La atmósfera en el coche se volvió de repente pesada. Uno mencionó un asunto triste, mientras que el otro tenía el corazón pesado.
—¡Eso es! ¿Cuántos hermanos han elegido este camino sin retorno porque no tenían otra opción? —lamentó Freddy Martin.
—¡Yo era igual en aquel entonces! Cuando tenía veinte años, todavía lustraba zapatos en las calles de Colorado. Aunque mi vida era pobre, todavía era pasable.
—Hasta que arruiné los zapatos de cuero de un pez gordo al que no podía ofender, lo que hizo que mi vida entrara en un período oscuro. No podía permitírmelo, así que se me rompieron tres costillas. Mi madre, que vino a traerme comida, fue golpeada hasta la muerte.
—Desde entonces, juré vengarme —sus palabras estaban cargadas de remordimiento—. Más tarde, tuve éxito. Maté a ese bastardo con mis propias manos pero entonces también me embarqué en un camino sin retorno.
Freddy Martin cayó en una reflexión profunda. Las lágrimas se acumulaban en las comisuras de sus ojos.
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