—Es justo— aprobó Balkor. —Permíteme decirte algunas cosas, chico. No seas tan rápido para juzgarme, porque he escuchado muchas cosas sobre ti y muy pocas son agradables.
—No tienes idea de cómo se siente cuando tu propio país te traiciona por intereses mezquinos y te quita todo lo que amas.
—De hecho, sí lo sé— Lith recordó cómo el sistema legal lo había traicionado, dejando la muerte de Carl sin castigo.
—Lo dudo. Según lo que sé de ti, en mi lugar no habrías actuado de manera diferente— dijo Balkor. —Además, recuerda que el enemigo de ayer puede ser el amigo de hoy.
—No te centres demasiado en las circunstancias en las que conociste a alguien y considera en cambio cómo actúan una vez que tus intereses se alinean. Manohar y yo peleamos mucho en el pasado, pero ahora trabajamos juntos en muchas cosas. Mira esto.
El dios de la muerte mostró a Lith un pequeño cubo con un cristal blanco en su centro.
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