La dramática llegada de Scarlet, acompañada de su acusación pesada como piedra, me dejó totalmente desconcertada, y me llevó unos segundos recoger por completo mis dispersos pensamientos.
—Mirándola fijamente con la misma mirada penetrante que ella me había lanzado, mis labios se estiraron en una sonrisa atroz de la que el Joker estaría orgulloso. Encantada de verte, Señorita Ross. Sin embargo, no recuerdo haber escrito tu nombre en mi lista de visitantes.
—Examinando su atuendo negro de pies a cabeza, mi sonrisa se ensanchó aún más, encontrándolo entretenido el verla llevar un color tan poco favorecedor en su piel. ¿Has venido aquí a buscar mi alma?
—¿Perdón? —No pudiendo comprender mi significado, su boca se abrió. Sus elegantes cejas casi se encontraron a medio camino mientras me fruncía el ceño.
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