—Gran mentiroso —dijo Jorge de repente.
Con una voz ahogada, finalmente no pudo contenerlo más y estalló en lágrimas.
—Sí, soy un gran mentiroso —Edward asintió.
—¡Tú y mi madre son grandes mentirosos! —Jorge siguió llorando—. Miró fijamente a su padre y a la foto en blanco y negro, "¿No me prometieron que crecerían conmigo? ¿No me prometieron que vivirían conmigo? ¿No me prometieron que aunque todo el mundo me dejara, nunca me dejarían?! ¡Mentiroso, mentiroso, mentiroso!"
Señalando la foto de Jeanne, Jorge desahogó todas sus emociones.
Realmente... trágico.
¡Ese era el dolor que no debería tener que soportar a tan temprana edad!
Aquel día, Jorge montó guardia frente a la tumba de Jeanne, llorando hasta que el cielo se desmoronó.
Aquel día, Edward abrazó al lloroso Jorge y dejó la tumba de Jeanne.
Ya era oscuro cuando se marcharon.
Edward miró hacia atrás, a la foto en blanco y negro, y vio que ella parecía estar sonriendo hacia él.
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