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La clase de las 80 paginas...

Dos años y siete meses pasaron volando. Adam finalmente logró llegar a las 80 páginas a la edad de 15 años. Sus compañeros de clase también lograron el mismo hito respectivamente, como había dicho Aquiles: todos avanzaron al mismo ritmo o no avanzaría con la clase.

La siguiente meta era lograr las 100 páginas tanto para Adam como para sus compañeros de clase, parecería ser que sí habría una celebración oficial al llegar a esa cantidad, por lo cual Adam estaba muy emocionado por lograrlo.

En estos dos largos años ocurrieron muchas cosas para Adam, pero por suerte ninguna que pusiera su vida en riesgo. La negociación con librillos estaba tomándose mucho tiempo y el viejo sin ojos parecía no tener apuro; en cambio, Adam tenía todo el apuro del mundo.

Ya habían sido muchas las veces que el joven héroe tuvo que salir corriendo por miedo de provocar a algún lunático en el piso inferior 5, por suerte todo terminó sin muchas complicaciones una vez que corría hacia la cueva. Pero el miedo de tener que escapar de un lunático seguía quedando impreso en el corazón de Adam.

Los librillos no eran tan fáciles de convencer, en general estaban acostumbrados a su vida sin muchas preocupaciones, por lo cual la gran mayoría de ellos solo ignoraban a Adam y continuaban con su pacífica vida comiendo polvo. Los pocos librillos que respondían la propuesta de Adam pedían tanto que el viejo sin ojos se negaba a aceptar la oferta, por lo cual la negociación nunca avanzaba.

Por suerte, la familia de madera blanca tampoco parecía tener apuros. En sus tiempos de estantería parecería ser que 2 años era poco tiempo y todavía no le decían nada a Adam por tomarse tanto tiempo en conseguir los librillos.

Aunque esta nueva rutina como negociante y buscador de librillos era un poco más emocionante para Adam que únicamente esperar en las escaleras. Según su padrino: ya haber conseguido un libro mágico utilizable antes de conseguir su capa negra era algo que muy pocos bibliotecarios habían logrado.

Además, esperar en el piso 4 no era tan buena idea como antes solía serlo, poco a poco la situación se estaba descontrolando cada vez más y la frecuencia con la que aparecían criaturas peligrosas no hacían más que aumentar.

Prácticamente, todos los días desaparecía al menos un bibliotecario y los guardias no daban abasto para controlar la situación, por lo que a Adam ya no le gustaba permanecer mucho tiempo en ese piso y solo iba para ir a la escuela.

En estos años, Adam visitó el mercado con bastante frecuencia para comprar alguna que otra tontería y buscar objetos interesantes a la venta; no obstante, con el tiempo el joven héroe se fue dando cuenta que los caracteres únicamente servían para comprar las cosas básicas para tener un buen estilo de vida. Pero los secretos, información y libros mágicos no se podían comprar o al menos no se podían comprar en el mercado de los pisos medios, que era el único que Adam conocía.

Aunque el niño no se quejaba, la ventaja de ser rico era no tener que trabajar para comprar su comida. Si bien la cueva lo ayudaba: abasteciéndolo de comida infinita, comer todos los días champiñones azulados comenzó a ser una tortura para Adam, por lo que investigaba el mercado con más frecuencia para buscar provisiones.

El día de hoy, para celebrar las 80 páginas, Aquiles les pidió a todos los estudiantes que asistieran a clases unas horas antes de lo normal, en consecuencia Adam supuso que iba a tener otra clase especial.

El joven héroe estaba super-emocionado por la posible clase especial; en tantos años estudiando se dio cuenta de que las únicas dos clases especiales que tuvo fueron las mejores lecciones de su vida en la escuela hasta ahora.

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