—¿Me iluminas, por qué corrían alrededor de la mesa el uno del otro? ¿Qué hizo Edgar? —preguntó Alfred a la pareja mientras desayunaban. Regresó con la crema para presenciar una escena emocionante. —Recuerden que son un Duque y una Duquesa.
—¿Me estás diciendo que no puedo perseguir a mi esposa en mi propia casa? —dijo Edgar.
—Edgar —suspiró Alfred—. ¿Por qué necesitabas perseguirla en primer lugar?
Edgar sonrió, observando a Alessandra evitando su mirada cuando lo vio mirándola. —Solo intentaba darle un abrazo, pero ella se negó y huyó. ¿No es correcto consolarla en un momento como este? —preguntó como un niño inocente.
—Bueno, sí —Alfred se desconcertó por qué Alessandra no aceptó el abrazo—. ¿Por qué no le permitiste abrazarte, Alessandra? Tienes que aprovechar momentos raros como este cuando Edgar muestra preocupación. A veces lo encuentro increíblemente grosero y horrible—
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