Después de marcharse del Baxter ambos fueron a cenar en un lujoso restaurante donde se le unieron poco después Gwen y Felicia. Al parecer Felicia había ganado esta vez y se había salido con la suya después del robo que había realizado. Cuando terminaron de cenar dejaron a Ororo en la academia donde Aegon aprovechó para pasar un rato con Rogue y ver cómo iban los preparativos para el viaje a Egipto. Luego de marcharse de la academia mutante dejaron a Gwen en su casa y Aegon y Felicia regresaron a la Torre Targaryen donde el resto los esperaban.
Al día siguiente cuando Aegon se despertó como ya era costumbre estaba rodeado de sus mujeres. Después de refrescar su vista con el bello paisaje que ofrecía su habitación comenzó a pensar que pronto tendría que encontrar una vía para poder lidiar con el creciente número de mujeres. Muchos le dirían que solo tiene que dejar de agregar más mujeres a su harem, pero él de seguro los bañaría con amaterasu por decir tal sacrilegio.
Sin embargo, era cierto que tenía que pensar en algo. Los clones eran bastante útiles, pero no los utilizaría para que tuvieran sexo con sus mujeres. Por ahora estaba trabajando en una nueva técnica que serviría de solución si todo salía bien.
Aegon se escabulló en silencio de la habitación y fue a ver a sus vampiras, había prometido que las dejaría beber de su sangre antes de viajar a Egipto. A esas horas de la mañana los X-Men ya debían estar rumbo a Egipto, él viajaría más tarde. Ananastasia y Alyssa junto al resto se preparaban para irse a dormir cuando Aegon llegó al piso de las vampiras. De más está decir que terminó dándoles algo más que su sangre.
Ahora si era el momento de marcharse, ya se había despedido de todas. Estaba por abrir una Garganta a Egipto cuando pensó que si iba a estar cuidando en secreto a los X-Men bien que podría llevar a alguien con él y así no se aburriría. Después de pensarlo un poco pensó en alguien que podría ser muy útil si es que necesitaba algún tipo de ayuda.
En una mansión en Los Hamptons una mujer con una belleza casi mística estaba observando en el internet diferentes vehículos de lujos tratando de decidir cual se vería mejor con ella cuando uno particular llamó su atención. El automóvil en cuestión era un deportivo descapotable de color purpura muy llamativo, pero lo que más había llamado su atención era el nombre de la compañía que producía este vehículo, Targaryen Motors. "Parece que tendré que hacerle una visita a ese muñeco después de todo. Aunque mejor sería llamarlo y que venga aquí así podría disfrutar de su compañía. Rayos, ahora tengo que cambiarme las panty, condenado dios, mira que hacer que una mujer como yo se moje solo de pensar en él."
Mientras Morgana fantaseaba recordando la noche que había pasado con Aegon un portal que ella conocía bastante bien se abrió en la parte trasera de la mansión atrayendo la atención de la bella hechicera que pudo sentir la distorsión en el espacio gracias a múltiples barreras que cubrían la mansión. Era como si sus plegarias hubieran sido escuchadas y sus necesidades femeninas estaban por ser satisfechas.
"Y yo aquí pensando que había sido olvidada." Le dijo a Aegon al verlo entrar a la casa mientras se acomodaba en una posición bastante sexual en el sofá donde estaba sentada.
"¿Olvidarte? No sabía que pudieras bromear." Aegon se acercó a la hechicera y la levantó del sofá confundiéndola, pero luego se relajó al ver como él se sentaba y colocaba a ella sobre sus piernas rodeándola en sus brazos. "¿Cómo podría olvidar a una mujer tan hermosa y seductora? Casi pienso que me tienes bajo algún hechizo."
"Así que puedes ser encantador cuando quieres. Tal vez deba recompensarte." La hechicera comenzó a besar al joven dios que en solo una noche la había hecho adicta a sus caricias. Cuando la hechicera se detuvo Aegon le preguntó. "¿Eso significa que me extrañaste?"
"No te halagues a ti mismo, eres útil para satisfacer ciertas necesidades." Le respondió mientras pasaba una mano por la entrepierna de Aegon. "Además, hay algo que me gustaría tener y eres el más indicado para ello."
Aegon pensó que Morgana le saldría con alguna tontería que tendría que rechazar, pero se sorprendió cuando le mostró en una laptop la imagen de uno de sus autos. La hechicera definitivamente se estaba adaptando bastante bien a la vida en la Tierra y ciertamente le gustaba vivir rodeada de lujos. No viendo problemas con ello Aegon le envió el contacto de Lorelei. "Este es el número de Lorelei, hazle una llamada y ella se hará cargo de todo."
"Sabía que no dirías que no." Estaba por comenzar a desabotonar la camisa de Aegon cuando este la detuvo haciendo que ella le diera una mirada molesta. "Estoy un poco contra reloj, tengo un asunto importante que atender en Egipto. El motivo por el que pasé por aquí es para ver si te interesaba acompañarme."
Morgana se levantó de su regazo y se quedó en silencio por unos segundos antes de responder. "Supongo que es una buena oportunidad, ahora que lo pienso, no he salido de Los Hamptons desde que llegué y ha pasado bastante tiempo desde la última vez que estuve en Egipto. Está bien, te acompañaré si tanto lo deseas, pero espero que me recompenses por terminar arruinando mi humor hoy." Aegon la miró detenidamente con un rostro inexpresivo para luego dejar escapar un suspiro, era mejor no hacerle caso. De todos modos, iba a recompensarla bastante, hasta el punto en que no pudiera más.
"Entonces nos marchamos ahora mismo. ¿Necesitas algo?" Morgana hizo un chasquido de sus dedos y ahora vestía un hermoso vestido negro y verde. "Por favor soy una hechicera."
Con Morgana lista Aegon abrió una Garganta hacia Egipto. Una técnica fabulosa, capaz de rasgar el tejido de la realidad. Morgana estaba muy impresionada. La vez anterior no había tenido la oportunidad de observar con detenimiento la habilidad de Aegon, pero ahora que le prestaba atención estaba sin palabras. Con esa habilidad Aegon podría viajar entre dimensiones con suma facilidad.
[TRES DÍAS DESPUÉS]
Durante los tres días que habían pasado en Egipto Aegon no había hecho mucho aparte de desarrollar la nueva técnica que le serviría en la gestión de su harem. Algunos cuervos observaban desde lejos ambos equipos de X-Men. Él pensaba que para ser un grupo bastante grande con una amplia variedad de poderes además de la asistencia del profesor, para esta altura ya habrían dado con Apocalipsis. Ya comenzaba a creer que tal vez estaba equivocado y Apocalipsis seguía invernando o tal vez ni siquiera existía en este mundo.
Aparte de entrenar también visitaba a las chicas mientras Morgana descasaba. En los dos primeros días la pobre hechicera apenas tenía fuerza para levantarse de cama y al tercer día se marchó a recorrer las calles de Egipto diciéndole que necesitaba algo de tiempo a solas antes de convertirse en la primera mujer en morir por tener mucho sexo.
Hoy parecía ser un día aburrido como la mayoría cuando no se encontraba haciendo gemir a una de sus mujeres, paseando en uno de sus vehículos de lujo o con algún videojuego. Targaryen Motors había comenzado como un hobby, pero luego comenzó a requerir que tuviese que trabajar de manera seria y el trabajo era algo que había dejado atrás en su vida pasada, un sentimiento que no quería volver recordar.
El aburrimiento parecía que iba a terminar cuando algunos de los cuervos que tenía por la ciudad observaron dos grupos de mutantes diferentes. En uno de los grupos hubo una persona que reconoció y no comprendía como era que se había olvidado de ella hasta ahora. Se imaginaba que ambos grupos estaban en Egipto por el mismo motivo que los X-Men, Apocalipsis. Tal vez ahora todo se torne más interesante. Estaba por salir del hotel cuando sintió una presencia conocida bastante cerca, alguien que no debería estar aquí.
Pensando en que debía hacer nuevamente sintió otra presencia en las afuera de la ciudad en medio del desierto. Era como si todos hubieran decidido aparecer hoy. No conocía quien era la última presencia que había sentido, pero solo podía imaginar en ese momento a un solo mutante cuya presencia se sintiera tan fuerte a pesar de lo lejos que estaba.
Sintiendo como los X-Men, los otros dos grupos de mutantes y la chica que había recién llegado se dirigían en dirección del último mutante que se había mostrado Aegon se marchó a buscar a Morgana para luego dirigirse hacia donde se terminarían reuniendo.
[AEGON POV]
Morgana se encontraba en un café al aire libre observando la vida cotidiana de los habitantes o al menos eso es lo que me pareció cuando la vi. Ella parece disfrutar de las cosas más sencillas. "¿Planeando algún plan malévolo?" Bromee al preguntarle.
"Tal vez, estaba pensando como someter a cierto dios para convertirlo en mi sirviente." Me respondió con ese tono arrogante pero elegante que posee. "No deberías decir ese tipo de cosas, que tal si ese dios te escucha y decide castigarte por ser una mala chica."
Desconozco que mirada le estaba dando, pero noté como se puso un poco pálida la escucharme, no era miedo, era preocupación lo que podía ver en su rostro. "No pongas esa cara seré bastante tierno."
"Se lo tierno que eres y eso es peligroso." Bien no entiendo a qué se refiere así que solo lo ignoraré. "Lo siento por interrumpirte, pero es hora de ponernos en marcha, todos han comenzado a moverse." Ya la he puesto al tanto de lo que hacemos en Egipto así que entendió de inmediato. "Supongo que todas esas extrañas presencias que sentí. Algunas son más fuertes que otras, pero dos en particular diría que son peculiares."
"Venga hablemos en el camino." De esta manera nos pusimos en marcha hacia el desierto.
"Mantente alerta en todo momento, ya has sentido como otros grupos se dirigen en la misma dirección. Es posible que se torne una batalla entre varias fuerzas, ninguna de ellas aliadas hasta el momento."
"No me tomes como una damisela, yo ya marchaba a la guerra mucho antes de que pensaras nacer." Bueno, en eso tiene razón. "Solo recuerda que tu trabajo es asegurarse que todos X-Men escapen."
"Y, por cierto. Luces bastante bien para tu edad." Así es como tuve que esquivar algunas bolas de fuego que terminaron llamando la atención de uno de los grupos de mutantes. Fácilmente pude reconocerlos cuando vi que el hombre que iba al frente de todos llevaba un casco bastante conocido puesto.