El cuerpo entre sus brazos era delgado y suave, sin una pisca de músculo, un solo movimiento de su parte podría romperlo, pellizcó el brazo, era tan agradable como se sentía en la superficie, como una dulce gelatina.
Apenas se recuperó del sonido, Halana se levantó de los brazos desconocidos, le sonrió "gracias" y se dio vuelta hacia el vendedor "quiero llevarme uno de sus cuadros".
"Tenemos una gran colección, ¿le gustaría un recorrido?".
Halana se negó "No, está bien, quiero el de la vitrina, el pequeño a la izquierda".
"¿Ese?" la miró confundido.
En el momento que sus ojos se encontraron y vio sus ojos extraños, quiso taparse la cara avergonzada.
¡No es que su gusto fuera malo!
Sabía lo horrendo que era…
Sólo podía morder la bala y asentir, ya se vengaría de ese pequeño demonio.
El vendedor trajo el cuadro desde una esquina, para los ojos de los espectadores no era más que una imagen mal pintada, Halana miró los ojos emocionados del demonio que finalmente se largaba de esta pocilga y puso una sonrisa amable, pero que hizo que Xolroth sintiera un escalofrío.
No es que estuviera interesada en salvarlo, pero estaba bastante curiosa sobre como había terminado en este lugar, por lo general un demonio de su índole no habría sido engañado tan fácilmente.
Apartó los ojos y le sonrió al vendedor que ya había llevado el cuadro detrás del mostrado para envolverlo, los ojos horrorizados del demonio la hicieron soltar una carcajada que rápidamente ocultó con una tos.
Definitivamente sus favoritos eran los espíritus malignos, no podía entender como su hermano prefería a las hadas, eran tan aburridas, sus habilidades definitivamente estaban asociadas a sus gustos.
"Aquí tiene son 1.2 millones".
Halana le entregó una hermosa tarjeta negra que ambos hombres miraron sorprendidos, pero mirándolo nuevamente realmente parecía el hijo de algún millonario, ninguna familia común podría criar a semejante hijo.
En el momento que Halana recibió el cuadro se giró para salir de la tienda, Raffaele la miró con ojos complicados, si la familia del muchacho supiera que había sido herido, estarían nerviosas hasta la muerte ¿no es así?
"¿Qué pasa?" preguntó confundida.
"Tu…" Raffaele no supo cómo comenzar, aunque en esta ciudad estaba lleno de niños ricos, no había ninguna que fuera tan adinerada, tenía miedo de adivinar de donde había salido este pequeño príncipe.
Un grito cortó sus pensamientos.
"¡Ángel! ¡Nos asustaste hasta la muerte!".
"¿Dónde te habías metido todo este tiempo?".
"Oh chicos, hola" Halana sonrió.
Brook preguntó con la respiración agitada por la carrera "¿Estas bien?".
"¿Qué le pasó a tu rostro?" chilló Sasha.
"Debes llevarlo al hospital, cuando nuestro madre lo vea nos matará" le siguió el grito de Ezra, era el único con la respiración normal, sin una gota de sudor o cansancio.
"¡Señor Fournier!" gritó Sasha sorprendido.
Fue como si un botón se apretara, los tres jóvenes quedaron petrificados, levantaron la vista a la alta montaña con los rostros llenos de miedo.
"Chicos" asintió Raffaele a modo de saludo.
En el siguiente segundo se hizo un ruido ensordecedor.
"¡Señor Fournier, a sus órdenes!" gritaron todos al mismo tiempo, su postura tiesa y recta como un árbol.
Raffaele los miró fríamente "No estamos en la escuela, aunque me agrada verlos tan motivados".
"Lo sentimos señor" gritaron nuevamente todos al mismo tiempo.
Halana miró confundida de un lado al otro, se sintió un poco dejada de lado, ella también quería participar en este extraño ritual.
Al no entender nada de lo que sucedía, decididamente cambió su atención a la librería de al frente, aunque solo era una pequeña parte de la biblioteca que tenía en la mansión, en su actual hogar no tenía ni un solo libro, no estaría mal llenar con unos cuantos volúmenes, para leer por las noches.
En el momento que dio unos cuantos pasos hacia la entrada, tres pares de brazos se acercaron al mismo tiempo.
"¡No te puedes ir sin avisar!" gritaron los gemelos.
"Aún no estas en buen estado" rugió Raffaele superponiendo su voz con la de los dos chicos.
Halana parpadeó confundida.
"Sólo voy al frente" intentó explicarse.
Ezra miró la biblioteca del frente, frunció el ceño con desgana, pero de todas formas aseguró "Vamos todos".
"Así es, no puedes huir" lo secundó Brook.
"Deberías regresar a casa y revisarte ese golpe" comentó Raffaele.
Ezra se palmeó la frente, como había olvidado algo tan importante, un feo moretón ya se estaba formando alrededor del angelical rostro.
En ese momento llegaron los sobrinos de Raffaele con una bolsa cada uno trotando hasta su posición.
Alice respiró pesadamente mientras se acercaba al trote "Lo siento tío, la farmacia más grande estaba en el primer piso y estaba llena de gente".
"Trajimos todo lo que se nos ocurrió" Ariel estiró la mano, ansioso por deshacerse de la pesada bolsa.
"Está bien" aprobó Raffaele mirando el interior "Vamos, te revisaremos esa nariz".
[Incluso desde aquí se ve horrenda] se rio el demonio en su mente.
[Te arrojaré a la chimenea si no te callas] pensó Halana, la sola imagen hacía que sus ojos brillaran de emoción, no era una mala idea después de todo, seguro podría hacer algunos experimentos.
[Un simple fuego mundano no podrá destruirme] se burló Xolroth.
Halana no volvió a contestarle, por supuesto sabía que no funcionaría, solo quería jugar un rato.
Una mano gruesa y callosa tocó su nariz, lo que la hizo sisear de dolor, volviendo a la realidad. En algún momento la habían arrastrado hasta los sillones más cercanos, estaba sentada sobre unos duros cojines, Raffaele se inclinaba sobre su rostro con algodón y algún tipo de pomada que un fuerte olor a menta, ambas familias de gemelos bloqueaban cada uno de sus costados, solo la cabeza de Sasha se podía ver apoyada en el hombro de Brook.
Se frotó contra el duro material incómoda, abrazando sus brazos para que tuvieran el menor contacto con la tela.
No quería ser exagerada, pero su piel también tenía un nivel de perceptibilidad mayor, los humanos le llamarían hiperestesia, para toda su familia era normalidad.
Todo el proceso se sintió como una eternidad, aunque no debieron ser más de cinco minutos.
En el momento que terminó, toda su cara estaba cubierta de pomada oscura, no necesitaba un espejo para saber que se veía horrible, la sola carcajada de Xolroth demostraba la situación.
El fuerte olor era casi insoportable, no pudo evitar estornudar unas cuantas veces, quería frotarse la nariz incómoda, pero una gruesa mano la detuvo, sus dedos se veían como delgados grissinis yaciendo dócilmente en la mano morena, los gruesos callos hicieron que su piel hipersensible se estremeciera, tiró de su brazo de vuelta y Raffaele la dejó ir sin resistencia, pero con una mirada de advertencia que la hizo obedecer sin cuestionar.
"¿Tienen el número de su familia?" preguntó el hombre.
Halana quería contestar que realmente no se lo sabía, cuando se dio cuenta que Raffaele estaba mirando en dirección a los gemelos.
"Mamá debe tenerlo, es nuestro nuevo vecino" contestó Brook.
"Los llevaré de vuelta a casa" Raffaele arregló.
"Podemos ir por nuestra cuenta…" murmuró Ezra a su espalda.
Raffaele le lanzó una mirada de advertencia, Ezra se estremeció de forma involuntaria.
"Sí, señor" gritaron todos al unísono.
Halana que fue cercada por un grupo de personas, se sentía incomoda, miraba de un lado para el otro en un intento de salir de la situación, hasta que se acercó Alice.
"¿Cómo te llamas?" le sonrió.
"Soy Ángel" murmuró.
"Yo soy Alice, nunca te había visto antes, ¿De dónde eres?".
"Acabamos de llegar a la ciudad" ignoró la pregunta principal.
"Oh… ¿Cuántos años tienes? ¿A qué escuela iras? ¿Vives en la ciudad?"
"Alice" advirtió Raffaele.
"Vamos tío solo hago amigos" se quejó.
Halana estaba feliz de encontrarse con una niña tan amistosa y contestó relajada.
"Tengo 17 años, iré a la escuela Jasper"
Alice la miró sorprendida, incluso Raffaele se dio vuelta a mirarla sin poder esconder su mirada sorprendida.
"¡Tan grande! Solo tengo 14, pensé que eras más pequeño, quería tener un hermano menor" sollozó.
"Tengo una enfermedad que retrasó mi crecimiento" aprovechó de soltar.
"Oh… eso es horrible, ¿estas bien? ¿realmente no necesitas ir al hospital? El golpe fue bastante fuerte"
"No hay nada de qué preocuparse" negó.
"Intercambiemos números" sonrió feliz.
Halana asintió alegre.
Ambas chicas continuaron conversando en su propio mundo, la conversación era tan fluida y rápida, que los otros cinco hombres se miraron estupefactos e incomodos sin saber que agregar.
Habían sido completamente olvidados.