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Un oasis en el desierto

Pasaron 2 días, mi mente aún era incapaz de procesar todo lo que había pasado, sin embargo, todo ese imparable flujo de acontecimientos no terminó por truncar mis planes con Sofía, mi propia mente me sorprendía, ya que fui incapaz de perder las fuerzas para esto, sin embargo, no había asistido un solo día a clase desde que pasó eso. Por lo que Sofía me había contado, Adrián tampoco había estado en clase ni ayer ni hoy, no sé cómo debería tomármelo.

Tan solo eran las 7 de la mañana y no tenía idea de que debería hacer durante las próximas 11 horas, simplemente me puse a leer hasta que me terminé el libro, no era muy largo, así que en 2 horas terminé. Después de dejar el libro en una mesa, justo en frente de la cama, me puse a pensar en Adrián, han pasado tantas cosas y sé que ya es el momento, definitivamente cuando lo vea de nuevo, solucionaré ya este absurdo conflicto.

Así pasaron las horas, solo durmiendo y viendo mi teléfono, un extraño pensamiento llegó a mi cabeza "¿Por qué Sofía compró las entradas con tanta antelación?", supongo que no tiene sentido preguntar eso.

Por fin, después de una espera insoportable llegó la hora, acordamos que nos encontraríamos en el centro comercial donde está el cine, exactamente en una peluquería al lado de la entrada.

-Buenas,¿Llego tarde?- dijo con su habitual tono.

-No, acabo de llegar- respondí.- ¿Dónde está el cine?- hasta ahora no había pensado que el centro comercial tenía unas 4 plantas y muchas tiendas y establecimientos.

-¿En serio no lo sabes?- me miró realmente sorprendida.

-No, estoy seguro de que no.-

-Mira, ahí está- me señaló la última planta, junto a una hamburguesería.

El ambiente era un poco tenso, sin embargo, los dos terminamos desarrollándonos sin ningún inconveniente. Entramos al cine, como de costumbre en este tipo de sitios, había gente por todas partes y olía mucho a palomitas.

-¡Mira, nuestro asiento está allí!- señaló el único asiento libre, al lado de la pared.

La película no era nada del otro mundo simplemente un drama romántico sobre una cantante que se casa con un oficial de la marina, como a mí nunca me han gustado ni esos temas ni las películas, solo pude fingir como pude una sonrisa, pues a Sofía sí parecía haberle gustado.

-¿Qué te ha parecido la película?- pregunté igualmente.

-Ha sido genial, no sé cómo no te puede conmover algo tan bonito-

-Ya...- solté una risa que pareció satisfacer el rumbo de la corta conversación.-Ya que estamos, ¿Por qué no vamos a cenar a esta hamburguesería?- me causó curiosidad cuando la vi antes.

-Vale, aunque seguramente haya mucha gente.-

-Tienes razón, pero no perdemos nada por intentarlo, ¿no crees?-

-Sí, tal vez tienes razón.- Era extraño pero a Sofía parecía no gustarle la gente, me chocaba bastante, ya que siempre se comportaba de una forma tan abierta conmigo.

Mientras ella se alejaba, en dirección al restaurante me fijé de nuevo en su hombro, no quería ser impertinente sin embargo mis ojos parecían moverse solos hacia ese punto que tanta confusión me causó hace tan solo unos días. Era un día de Octubre y sin embargo, hacía mucho calor, detalle que no impedía a Sofía llevar una sudadera y unos pantalones cortos, un conjunto que clasificaría dentro del grupo de ropa para el frío, así que no pude satisfacer mi curiosidad. Rápidamente me puse de nuevo a su lado y seguimos caminando.

El restaurante era bastante decente, no destacaba demasiado pero por su precio estaba bien, tenía una buena iluminación y la comida tampoco dejaba mucho que desear.

-¡Voy a reventar!- dijo cuando salíamos del lugar

-Estaba bueno, las hamburguesas eran colosales-

Caminamos por el centro comercial, sorprendidos por la velocidad de las tiendas para decorar los establecimientos con temática de halloween.

-Este fantasma es realmente bonito, ¿No lo crees?- dijo mirando el escaparate de una tienda de ropa

-Sí, es muy redondo-

-No acompaña mucho a la ropa, la verdad.-

-No te voy a mentir, es realmente fea- el escaparate dejaba ver un vestido de lo más desagradable, estampado con flores de excéntricos colores.

Después de terminar nuestro paseo, salimos por la misma puerta por la que habíamos entrado y cada uno siguió su camino.

Me lo pasé realmente bien, ya no recordaba este sentimiento, que nada salga mal, no sentirse mal, era algo que no había podido imaginar hasta ahora.

Una vez el sol ya se había ocultado, los pensamientos habituales volvieron junto con un indescriptible desasosiego, me arrepentía tanto de tantas cosas, "ojalá poder empezar todo de cero", pensé en aquellas oscuras horas y eso hice, o al menos lo intenté.

El fin de semana terminó y decidí ir a clase, miré toda la ropa tirada en el suelo de la habitación, cogí una sudadera y unos pantalones, me vestí rápidamente, peiné my desaliñado pelo, ya demasiado largo, bajé las escaleras que llevan de la habitación a la calle y fui caminando a clase, hacía mucho frío, aún con el sol oculto caminé por la calle, llena de gente que, igual que yo, se dirigía al colegio o al trabajo.

Cuando llegué a clase, me sorprendió el hecho de que Sofía no estaba allí. Hasta donde yo sabía, solía tener un limitado registro de faltas, aunque pensé que simplemente había llegado demasiado pronto. Las siguientes horas se desarrollaron sin pena ni gloria, de vez en cuando miraba a Adrián, él sí había asistido a clase, tenía una venda en la cabeza, que sujetaba una gasa colocada en su ceja izquierda. Llegó la hora del patio, Sofía seguía sin aparecer y una terrible sensación de ansiedad se cernícalo sobre mí, quería solucionar las cosas com Adrián, afrontarlo todo y volver a como era antes, pero tenía miedo.

Mientras pensaba todo eso caminé hacia una esquina del patio, me senté en una especie de muro, que dividía un jardín con árboles y plantas del patio y el colegio, me rugía el estómago, el día anterior no había cenado y hoy tampoco había traído nada a clase, cuando me di cuenta estaba mirando al suelo y no sabía cuanto tiempo había pasado así, levanté la mirada y vi a Adrián, él también estaba sólo, sentado en un banco, con la mirada perdida. Me armé con el poco valor que tenía me acerqué a dónde estaba sentado.

-Hola- dije, sin poder mirarle directamente a los ojos-¿Podemos hablar un minuto?-

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