Después de que Samara se fue, Álvaro puso en marcha el plan de su transferencia. Lo hizo de una manera tan sigilosa que nadie se dio cuenta de cuando se fue. Cuando Samara se enteró de que él había sido transferido ya era la hora de la cena. Ella le había preparado una sopa, pero cuando le pidió a Josué que la llevara, él le conto que Álvaro ya no estaba en ese hospital y tampoco le informo donde estaba. Sabía que le había hecho mucho daño.
Josué miro a Samara y pregunto en voz baja:
-Señora, el señor me mando que le preguntara, esta vez después de volver, ¿Qué quiere hacer? Siempre y cuando necesita la fuerza de la familia Ayala, estará a su disposición.
- ¡Quiero verlo!
Josué dijo titubeando:
-Señora, no me ponga en un dilema. Sabe que nadie puede cambiar las decisiones del señor Álvaro. Me dijo que le daría cualquier cosa que quiera, incluso su vida. Pero ahora no quiere verte.
Samara volvió a sentirse pesada. Ella no sabía qué hacer y sentía que su corazón estaba destrozado.
- ¿Jaime ha confesado? -Samara tuvo que cambiar sus emociones, de lo contrario, no sabía que podía hacer. Se sentiría decepcionada si su mal humor afectara a su hijo.
Josué negó con la cabeza y dijo:
-No, puede que este esperando algo.
- ¿Puedo salir de casa? No voy a buscar a Álvaro, ¿tampoco puedo salir para hacer otras cosas?
Las palabras de Samara hicieron que Josué no supiera que responder.
-Necesito consultarlo con el señor Álvaro.
-Vale.
Samara era callada y obediente, pero Josué pudo ver que había perdido la esperanza a través de sus ojos. Ahora, Samara vivía como una muerta viva, completamente desprovista de emociones, lo que hacía que se pareciera a Álvaro cuando ella no estaba.
Sacudió la cabeza otra vez. En cuanto a la relación entre Álvaro y Samara y su historia actual, Josué no sabía que podía decir, ni sabia como podía ayudarlos. Solo esperaba que los dos pudieran superar este obstáculo y estar juntos.
Josué suspiro y llamo a Álvaro. Álvaro se quedó en silencio un rato y dijo:
-Síguela, sin importar donde vaya. Debes garantizar su seguridad.
-Señor, está preocupado, así que, ¿Por qué…? -Josué quería persuadirlo, pero antes de que pudiera decir algo, Álvaro ya había colgado el teléfono.
Después de colgar el teléfono, Josué le dijo a Samara:
-El señor ha dicho que puede ir a donde quiera, pero estaré a su lado en todo momento.
-Está bien. -Samara no esperaba que el la soltara por completo, ella entendía la inseguridad y tristeza de Álvaro.
A la hora de la cena, la temperatura corporal de Adriano aún era bastante elevada. Samara estaba preocupada.
- ¿Cuánto tiempo ha durado la enfermedad de Adriano?
-No tanto, su fiebre empezó por la noche. -Isaac trataba a Samara como siempre.
Samara estaba un poco confundida.
- ¿Por qué de repente se puso enfermo? ¿Ha visto a algún medico?
-Si y el medico dijo que tenía un resfriado que hizo daño a su estómago, pero Adriano siempre ha tenido un cuerpo fuerte. Esta vez, tiene vómitos y diarrea, fiebre y estoy un poco preocupado. -Isaac frunció las cejas.
Eduardo no tenía mucho apetito y susurro:
-Mama, ¿deberíamos contárselo a Álvaro? Adriano está diciendo tonterías estos días.
- ¿Tonterías? ¿Qué ha dicho? -Samara estaba perpleja.
Eduardo susurro:
-Siempre grita llamando a su mama.
Samara estaba sorprendida. la madre de Adriano estaba en la cárcel y nadie se lo había contado al niño. Ahora, Adriano era su tabla de salvación, ¿podría ser que Rebeca le había hecho algo al niño?
- ¿Cuántos sirvientes en esta casa son recién llegados? En concreto, ¿Cuántos han sido contratados por Rebeca?
La pregunta de Samara hizo que Olga estuviera un poco aturdida, pero rápidamente dijo:
-Durante los últimos 2 o 3 años, hemos contratado a 3 sirvientes nuevos, pero no son contratados por la señora Rebeca, sino por Anabel. ¿Qué pasa? ¿hay algún problema?
-Trae todas las comidas de la noche anterior y manda que una persona de confianza las analice. Por cierto, ayuda a Adriano a vestirse. Isaac, llevaremos a Adriano al hospital. -decidió ella inmediatamente, viendo que la situación era irregular.
Al ver que Samara era tan discreta, Isaac también se puso nervioso.
-Mama, yo también quiero ir.
Parecía que Eduardo se había dado cuenta de algo, por lo que agarro con fuerza la mano de Samara. al ver la mirada resuelta de su hijo, ella también se preocupó por tener que dejarlo solo en la mansión, así que estuvo de acuerdo.
Por alguna razón, Samara confiaba en el Hospital Militar en particular. Por si acaso, llamo a Javier. Javier estaba muy feliz con su llamada. Sin embargo, cuando escucho que esta llamada era por Adriano, se sintió un poco abatido.
Después de todo era un hombre con una gran capacidad de autocontrol, así que ajusto rápidamente sus emociones y se dirigió al Hospital Militar a toda prisa. Samara salió junto con Eduardo e Isaac de la mansión.
- ¡Lo examinare cuidadosamente! -el director hizo una seña con la cabeza a Samara y llevo a Adriano a la sala de análisis.
Samara de repente sintió que había ignorado algo.
-Josué, envía a alguien a preparar una emboscada alrededor de la comisaria. Me temo que, esta noche, alguien entrara para rescatar a Rebeca.
Josué estaba un poco aturdido y dijo:
-Pero señorita Samara, ¿no le parece algo imposible? De todas formas, es una comisaría.
-Siempre es adecuado ser precavido. En el mejor de los casos, simplemente pasaremos una noche normal. Yo espero sinceramente que sea una noche pacífica. Si es así, invitare al personal a un rico desayuno.
Josué inmediatamente dispuso al personal. Javier sabia quien estaba retenida en la cárcel, pero estaba un poco confundido.
- ¿Desconfías de algo?
-Adriano es un niño muy fácil de cuidar. Apenas se enferma, pero anoche perdió la conciencia. Sospecho que no está enfermo, lo han envenenado.
- ¿Qué? -Javier estaba un poco sorprendido - ¿Tienes alguna evidencia?
-No, es solo mi instinto. Si yo fuera Rebeca, llegando a esta situación, en vez de hacer frente a la muerte en prisión, tendría que luchar por mí misma. Además, Cecilia esta libre y estos días no ha tenido ningún comportamiento desmesurado, ni me ha vuelto a molestar. No es su estilo a menos que tenga algo más importante que hacer. -analizo Samara tranquilamente.
De repente, Javier lo entendió.
- ¿Quieres decir que tienen a Adriano como su última oportunidad de salir de este caos?
-Supongo que sí. Siempre y cuando Adriano este en sus manos, tendrán una oportunidad. -dijo Samara con indiferencia, sin revelar ninguna emoción.
Javier sintió que Samara había perdido algo, era tan indiferente. Él estaba completamente confundido, pero sintió que, por un momento, no era adecuado hacer preguntas, por lo que solo podía decir en voz baja:
-Supongo que Cecilia no es tan valiente como para ir a rescatar a la prisionera, ¿verdad?
-No lo se. -Samara permaneció en silencio.
Aunque Eduardo no entendía lo que ellos estaban diciendo, podía decir que el asunto estaba relacionado con que la enfermedad de Adriano no era normal. Entretanto, sus ojos estaban entrecerrados.
Al ver que su hijo no hablaba, Samara pensó que podría estar asustado. Ella le dio unas palmaditas en la espalda y dijo:
-No tengas miedo, estoy aquí.
-No tengo miedo, solo estoy preocupado.
Samara no dijo nada. Ella sabía lo que significaba Adriano para Álvaro, si le pasaba algo el estaría infeliz el resto de su vida. Hacía tiempo que Adriano estaba en la sala de análisis y ellos esperaban con ansiedad. Eduardo no podía esperar más y quería entras, pero Samara lo detuvo.
-Espera un poco, confía en el medico y también en Adriano. Aunque no es tan inteligente como tú, es un hijo de la familia Ayala, así que, no será tan débil.
Eduardo asintió y se calmó. Otra media hora más tarde, finalmente la puerta se abrió y el director salió exhausto.
-director, ¿Cómo va? -pregunto Samara con reocupación.
El director la miro y luego miro a Javier susurrando:
-Necesito ver a Álvaro, tengo algo que contarle.
-Conoce la situación de salud del señor Álvaro, con el fin de recuperarse se ha transferido a otro hospital. De ahí en adelante, soy responsable de todos los asuntos de Adriano. Director, si tiene algo que decir, puedo decirlo directamente. -declaro Samara.
Javier estaba ligeramente aturdido y el director también estaba un poco sorprendido. Aunque sabía que Samara y Álvaro tenían una buena relación, ¿ella podría representar realmente a la familia Ayala?
Al ver que el director estaba confundido, Josué dio un paso adelante y dijo:
-El señor Álvaro ha dicho que la señorita Samara puede decidir todos los asuntos de la familia Ayala. Director, si tiene algo que decir, siga en frente.
Al escuchar las palabras de Josué, al instante Samara se sintió pesada. En ese contexto, Álvaro todavía le daba su absoluta confianza y todo su cariño, pero no quería verla.