—No te preocupes, Lutia está a salvo. Mirim está cuidando bien a tu familia. Antes de irme, toma esto ya que no lo necesito más. —Vastor entregó un pedazo de papel a Lith que él metió dentro de Soluspedia.
Contenía las instrucciones para usar el dispositivo del Maestro incrustado dentro del cristal violeta y estudiar la técnica del chamán orco.
—Considéralo como un gesto de mi buena fe. A Xenagrosh realmente le gustas y pasar un tiempo juntos la hará feliz. No seas un idiota como siempre lo has sido conmigo y no la llames solo cuando necesites algo. —Vastor dijo con una risita, dándose la vuelta para irse.
—Espera, esto no tiene sentido. —Esta vez fue Baba Yaga quien lo detuvo.— Mis hijos nunca harían algo tan tonto. Todas esas ciudades son más que lo suficientemente fuertes como para patearles el trasero, y mucho menos uno de ellos a la vez.
—¿Quieres escuchar los gritos de los soldados en tiempo real? No tengo razón para mentirte, Madre Roja. —El Maestro dijo con una burla.
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