En el bosque, Jeanne abrazó a Edward con todas sus fuerzas para calmarlo.
No sabía por qué se había vuelto así o por qué de repente se había vuelto tan fuera de control como si fuera una persona diferente.
—Edward, cálmate. Soy Jeanne. Soy Jeanne —dijo Jeanne en voz alta.
Intentó hacer que recobrara la razón, pero parecía que le costaba controlarse.
Los músculos de todo su cuerpo estaban tensos al máximo, y parecía tan aterrador como siempre. Sin embargo, no la lastimó.
Aunque se había vuelto loco, no hizo nada para lastimarla.
Nox cayó al suelo y observó la escena frente a él.
Edward todavía parecía estar a punto de explotar, pero se controlaba y aún no había hecho nada a Jeanne.
Nox apretó los dientes en secreto.
Después de levantarse del suelo, miró a Edward, que ya estaba al límite de reprimir su violencia.
Si continuaba reprimiéndola, solo habría dos resultados, moriría asfixiado o se calmaría.
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