—Quítale la lengua —dijo Robin fríamente—. El miedo se acumuló en los ojos del camionero por instrucción de Robin.
Robin no parecía estar bromeando y cuando uno de los hombres sacó un cuchillo para hacer la oferta de Robin, el hombre estaba derramando lágrimas y rogó,
—Por favor, lamento haber mentido.
Creía que al decir esa mentira, se le permitiría irse libremente o podría desviar su atención para buscar a su hermano, pero tristemente, esa mentira era demasiado superficial para que alguien la creyera.
Robin habría permitido que el agente actuara según las instrucciones, ya que este era el hombre que causó el accidente.
Si no estaba dispuesto a hablar, entonces no le servía de nada a Robin y no le importaría quitarle la vida al hombre, ya que casi le quitó la de Daniel y su hijo por nacer.
—No repetiré la pregunta —dijo Robin fríamente—, su penetrante mirada fija en el hombre con desprecio.
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