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HOMENAJES Y COQUETEOS INNECESARIOS

                                 (...)

Había comenzado octubre, un mes interesante. Me encontraba ordenando mis papeles en una carpeta, con el tiempo corriendo una maratón. Estaba llegando tarde a mi reinscripción en la facultad, a mamá y papá les pareció que dos meses era suficiente para mis pequeñas vacaciones de duelo. No me quejaba, internamente quería volver a la rutina, estar colmada en tareas, evaluaciones y proyectos es una gran distracción.

Salí de casa rumbo a la parada de autobuses, con mi mochila sobre los hombros y desenvolviendo mis auriculares de cable (porque los inalámbricos son un verdadero caos. Con batería poco duradera y por conectarse cuando tienen ganas. Que es casi nunca), comencé a caminar por la acera. Tres cuadras después, llegué a la parada, tarde por cierto. Ahí sólo había una chica, morena y de estatura baja, con un cabello hermoso y largo.

Muy observador de mi parte, escanear gente por las calles. Se me hizo costumbre.

—Disculpa, ¿cómo estás?. ¿Sabes hace cuanto pasó el último autobús por acá?, debería habrer pasado hace unos poco minutos.— Quité mi auricular y toqué el brazo de la chica para captar su atención. Parecía algo apurada.

—¡Hola!, sí, bueno yo llegué acá hace unos quince minutos y no pasó aún. Aunque en parte es culpa mía, no sé muy bien los horarios, soy nueva por esta ciudad.

—Bueno, bienvenida. Tengo los horarios en mi mochila, puedo dártelos si quieres. Tal vez hoy se atrasó un poco.—Abrí mi mochila para buscar los horarios que anoté de la estación.

—No tienes que hacerlo... Bueno, muchas gracias...

—Asia, es un gusto.—Levanté mi brazo en su dirección.—Yo ya me aprendí de memoria el horario, aunque a veces falla.

—Yo soy Axia, igualmente.—Estrechó y agitó ambas manos.

—Justo, viene el autobús.

Tomé un asiento al final del transporte y comenzó su recorrido. Al llegar, pude ver que la chica comenzó a correr hacia la entrada, posiblemente esté llegando tarde a alguna clase. Yo, por mi parte, caminé también a la entrada, directo a Secretaría para dejar y llenar mis papeles.

Comenzar mi último año, un mes después, parecía ser algo más tedioso que iniciar en tiempo y forma. Pero que podía hacer yo, así lo decidió la vida.

[...]

Llegó mi primer día. Estaba sentada en una de las mesas de adelante, esperando por un profesor, el señor Cavani, quien nos enseña las bellas artes de la literatura desde el inicio de la carrera. Un hombre reogrdete y adorable, calvo y con unas lindas gafas adornando su rostro redondo. Vestido con una camisa blanca, pantalones caqui y zapatos de vestir.

—¡Buenos días, pequeños buñuelos!. Espero que hayan venido con muchas ganas de estudiar porque, ahora que estamos completos,— Envió una dulce mirada a mi mesa.— vamos a iniciar un proyecto muy entretenido y especial por su último año.

Luego de algunos murmullos de parte de los alumnos, preguntándose de que podía tratar este proyecto. Suposiciones y dudas que fueron respondidas por una fotocopia con los detalles e indicaciones sobre el nuevo proyecto. Constaba de varios trabajos, donde uno de ellos es un significativo y especial homenaje a Kol. Aparentemente la dirección y profesores van a dedicarle un lindo sector en el pasillo de premios y méritos de alumnos y profesores, acompañado de una mención en el acto final. El resto del proyecto consta de un gran libro que va a ser presentado en una competencia de letras, donde compiten al rededor de 100 institutos educativos. Cada alumno va a presentar algún relato o historia corta para aportar al libro.

Para recibir más entusiasmo y participación, el señor Cavani cuenta este proyecto como el setenta por ciento de la notal final, tiene mi apoyo. Aunque no veo porque alguien no querría participar, se supone que si están acá es porque les gusta.

—Tienen todas las indicaciones en esa hoja, también en el grupo, revisen sus teléfonos. Cualquier duda que tengan hoy, pueden hacermela ahora, acercándose a mi escritorio. Si creen que es una duda  general, levanten la mano y no duden en preguntar.— Dio la vuelta a su escritorio para sentarse en su silla.— Señorita Wagner, venga por favor...

Me levanté de mi aisento mientras el resto de la clase se juntaba para hablar del proyecto (o eso espero).

—Quería hablarle del proyecyo, creo que usted tiene mucho que aportar en cuanto al homenaje al señor Giordano. Es de público conocimiento la amistad que tenían... que tienen, porque ese sentimiento no termina, créame... Le decía, voy a tomarme el atrevimiento de mandarle un mensaje por privado para comentarle la ayuda que necesitamos de usted. Puedo anotatselo en una hoja si así lo quiere, no dude en decírmelo.

Tragué el nudo que se formó en el fondo de mi garganta.

— Un mensaje está bien, profesor.

—Puede volver a su asiento.— Me levanté para  volver a mi asiento.— Señorita Wagner...— Me volví hacia el profesor.— Lo siento mucho, en verdad. Kol era una gran persona.

Con la voz rota y el corazón en las manos, respondí:

—Sí que lo era.

Le di una pequeña, débil y triste sonrisa para luego volver a mi asiento y contener mi llanto.

[...]

Era sábado, estaba sentada en mi mesa en "Al Capone Coffee" cuando me crucé con Corban en la recepción. Insistió en sentarse conmigo otra vez, con la excusa de ser invisible y no molestarme. Acepté riendo y pensando en quien le hizo tanto  daño como para tener que ser invisible al lado de alguien.

—Es la segunda vez que me ves, ¿verdad?.— Asentí prestándole más atención que hace un segundo.— Sé que vienes aquí seguido  hace mucho tiempo, pero estuve viniendo por aquí después de la priemra vez que nos sentamos juntos. Quería verte otra vez pero no viniste, te esperé cada día hasta hoy...

—¿Entonces si eres un pervertido?.—Bromeé haciéndolo reír.

Rió negando con la cabeza.

—Claro que no... Algún día voy a contártelo pero ahora, podría ahorrarme mucho tiempo si me dices que días vienes aquí ahora... Si queires claro.

—Ajá... Ahora vengo los sábados y domingos... No te confíes mucho los domingos, puedo fallar.

—Gracias... ¿Estudias?.

—¿Eres médium?.— Expulsó de su cuerpo una carcajada tan fuerte que tuve que mirar hacia todos lados para encontrarme con los ojos del resto de clientes sobre nosotros.

—Un médium tiene contacto con entidades, espíritus, ángeles y demonios. Como en las películas, ya sabes, 'La noche del demonio' y esas cosas. En todo caso sería adivino, pero no lo soy. A no ser que quieras que lo sea.

—Bien, sí, estudio. Estoy en mi último año.— Reí ocasionando una sonrisa en su rostro.— Y no, no quiero que seas adivino, gracias.

—¿Puedo adivinar lo que estudias?.— Asentí.— Escribes, no voy a decirte como es que lo sé, aunque es bastante obvio que lo haces. Debes estudiar algo relacionado a eso, sino sería extraño. ¿Perfeccionas tu escritura?, ¿Lector profesional?, lo creas o no hay gente que estudias eso. ¿Redaccionista?... No conozco otra cosa.—Negué a todas sus preguntas.

—No creo que exista eso de redaccionista. Estudio Letras y no te fíes mucho de eso que dijiste: conozco a alguien a quien le interesa mucho la literatura  y estudia algo totalmente opuesto.

—Letras... suena interesante.— Fruncí mi ceño recordando lo que dijo Corban al comienzo.

—Dijiste que era la primera vez que yo te veía. ¿A qué  te refieres con eso, tú me has visto antes?.

—Ya te he visto antes,sí. Hace mucho tiempo.— Estuvo pensativo un momento para luego, dejar crecer una sonrisa en su rostro.— Si quieres que te cuente cuando fue la primera vez  que te vi, tenemos que vernos más seguido. ¿Qué dices?.

—No busco un novio, Corban.

—No busco ser tu novio, Asia. — Rió imitando lo que habría sido mi tono.— No ahora por lo menos. Una amistad suena bien, puedes conocerme y darte cuenta de lo genial que soy... No es por querer conquistarte pero también tengo un perro.— Me guiñó un ojo mientras su sonrisa crecía.

Reí mientras comodaba mis cosas en la mochila.—Eso es totalmente innecesario, Corban Fray.

🌱¡BIENVENIDOS!

Recuerden que cualquier error será corregido al finalizar la historia. 💖

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