La vieja señora Camden poseía un patrimonio de cientos de millones de dólares. Tenía autoridad y prestigio, tanto en su familia como en la ciudad. Estaba enfurecida por el hecho de que Jordan había intentado provocarla repetidamente, y estaba empeñada en hacer que se arrodillara y se sometiera.
Sin embargo, en ese momento, el caniche que la vieja señora sostenía en sus brazos saltó repentinamente de su abrazo y se abalanzó sobre él al verlo.
—¡Lucky!
La vieja anciana se quedó asombrada y se apresuró a llamar a su caniche, Lucky, pero éste se negó a escuchar y corrió hacia Jordan. Él lo agarró sonriendo mientras éste le lamía la mano sin cesar.
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