- ¡Ah! -grito Samara alarmada, mientras Álvaro la acogía en sus brazos.
Cuando se tocaron, un sentimiento que no habían tenido hace mucho tiempo volvió a llenarlos, haciendo que se quedaran aturdidos unos segundos. A Álvaro todavía le dolía mucho la herida, pero en ese momento no importaba el dolor que sintiera. El helicóptero estaba en turbulencias y Josué dijo rápidamente:
-Señor, pasaremos por pequeños baches. -antes de que pudiera terminar sus palabras, se dio la vuelta y vio a Álvaro y Samara abrazándose. Rápidamente cerro la boca y continúo haciéndose el mudo, pero sus palabras hicieron que los dos se soltaran rápidamente.
Álvaro era reacio a separarse de ella. La persona que tenia en sus brazos era su mujer, pero no podía hacer nada y no se atrevía a hacerlo. Samara se sentía un poco avergonzada. Así que se sentó rápidamente y s abrocho el cinturón.
Si no hubiera tratado las heridas de Álvaro, no habría olvidado abrochárselo. Ahora que Josué los había visto, sentía que había sido un momento embarazoso. Los dos se quedaron sin palabras por unos momentos. La atmosfera era algo incomoda, por lo que Josué no pudo decir nada en ese momento.
Tardaron mas de una hora en llegar a Ciudad H, cuando estaban aterrizando, se podía ver que Samara estaba ansiosa y emocionada. Álvaro se puso el abrigo para ocultar sus heridas, aunque la familia Ayala siempre tuvo mucho derecho en Ciudad H, todavía había gente que les tenían envidia. También tenia muchos enemigos. Si se revelaba que Álvaro tenía mala salud, probablemente habría muchas personas que querían aprovechar esta oportunidad para quitarle la vida.
Después de todo, si Álvaro muriera, la familia Ayala se colapsaría y esas empresas serian divididas por otras familias. La realidad era cruel. Álvaro se había puesto el abrigo y Samara no podía esperar para bajar del helicóptero.
El tiempo era sombrío y hacia que la gente se sintiera incomoda y deprimida. Después de bajarse del helicóptero, Álvaro agarro con fuerza la mano de Samara y susurro:
-No te preocupes, estoy aquí para ti.
Ella quería retirar su mano, pero la sujetaba con mucha fuerza, por lo que solo podía dejarlo. Josué ya había arreglado un coche para que los recogiera. Ellos subieron y rápidamente condujeron hacia donde vivía la familia Arias.
Habían pasado ocho años desde que Samara volvió por este camino. Cuando se caso con la familia Ayala, Samara intento volver a su propia familia para aliviar su relación con sus padres, pero su padre la golpeo para expulsarla y su madre hizo la vista gorda. También fue porque su regreso hizo que su madre estuviera gravemente enferma y casi muriera. Después de eso, Samara no se atrevió a volver.
Ella aprovechaba cuando su madre hacia compras o caminaba por la calle para espiarla. Incluso compro en secreto algo y pidió a los sirvientes de la casa que se lo dieran a sus padres en nombre de otras personas. Sin embargo, este asunto fue descubierto mas tarde y arrojaron todo lo que compro y alegaron que no tenían ninguna hija.
Samara lloro en secreto inúmeras veces, pero no podía hacer nada. No podía cambiar la terquedad de sus padres en absoluto y ella se avergonzaba de molestar a Álvaro para que la ayudara a recuperar su relación.
Mas tarde, cuando se entero de que estaba embarazada, con mucha alegría quiso volver y decírselo a su madre, con la esperanza de poder persuadirlos con el bebe para hacer que sus padres la aceptaran. Antes de poder hacer todo esto, no esperaba casi morir en el incendio que los separo otros cinco años.
El tiempo paso volando. Ocho años habían pasado. Ella no sabía cómo habían envejecido sus padres, ni sabia si tenían algún problema de salud. Samara pensaba mucho en ellos. Mirando la calle, sentía que sus ojos estaban húmedos.
Al ver la tristeza de Samara, Álvaro la acerco y atrapo en sus brazos. Samara intento liberarse, pero no lo logro. Justo cuando estaba a punto de enfadarse, Álvaro dijo:
-Perdóname por todas las injusticias que sufriste esos tres años, yo solo estaba ocupado por mi trabajo y yo nunca pensé que deseabas la aceptación de tus padres, no te acompañe a pedirles perdón. Fue una negligencia como marido.
Samara esperaba que Álvaro dijera esto, ella también pensaba que las injusticias las causo ella misma, eran las consecuencias de enamorarse de ese hombre. Ella realmente hizo todo por el. Sin embargo, después de tantos años, cuando lo escucho decir eso, se emociono y no pudo evitar llorar.
-No llores. Todo esto es culpa mía. Si te sientes mal, castígame, pero no llores. Tus lagrimas son mas penetrantes que los cuchillos, me duele el corazón. -Álvaro consolaba a Samara en voz baja.
Josué estaba tan sorprendido que se quedo con la boca abierta, el no podía creerlo. Sin embargo, Samara parecía haber sufrido muchas injusticias y al escuchar las palabras de Álvaro, no dudo en morderle el hombro.
- ¡Huy!
Lo mordió con mucha fuerza. A pesar de que Álvaro estaba preparado para esto, todavía no pudo evitar soltar un grito y los músculos se tensaron inconscientemente. Sin embargo, rápidamente se dio cuenta de que Samara no tenía intenciones de soltarlo.
Parecía que Samara quería expresar las injusticias que había sufrido en los últimos años a través de esa mordida. Ella no dudaba en tensar cada vez mas la mandíbula, entonces no tardo mucho y sintió un leve sabor a sangre en la boca, mezclado con las lagrimas sintió un indescriptible sabor amargo y salado.
En el pasado, Álvaro no la mimaría así. Aunque Samara no quería admitirlo, esta vez después de volver, Álvaro había cambiado, haciendo que no lo conociera y fuera incapaz de controlar su propio corazón.
Ella lo soltó y lo empujo. Álvaro quería secarle las lágrimas, pero ella lo volvió a empujar.
- ¡No me toques! -esta frase claramente significaba un rechazo y el no sabia por que estaba enfadada.
Álvaro suspiro y la atrajo con fuerza a su abrazo, le limpio las lagrimas y susurro:
-Aunque tal vez tus padres no te reconozcan ahora, ¿realmente quieres que te vean llorando?
Esto calmo a Samara. Había pensado muchas veces en volver a ver a sus padres, pero no sabia si debía decirles que era su hija. Ahora que su casa estaba justo en frente a ella, se puso tímida.
- ¿Cómo han estado en los últimos años? -Samara quería preguntarle eso a Álvaro, pero las palabras salieron inconscientemente.
Álvaro contesto suavemente:
-Mas o menos. Casi murieron de tristeza cuando supieron del incendio. Afortunadamente, lograron sobrevivir. Sin embargo, están viviendo en el pasado. Si les dices ahora que estas viva, tal vez te acepten felizmente.
Sin embargo, Samara no se atrevió a ser optimista. Conocía mejor que nadie como eran sus padres. Con tal resultado, especialmente cuando ella tuviera que volver a Estados Unidos, no era el momento conveniente para que sus padres supieran su identidad ni lo que quería hacer. De lo contrario, era difícil garantizar que sus padres no se alejarían de ella otra vez.
Después de todo, a los ojos de sus padres, la vida de cualquiera era valiosa. Samara ya no hablaba, pero parecía preocupada.
Álvaro sentía que esta vez Samara había vuelto ocultado muchas cosas, pero no quería decir nada ya que no pudo encontrar nada. Solo podía suspirar, quería decir algo, pero opto por el silencio.
Cuando el coche llego a la puerta principal de la familia Arias, las lagrimas volvieron a surgir en los ojos de Samara. Este era el lugar donde ella había crecido y donde había vivido durante mas de veinte años. Ella solía ser el tesoro de sus padres, pero ya no lo era.
Samara de repente se volvio tímida. Se agarro con fuerza al reposabrazos del asiento t se puso pálida. Incluso si cuerpo temblaba ligeramente. Fijaba los ojos en dirección a la puerta, pero sus pies parecían pesar tanto que no podía moverse en absoluto.
Álvaro entendió como se sentía, que se puso tímida cuando se acercaba a casa. Sostuvo con fuerza la mano de Samara. El calor de su mano la hizo recuperar la consciencia. Sus ojos estaban llenos de confusión, timidez, emoción y complejidad indescriptible.
El corazón de Álvaro se tensó. Sujeto a Samara en sus brazos y dijo en voz baja:
-Recuerda, ahora eres mi secretaria, Catalina. Solo eres una buena amiga de Samara, viniste a verlos en nombre de tu amiga. Con esto, puedes calmarte. Aunque no se por que no quieres decirles la verdad ahora, ya que has decidido no hacerlo, te ayudare.
La mente se Samara se complicó aún más. Álvaro no era una persona estúpida, al contrario, era tan inteligente que la gente le tenia miedo. Podía decir a simple vista que no quería revelar su identidad, pero no indago, ni pregunto la razón y además la reconforto y apoyo. Samara no sabia como responder, por eso, solo podía seguir a Álvaro bajando del coche y caminando hacia la casa de la familia Arias con un ritmo incomodo.
El conductor de la familia Arias seguía siendo el señor David. Ya no era joven, pero el señor Manuel aun no lo había reemplazado. Se podía ver lo nostálgico que era. Samara vio a David trasladar el equipaje de sus padres, pero no era tan ágil como antes. Mirando su cuerpo
encorvado, Samara sentía el impulso de llorar. Quería seguir adelante y saludar a David, pero era como si su garganta estuviera ahogada por algo y ni siquiera podía pronunciar una sola palabra.
Álvaro sujeto su mano con fuerza, lo hizo con tanta fuerza que Samara volvió a tener consciencia. Se veía tan deprimida. No le quedaba más remedio que seguir a Álvaro paso a paso hacia la casa de la familia Arias. Luego, una pareja que caminaba hacia ella hizo que sus ojos se llenaran de lagrimas.