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Unicornio

Rigel, siguió con su nuevo horario, clases hasta la tarde, ayudar a hagrid hasta el anochecer y en las escuchar historias de los retratos hasta la media noche. La rutina continuo durante los próximos meses, debido a los atareados días, no pudo practicar su magia mas que los fines de semana.

-Lestrange, quédate un momento, jovencito- ordeno la profesora Sprout.

-Si profesora?- pregunto.

-Si, te tengo una tarea- le entrego un pequeño costal.

-Semillas?- pregunto abriendo el costal y viendo el contenido.

-Si, tu tarea será plantar una planta, me niego a creer que seas incapaz de hacerlo- dijo exasperada. A lo largo de las clases la profesora noto como no podía dejar ninguna planta cerca a rigel, debido a que estas se marchitaban como si no recibieran la luz de sol. debido a eso cada vez que tenia una clase con rigel, le designaba un lugar en especifico donde habia quitado las macetas.

-Entiendo, profesora, pero no se como plantar una planta- replico, el también se habia dado cuenta su falta de talento en el cuidado de las plantas, estas parecían morirse cuando estaban a su lado.

-Descuida, toma este libro, te dirá todo lo que tienes que saber- le entrego un libro que tenia como portada una mano sujetando una planta.

"Como cultivar plantas de todo tipo"

Rigel, un poco extrañado con la naturaleza de la tarea, guardo el libro en el interior de su sombra y se dispuso a ayudar a hagrid.

Su relación con hagrid fue muy tranquila, hagrid varias veces lo invitaba a tomar te en la noche, se emocionaba cuando veía a Alba, quien se habia disculpado por las heridas que le hizo en el rostro con una inclinación de cabeza.

-Y dime, rigel, en que hechizo estas trabajando ahora?- pregunto con curiosidad hagrid, con regularidad veía a rigel practicando cuando tenia tiempo libre de sus responsabilidades como asistente del guardabosques.

-Intentaba crear un hechizo para curar- luego del accidente de los rayos, intento crear un hechizo para curar sus cicatrices para al menos así tener la libertad de volver a intentar el hechizo.

Practicaba con verduras y pequeños insectos, los cortaba o les arrancaba una pata y luego intentaba curarlo pero le fue imposible, sentía que le faltaba algo.

-Hechizos para curar?, esos son muy raros, además aquí en hogwarts no necesitas nada de eso, esta la enfermería si te lastimas, madame pomfrey tiene remedios para cualquier tipo de herida- dijo con una sonrisa

Su conversación termino ahí y ambos continuaron su trabajo, estaban reparando una de las cerca de los animales.

Luego de un par de meses ambos habían desarrollado cierto grado de amistad.

Toc Toc

-Hagrid, ya llegue para ayudarte- llamo con fuerza al guardabosques.

Pero no respondió nadie.

-Hagrid?- llamo nuevamente. se asomo por la ventana de su cabaña pero la encontró vacía, no estaba ni el ni su perro. dando una vista alrededor se percato de que tampoco estaba su ballesta que siempre la dejaba apoyada en el marco de la puerta.

~Parece que tuvo que hacer algo urgente, no le pasara nada, verdad?~ pensó.

Se dispuso a sentarse en el suelo y aprovecho el momento para seguir leyendo el diario.

Rigel, estuvo estudiando hasta muy entrada la noche sin darse cuenta, alzo la vista y noto como se encontraba en la oscuridad absoluta, la cabaña no tenia una sola llama encendida y la única luz provenía de las estrellas y de las ventanas del castillo.

-Gracias, Vorago- agradeció a su capa que habia aparecido para cobijarlo del frio sin que se diera cuenta.

-Ya se hizo tarde y hagrid aun no viene, será mejor que me vaya- se levanto y se dispuso a ingresar al castillo cuando un ruido proveniente del bosque oscuro llamo su atención.

De su hombro salió Alba, su cuervo y voló directamente a inspeccionar.

Regreso luego de un par de minutos y se volvió a sumergir en su sombra.

-Que fue eso?- pregunto.

kráa-kráa "Era un hagrid, parecía que llevaba sobre sus hombros un unicornio herido" emergió solo su cabeza desde su hombro y respondió.

Rigel ingreso entonces al bosque, atravesando los altos y viejos arboles y siguiendo las indicaciones de Alba, llego a un claro donde vio la enorme figura de hagrid que tenia sobre sus hombros a un unicornio adulto y detrás de el estaba Fang, su perro, que lo seguía.

-Hagrid- llamo rigel.

-Oh, hola rigel, que haces aquí?- pregunto cuando noto quien lo llamaba.

-Te espere en tu cabaña al ver que no estabas. porque tienes un unicornio en tus hombros?, esta herido?- cuestiono.

-Si, esta herido, ahora te pido que regreses al castillo, el bosque oscuro no es un lugar adecuado para ti y menos a esta hora- regaño antes de avanzar hasta el extremo del claro, de donde salieron varios unicornios mas, al frente estaban los mas machos y detrás de ellos estaban las hembras que formaban un circulo protector con 3 pequeñas crías en el interior.

Los unicornios se relajaron una vez notaron que era hagrid quien habia llegado y se acercaron rápidamente cuando notaron el unicornio sobre sus hombros.

-Lo encontré, cerca a el territorio de las acromantula, fue herida en una pelea, esta envenenado- explico a los unicornios con voz afligida.

-Se salvara?- pregunto, notando como el unicornio no podía moverse y solo se escuchaba su respiración lenta.

-No, ya es muy tarde- respondió en voz baja.

Los unicornios se acercaron al malherido que solo podía quedar inmóvil en el suelo mientras los demás unicornios acercaban sus cuernos y estos se iluminaban, intentaban ayudarlo, pero era inútil, sus heridas eran demasiado severas.

-Si hubiera llegado antes, podría haber hablado con las acromantula, ellas me habrían escuchado- se lamento el guardabosques.

-Tranquilo, hagrid, al menos lo trajiste con sus amigos- intento consolar. aunque su relación fue mejorando desde el momento que empezaron a trabajar juntos, no pudo evitar sentir pena por el.

hagrid se alejo del unicornio envenenado y guardaron distancia para que sus semejantes lo acompañaran en sus últimos momentos.

~Como podría ayudarlo, extraería el veneno, pero donde lo pondría, es siquiera eso posible?, Vamos, sabes que puedes hacerlo, solo concéntrate como aquella vez~ su mente estaba llena de preguntas

-Hagrid, tal vez podamos hablar con la señora pomfrey para que le prepare un antídoto-

-No, ya es muy tarde, no hay tiempo- respondió cabizbajo aunque agradecido de que al menos intentara ayudar.

Rigel, busco entre sus cosas algo que pudiera servirle, pero solo encontró libros y el saco de semillas que tenia, pensó que necesitaba comprar suministros si desea seguir intentando recrear hechizos.

Lo único que se podía ver desde donde estaba era a los unicornios, reunidos al rededor del moribundo.

Entonces se le ocurrió una idea, busco en el pequeño costal y saco una especie de flor seca, era una semilla de cedro, el árbol que es mas compatible con los unicornios al menos según el libro de varitas que habia en la biblioteca.

Se acerco con la semilla en su mano con cautela al grupo de unicornios, quienes al verlo, se alertaron y evitaron que avanzara, rascaban el suelo con sus pezuñas.

-Puedo ayudarlo- intento explicar, pero los unicornios no cedían.

-Rigel, aléjate muchacho- advirtió, avanzo y tomo del brazo a rigel con la intención de alejarlo.

-Puedo salvarlo, hagrid, se que puedo hacerlo, confía en mi- dijo con decisión, se libero del agarre y con decisión avanzo hacia los unicornios que esta vez le señalaban con los cuernos en sus cabezas. No querían que se acercara mas.

-Tranquilos, esta bien, solo quiere ayudar- hablo hagrid, intentando calmar a los unicornios, pero estos seguían negándose a moverse.

Rigel avanzo hasta que el cuerno del unicornio estuvo a centímetros el pecho.

-Tranquilo, solo quiero ayudar- dijo calmada y brevemente, mirando a los ojos del unicornio.

El unicornio finalmente retrocedió ya sea por la firmeza de sus palabras, su honestidad o simplemente porque hagrid parecía confiar en el niño, le permitieron el pase.

Los unicornios un poco nerviosos se mantuvieron en su posición, junto a hagrid observaron a rigel inclinarse para tocar el cuerpo del unicornio.

Rigel hizo flotar la semilla sobre el unicornio de quien la única señal de vida era su débil respiración.

~No vas a eliminar el veneno, vas a pasarlo, solo transfiérelo~ pensó con todas sus fuerzas.

-'Vita doloris, in semente vado, Hoc vulnus transeo, faciendo sanum eum'- repetía mientras apuntaba su bastón hacia la semilla flotante.

El unicornio entonces empezó a temblar con fuerza y bajo la mirada de todos los presentes, observaron como de las heridas comenzó a flotar veneno e introducirse en la semilla que conforme absorbía lo absorbía se volvía mas negra e hinchada. El proceso duro cerca de un minuto y cuando las heridas dejaron de tener un aspecto a la carne carcomida por le veneno, se cerraron las heridas. El unicornio entonces dio un relinchido cansado y se desmayo por el esfuerzo.

Rigel, de pronto sintió unos enormes brazos envolviéndose a su alrededor.

-Hahahaha, grandioso Rigel, sabia que eras un buen mago- dijo con alegría hagrid, quien con lagrimas en sus ojos, abrazaba a rigel.

Los unicornios le dedicaron una reverencia y se acercaron rápidamente al ahora inconsciente pero salvado unicornio.

Ambos volvieron a la cabaña de hagrid.

-Es increíble, lo que lograste muchacho, creaste un hechizo y uno muy bueno- dijo con alegría.

-Descuida, hagrid, solo quería ayudar- intento calmar a hagrid. aunque en el interior estaba orgulloso de lo que habia logrado.

-Dumbledore tiene que saberlo, un hechizo de curación, definitivamente obtendrás la orden de merlín- dijo entre sonrisas.

Llegaron en poco tiempo a la cabaña pero ambos continuaron hasta el castillo.

-Llegamos hagrid, me tengo que ir- dijo resignado al saber la dificultad que le resultaba al guardabosques mantener un secreto.

-Adiós, Rigel y gracias por salvar al unicornio- se despidió antes de adentrarse hacia las escaleras.

Rigel camino hasta llegar al pasadizo de los retratos.

-Hola, muchacho, porque la tardanza?- pregunto Alaric, una retrato de un anciano de vivaces ojos, sosteniendo una brújula en una mano y un mapa en la otra.

-Ocurrió algo cariño? te ves distraído- dijo con una toque de preocupación Elara, una famosa cantante, era un retrato de una mujer de lujosas ropas y rostro maquillado.

-Si, estaba ayudando a hagrid- respondió sin darle importancia.

-El guardabosques?- pregunto Alaric.

-Si, el, le estaba ayudando con unos unicornios en el bosque oscuro. pero ya que estoy aquí, hay que continuar en donde lo dejamos ayer-

Los retratos no se interesaron por los asuntos de los vivos y continuaron contando sus historias.

Escuchando los relatos no pudo evitar pensar en lo que haría el director cuando hagrid le contara sobre su hechizo, pero no le dio demasiada importancia.

Cuando ya habían pasado un par de horas, se despidió de los retratos quienes lo despidieron con entusiasmo, estaban ansiosos por el próximo día seguir contando sus historias. a medida que pasaba el tiempo habia notado varias características de los retratos y eran que su comunicación no podía era muy limitada, no podían sostener nada mas que una simple conversación e intentar contar su historia cada vez que podían.

Se están acabando las historias se dijo a si mismo, casi habia terminado de escuchar las historias de todos los retratos.

Vorago se desprendió de sus hombros y pudo entrar en su refugio. se dirigió directamente hacia su casa y durmió en la habitacion principal. mientras tanto, vorago se pego a una de las esquinas mas oscuras y se camuflo. Alba lo despertaría al amanecer para ir a sus clases.

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