ANTHONY
Había pasado casi dos años desde la última vez que lo ví, a decir verdad jamás lo olvide ya que un amor tan grande como el nuestro jamás se olvida.
Pero intenté olvidarlo, en verdad que lo intenté ya que era consciente de que acabaría volviendome loco si me permitía recordarlo todo el tiempo.
Rafael jamás dejó de ayudarme, no se despegó de mí y yo intenté empezar algo con él. En verdad que lo intenté. Sabía que él sería un gran amante y un esposo estupendo, sin embargo eramos conscientes de que jamás podríamos tener una relación.
Y todo por culpa del maldito de Gabriel, quien destruyó mi vida. Él y Mefis fueron lo peor que me pudieron pasar.
Esa tarde nevaba como nunca antes, era el día más frío del año. Rafael había conocido a alguien y apasaría algunos días con él en su mansión.
Era una belleza pelirroja de ojos violetas, según sus propias palabras. Y el único heredero de un prestigioso clan. Me gustaba verlo así de enamorado y al parecer, ser correspondido en el amor.
Rafael había pasado por mucho también, se merecía ser feliz. Pero eso me dejaba solo, ya que aquí no tenía amigos, salvo a Rafael por supuesto.
Lo que sucede es que no confío en nadie y no deseo volver a sufrir decepciones. Aunque eso me volvía solitario y dependiente de mi unico amigo Rafael. Esa tarde había bebido de más en uno de los bares más finos del lugar, solo por supuesto.
Si bien el lugar estaba repleto de personas, ninguna me dirigió la palabra. Así se movían en la aristocracia. A mi mente volvieron las imágenes de los diversos momentos que mi padre relató en su diario, que dejé en la mansión de Gabriel como todas mis pertenencias.
Aquí, mi papá sufrió lo indescriptible, y fue en ésta ciudad donde mi hermana y yo nacimos. Mi ciudad natal no está tan mal a decir verdad.
Los sitios que mi padre menciona en su diario ya dejaron de existir. Como la mayoría eran prostibulos y psiquiatricos, me dio placer saberlo.
Sin embargo había ido a ver la mansión de Orfen donde él y mi padre vivieron los únicos momentos felices, ese lugar seguía existiendo.
Pero no me permitieron entrar, aunque le dije al mayordomo que era el hijo de Liam Archer. Fue lo peor que pude hacer, ya que las palabras del mayordomo me hirieron en verdad.
- Anthony, no es bienvenido aquí ya que tanto Liam como Orfen les quitaron sus apellidos. No tiene derecho a entrar aquí. Vayase señor Anthony.
Aquello lo impulsó a ir a ese bar y emborracharse para olvidarlo todo. No quería recordar su patetica vida del otro lado del océano.
Pero el alcohol no pudo hacerme olvidar lo que deseaba dejar atrás. No soportaba mi existencia cuando alguien o algo me recordaba que hasta mi propio padre me dió la espalda.
Cuando sentí que el alcohol ya había sido demasiado, pague la cuenta y salí al frío del invierno. Como estaba cerca de casa había ido caminando. El viento helado me despabiló un poco.
Cuando iba a mitad del camino su voz me alcanzó, paralizandome al completo. Estaba detrás de mí.
- ¡Anthony! - su voz se notaba nerviosa. Voltee para poder verlo y comprobar que él estaba ahí, que no estaba loco.
-¿Gabriel? ¿Eres tú?
- Anthony, al fin te encuentro.
De repente no supe qué me pasó, ya que el moreo me invadió y no pude seguir en pie. Gabriel corrió a mí para sujetarme y evitar que caiga al suelo. Su calor humano me envolvió junto a su delicioso aroma.
- Gabriel...viniste por mí, menos mal...mi amor - murmuré antes de perder la conciencia.