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Capítulo 66 – Persecución

Punto de vista Hombre que huyo

Eso fue realmente horrible. Ese tipo era demasiado fuerte. ¿Ahora que hago? Si voy a la prisión posiblemente muere por haber provocado a alguien que no debía. Si me escondo y no aparezco seré cazado por el jefe. Talvez pueda desviar la culpa a ese tipo inmune a las balas.

¡Si! Hagamos eso. Fue lo que pensé durante todo el camino a nuestra base. La base se vio obligada a desplazarse de la prisión debido al portal en medio de ella. Al principio pudimos matar a los primeros hombres perros que salían. Pero todo cambio cuando salió un perro anciano con un bastón. Esa cosa empezó a destruir y a matar a todos lanzando bolas de fuego.

Tuvimos que abandonar la base y buscar otro refugio. No estaba lejos de la prisión y estábamos peleando con esas criaturas para tener el control de la prisión. Yo solo era una persona normal llamada Juan. Antes de este desastre solo asesine a diez personas en mi vida. Había gente que hizo cosas peores en ese lugar. Si se enteraran que hui me cercenaran vivo y me lanzaran a los cerdos.

No quería ser comida de cerdo. Debo de encontrar una forma de echarles la culpa. El jefe me perdonara si le hablo de las mujeres. Si eso hare.

Maneje la moto sin detenerme y sin descanso. Las bestias me querían atacar, pero los evadía. Me persiguieron hasta que llegue a la base, pero bolas de fuego que venían desde el techo los mataron.

Me abrieron las puertas del refugio que únicamente consistían en una puerta corrediza metálica unida a un muro perimetral que rodeaba esta fábrica abandonada.

Hombre: ¿¡Qué te crees trayendo a esas cosas a este lugar!

Juan: ¡Tengo noticias para el jefe!

Me baje de la moto y la deje encendida mientras corría hacia la oficina del jefe. El jefe escogió el único edificio en esta fábrica. Por lo que corrí hasta llegar al quinto piso y abrí las puertas de madera que eran muy elegantes.

*pam

Las puertas se abrieron y la imagen del jefe cogiéndose a una mujer desnuda entro en mi vista. La mujer era realmente hermosa. Sus pechos lucían firmes a causa de la cirugía plástica, sus pezones eran oscuros y estaban erectos. El trasero era increíblemente grande pero natural sin marcas de celulitis como las otras putas con las que nos dejaban jugar. Su rostro era perfecto sin ninguna arruga y su cabello estaba algo descuidado, pero aún tenía volumen y brillo.

Jefe: ¡Qué te pasa!

Me quede absorto mirando los senos de la mujer mientras que el jefe me miraba. Mientras que l jefe sacaba su miembro de la mujer y se vestía. El jefe saco una pistola de su escritorio y la apunto a la mujer.

*Bang

Jefe: No me sirve una mujer que fue vista por otro hombre.

Me pareció un desperdicio el no poder haber jugado con esa mujer. Ahora su cerebro y sangre estaban esparcidas por la alfombra.

Jefe: ¡Habla y te vale que sea importante o si no ya sabes lo que te pasara!

El jefe apunto a la mujer el piso lo que me hizo tragar saliva.

Juan: Je… jefe… Salimos a patrullar la zona norte y hacer ejemplo de las personas que lo desobedecieron, pero nos encontramos con un grupo de superviviente.

Jefe: ¡Ve al grano!

Juan: Las mujeres eran increíblemente hermosas por lo que les dijimos que las entregaran, pero se negaron, señor.

Jefe: ¿Oh?

Juan: Además cargaban mochilas llenas de suministros y comida por lo que planeábamos traerle todo como tributo.

El jefe se puso a pensar mientras dos personas entraban y se llevaban el cadáver de la mujer. Sabía que sería lanzada a los cerdos o dada de comer a los perros. Este refugio tenía un lugar donde se realizaban apuestas con peleas de perros.

Jefe: Les dijiste que fue orden mía. ¿Verdad?

Juan: ¡Si jefe!

Jefe: ¿Contigo no estaba una persona con clase?

Juan: ¡Si jefe!

Jefe: ¿Dónde está?

Mi cuerpo empezó a temblar y temblorosamente y en voz baja dije.

Juan: Mu… Murió

El jefe alzó su puño y lo estampo sobre su escritorio de madera que se partió a la mitad. Enojado empezó a maldecir sobre lo estúpidos que éramos y los raros que eran las personas con clases.

En todo este refugió lleno de putas, gente secuestrada y delincuentes apenas había diez personas con clases y dos de ellas ya habían muerto. El mago de fuego no se lo pudo encontrar y ahora el culturista estaba muerto. Esto era un desastre para la base y a nuestra ofensiva contra los hombres perros.

El jefe continúo haciendo un desastre botando libros y lanzando jarrones.

Jefe: ¡AH! ¡Manda gente ahora mismo a seguirlos! ¡Los quiero muerto a los hombres y a las mujeres tráemelas!

Juan: ¡Si jefe!

Salí corriendo antes de que el jefe decidiera matarme en su estado de ira.

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