Hace solo unos momentos, el otrora arrogante Nigel Reyes se había convertido inexplicablemente en un cadáver inerte en un abrir y cerrar de ojos.
Yacía inmóvil en el suelo, el agua de lluvia a su alrededor teñida de rojo con su sangre fresca.
No se podía ver rastro de emoción en el rostro envejecido de Jackson Harris.
El agua de la lluvia corría por sus mejillas rugosas. Se dio la vuelta y comenzó a caminar hacia Ethan Smith.
—Senior Jackson... —Ethan luchó por pronunciar estas palabras.
Jackson Harris asintió ligeramente, se inclinó y dijo suavemente:
—Déjame llevarte a casa.
—No... —Ethan rechazó su buena voluntad.
Apretó los dientes y dijo:
—Esta es una oportunidad rara, no puedo perderla absolutamente.
Jackson frunció el ceño:
—¿En tu estado actual, puedes siquiera ponerte de pie?
Jackson conocía bien los efectos secundarios de esta técnica. Una vez usada, era imposible ponerse de pie durante medio mes.
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