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El dolor del rechazo

Aquel lunes se le haría tan difícil de olvidar a Leon como aquel sábado a Lucas. Deberia haberse levantado mucho más tarde ya que los lunes entraba a la Universidad a eso de las 9:30 pero por cuestiones de fuerza mayor su madre lo sacudió a las 7 de la mañana para despertarlo.

Leon se revolvió en la cama, su madre lo miraba de nuevo procupada, se dio la vuelta y miró el despertador en la mesita de noche

—Vieja son las 7 recién.

—Lo sé cariño pero tu padre te está esperando abajo. Quiere hablar contigo antes de irse al trabajo.

—Ay no, la puta madre– Leon escondió el rostro en la almohada no sabia porque, pero aquello le olia muy mal.

Se levantó ayudado por su madre y se fue al baño a lavarse le cara. Bajó las escaleras de la casa, tan solo con los calzoncillos puestos. Entró en el gran comedor aún a medio despertar, el desayuno ya estaba servido. Sus padres solian desayunar juntos todas las mañanas.

Su padre se estaba paseando de un lado para el otro como una fiera enjaulada.

Cuando lo vió entrar, se le fue encima pero la madre se pusó en el medio.

Furioso su padre agarró el periódico de la mesa y se lo arrojó a la cara.

– ¡A VER COMO CARAJO EXPLICAS ESO!

Si Leon todavía estaba un poco dormido con aquel grito terminó de despertarse. Recogió el periodico del suelo, en la primera página pero en la parte inferior se encontraba su foto, una que le habian tomado vestido de traje en una comida que se habia dado en la casa presidencial tiempo atras, al lado con letras inmensas se leia el siguiente titulo:

"Escándalo: Leon Mariani, el hijo homosexual del reconocido funcionario arrestado por disturbios públicos en conocido lugar de ambiente"

A continuación le seguia un pequeño resumen de lo que habia sucedido, claramente, exagerado.

Sentia que se había quedado sin palabras, aquello era un gran problema. Levantó la vista desafiante, no iba a dejar que un simple escándalo lo pasase por encima y mucho menos que su padre se aferrase a ello para hacerle la vida imposible.

—No sé que quieres que te diga, está todo bien clarito en el periódico, ¿no?– no le iba a dar el gusto de hacerlo sentir mal— ¿quieres que te lo explique?

—¡¿Pero que mierda tienes en la cabeza??!—el padre se acercó hacia él para arrancarle el diario de las manos.—es lo único que sabes hacer, ¡traer problemas a la familia? ¡Deberias avergonzarte! 

—No tengo porqué.

—Pero como puedes estar tan tranquilo. ¿No te das cuenta pedazo de inconsciente que un escándalo como este puede traer graves consecuencias? Pero claro, tú te cagas en todo el mundo, andas por ahí con esos maricas de mierda y te cagas simplemente en tu familia.

—AY PAPÁ, ¡NO ME JODAS! ¿De qué familia hablas? ¿De tu carrera política? Yo no veo que mamá este traumatizada por la noticia en el periódico.

—BASTA. No quiero hablar más del tema..

—Ahora el que quiere hablar soy yo: decime de qué familia hablas. Lo único que haces es escudar tus verdaderos intereses en tu carrera política. Siempre fue lo más importante para ti, por encima de mamá y por encima mio.

—Leon, por favor— la voz de su madre sonaba despacio.

Leon la miró durante unos instantes.

—Pero si es verdad. ¿O no es asi?—lo miró seriamente—¿No te pusiste a pensar que quizás la culpa de que yo sea gay sea tuya? Posiblemente se deba a la falta de un modelo mascúlino en la casa.

La mano de su padre cayó pesada sobre su cara, un calor le inundó la mejilla izquierda.

—Oh, eso fue un intento de imponerte como padre. Ya es muy tarde, no hay vuelta atras, ya me gustan los hombres.

Su padre lo miró fijamente a los ojos, se notaba que no estaba escuchando simplemente lo que él le decia, aquello lo sacaba de quicio.

—Ya te lo habia dicho una vez, pero no me has hecho caso. Ahora es demasiado tarde. Tienes una semana para irte, igual tendras muchos amiguitos donde quedarte a dormir.

Leon se avalanzó contra él, su madre dejó escapar un grito y se apresuró a sujetarlo, pero Leon lo había agarrado por el cuello de la camisa y lo sostenia fuertemente.

—¿Sabes que? Tienes suerte de que mamá este aqui porque sino te partiría la cara. Un hijo de puta como tú no puede ser mi padre.

Lo soltó empujándolo, su padre trastabilló, pero conservó el equilibrio.

—¡Te odio!—gritó el joven con el rostro enrojecido de la furia.

Se dio media vuelta y abandonó el salon, subió las escaleras para vestirse, se sentia a punto de estallar. Golpeó la pared con fuerza mientras las lágrimas fruto de la rabia que sentia humedecían sus ojos. Tenía que encontrar la forma de irse antes de la semana, no queria darle el gusto a ese cabrón de usar hasta el último día que le habia dado. Queria irse ya, desaparecer. Sintió que el mundo se le venia abajo.

Sabia que su madre generalmente no se metia en las discusiones de ambos pero en aquel momento tanto silencio de su parte le habia molestado. ¿Acaso estaba de su lado? No podía ser, ella no era asi.

Hizó el bolso con un poco de ropa, metió unos cuantos libros y decidió que lo primero que haría seria una breve visita al banco. "Ese hijo de puta se va a arrepentir de haberme echado" pensó.

Sentía que la rabia lo consumia, necesitaba descargarla de algun modo, una idea se le vinó a la cabeza, iría al gimnasio a descargarse un rato.

Una vez listo bajó las escaleras, en la cocina estaba la chica que se encargaba de las tareas del hogar.

—Carmen, ¿hay un poco de café?

La joven morena, se giró y lo miró un tanto avergonzada, era obvio que habia escuchado toda la discusion.

—Te deje el desayuno hecho en la mesa del comedor.

—Gracias.

Le sonrió mientras se dirigia hacia allí, en el salón descubrio a su madre sentada. Tenia el rostro cubierto con las manos. Se arrodilló frente a ella mientras le tomaba las manos y se las quitaba del rostro. 

—Vieja no llores. Ya estoy grandecito. No me voy a morir de hambre viviendo solo, te lo prometo, viviré a huevo cocido pero sobreviviré.

Su madre se rio suavemente.

—Entonces te moriras de colesterol.—añadió su madre por lo bajo.

—Está bien, intentaré hacerme arroz de vez en cuando para equilibrar. No te pongas triste viejita, vendre a visitarte.

—No es eso Leon, es que las peleas entre ustedes me desvastan. Entiendo a las dos partes pero no me puedo dividir, aunque lo haría si pudiera. Intentaré hablar con él esta noche para que te quedes..

—No ma. Ya no quiero vivir aquí. Aunque se lo pidas no me voy a quedar, un día nos vamos a pelear mal y no quiero porque la que siempre termina sufriendo eres tú.

—Yo queria que te independizaras, pero no de esta manera, una semana es muy poco tiempo.

—No pasa nada, no recuerdas que tengo amiguitos, como dice papá.

—Leo no me gusta que hables así.

—Mamá, no tengo amiguitos de ese estilo, soy gay pero no taxyboy como piensa el viejo— le besó ambas mejillas— ahora me tengo que ir. Y es mejor, al final de cuentas es mejor que me independice de una vez por todas, ¿no te parece?

Se levantó, y dejando el desayuno de lado salió por la puerta, metió el bolso en el asiento trasero del coche y se sentó al volante. Allí se quedó unos instantes pensado. La cabeza le daba vueltas, decidió que lo mejor no era hacerse problemas, ya llegarian las soluciónes sino se volveria loco y en aquel preciso instante la imagen de Numa se le vinó a la cabeza y se quedo pensando que era la primera vez en la cual sentia la necesidad de hablar de sus cosas con alguien. ¿Por qué Numa parecia ser, de un momento para otro, alguien tan importante en su vida? Insertó la llave y arrancó el coche, tenia un largo día por delante y todavía tenia que encontrar un lugar donde pasar la noche porque a su casa no queria volver.

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