—¡No. No soy un monstruo! —Bytra volvió a su forma humana, sollozando—. Ya no.
—Bytra, ¿qué está pasando? Me estás asustando —dijo Solus.
—Bien. Tienes que tener miedo de mí. No, tienes que odiarme —Bytra soportó los dolores de la locura de sangre y la mantuvo a raya.
—¿Odiarte? Apenas te conozco.
—Estás equivocado, Elphyn Menadion —Un trueno acompañó ese nombre y nubes negras aparecieron de la nada, cubriendo el cielo despejado.
Solus se congeló, sintiendo que su mundo se volteaba sin razón aparente.
—Nos conocemos desde hace mucho tiempo. Sin embargo, no hay palabras que puedan expresar nuestra relación. Prefiero mostrarte, si me lo permites —Bytra tomó su varita de maestra forjadora, creando un zarcillo azul que se detuvo frente a Solus.
El enlace mental tenía que ser su elección.
Solus extendió su mano y presenció la vida de Bytra desde su primer encuentro con Menadion. Vio cómo se convirtieron en amigos hasta que Ripha tomó al Raiju como su aprendiz.
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