recuperándose de su sacrificio para mi peluca.

Sus pies se apoyan en mi pecho. A veces los mueve para acariciarme. La mayoría del tiempo solo puede gemir. Sobrepasada por el placer. Sus gritos llenan la habitación a cada orgasmo. Mi nombre lo grita sin parar. También yo la llamo por el suyo. Contemplando su cuerpo desnudo mientras lo hago mío de nuevo.

Finalmente la lleno otra vez. A la vez que ella me estruja por dentro. Sumando su placer al mío. Me dejo caer suavemente sobre ella. Mis labios sobre los suyos.

—————

–¿Por qué decías que soy injusto?– le pregunto.

Ella me sonríe. Me golpea suavemente la nariz con el dedo.

–La primera vez que hablamos, fue cuando me diste un poco del ungüento. Para curar unas heridas. Fue una de las primeras veces que alguien me había tratado con amabilidad. Aquel día, tuve envidia de Shi. Aunque se me pasó rápido. La envidia no es algo que los esclavos puedan permitirse– habla con nostalgia.

Me la quedo mirando. En lugar de contestar mi pregunta, me está hablando del pasado. No sé por qué, pero no puedo dejar de escucharla.

–Song fue mi primera amiga. Gracias a ella y algunas otras, el infierno no era tan insoportable. Sabes, te maldije un poco cuando te la llevaste a tu habitación. Me sentía un poco más sola. Aunque solo un poco, ja, ja. En secreto, te miraba a lo lejos– me confiesa.

Acaricio su pelo mientras la escucho.

–La primera vez que tuvimos sexo, estaba muy nerviosa por dentro. No me atrevía a resistirme ni a tomar la iniciativa. Quería hacerlo, y temía hacerlo. Tenía miedo de que no te gustara. Miedo de las muchas experiencias horribles anteriores. Pero fue tan increíble… Cada día esperaba que aparecieras de nuevo. Cuando lo hacías, era el cielo– sigue explicando en un murmullo.

–Lo recuerdo. En el bosque. Me invitaste a volver

–Je, je. Es todo a lo que me atreví. Cuando Song me invitó, casi no podía con la alegría. Aunque también tenía miedo. Miedo de no ser suficiente. Pero me aceptaste. Fueron los días más felices que tuve hasta entonces. Era más fácil soportar el infierno cuando sabía que tú y Song me esperabais por la noche– dice con una sonrisa –. Luego murió Song. O eso creí.

–Lo siento…

Ella niega con la cabeza. Me da un suave beso en la frente.

–Hiciste lo que debías. No podías contármelo. Pero fue duro. Solo tú me hacías seguir adelante. La eché muchísimo de menos, pero al menos estabas tú. Por eso, cuando me eligieron para la expedición y tú te ofreciste voluntario, me sentí furiosa y agradecida a la vez. Furiosa contigo por arriesgarte sin motivo. Agradecida, porque lo hicieras por mí. Me aterraba la posibilidad de perderte. Mucho más que morir yo. Sin ti, era peor que estar muerta– confiesa.

Se le escapan algunas lágrimas. La estrecho en mis brazos.

–Cuando nos enviaron a nuestra muerte, estaba aterrada. Por ti. Por mí. No podía pensar. Cuando me dijiste que no me preocupara, que Song me lo explicaría, ni siquiera supe como reaccionar. Cuando aparecí en la Residencia delante de Song, por un momento creí que había muerto. Seguramente Song no te contó que estuve un rato gritando tu nombre. Hasta que logró tranquilizarme y contármelo todo. No sé cuánto lloré. Hasta que supe que estabas bien, no pude calmarme del todo– confiesa. 

Me la quedo mirando sin saber qué decir. Noto mi corazón latir, conmovido.

–Después, he sabido lo que significa ser feliz. Con mis hermanas. Contigo. ¿Lo entiendes? Lo eres todo para mí. Por eso es muy injusto cuando quieres algo. Me es imposible negarme. No desearlo también. Aunque… No puedo decir que no me encante que lo hagas. Te quiero con toda mi alma. Quiero que sea todo lo injusto que quieras conmigo. Me hace feliz– acaba, con sus ojos humedecidos.

–Liang…

No sé qué decir. Solo acercarme y besarla de nuevo. Apasionadamente.

–Sabes… Aunque diga que no puedo negarme, no puedo más– se ríe.

Me la quedo mirando. Me río con ella. La abrazo contra mí de nuevo.

–Te quiero– le susurro en la oreja.

Ella me abraza un poco más fuerte. Así nos quedamos un buen rato. Hasta que nos dormimos. No estoy muy seguro quien lo hace antes. Solo que mis sueños son extremadamente dulces.

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