—¡¿POR QUÉ ME ENAMORARÍA DE MI PROPIA CUÑADA?! —Vernon gritó en voz alta, pero no había hostilidad en sus ojos.
Se veía muy tímido, aunque…
—Yo nunca dije nada de que TÚ te enamoraras de ella. Pero sigue, supongo…
—Bueno, eso es todo el consejo que puedo darte, Señor. Por favor, discúlpeme, tengo muchos informes que hacer —Diamond se dio media vuelta y salió de la oficina de Vernon.
—¡OYE! ¡REGRESA AQUÍ! ¡NO TE VOY A DEJAR IR POR DECIR QUE ME ENAMORÉ DE ELLA! —Vernon gritó de nuevo, pero Diamond lo ignoró y lo dejó solo.
—¡Ugh! ¡Esa maldita secretaria! Si no fuera tan competente, ya la habría despedido hace tiempo! —Se quejó Vernon. Pero en realidad, no había forma de que despidiera a Diamond. Ella era simplemente tan competente y rápida para hacer su trabajo como secretaria. Estaba dispuesto a pagarle mucho porque sabía que las habilidades de Diamond valían todo el salario que recibía.
Además…
—Ella es la única persona a la que Chloe se abre, no la echaré —pensó Vernon.
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