El interior de la limusina estaba lujosamente decorado.
Solo cuando Nora se sentó en él descubrió que el coche era extremadamente cómodo. El espacio del centro era muy amplio y había incluso una bandeja con vino tinto caro y copas de cristal sobre ella.
Cuando entró, el hombre le entregó una copa de vino.
Nora levantó las cejas y se la quitó. Antes de que pudiera hacer nada, Kelvin había agarrado otra copa de vino y la chocó con la suya, haciendo un melodioso tintineo con el ligero contacto.
El suave sonido resonó en la furgoneta. Solo por esa acción, Nora se aseguró de que el hombre no era Justin. Él no era tan pretencioso.
Las comisuras de sus labios se estrecharon y dejó la copa.
—Bebe y te diré quién soy —propuso Kelvin. El hombre tenía una sonrisa maliciosa en el rostro y estaba ligeramente inclinado hacia delante, con una actitud altiva y poderosa.
Con los ojos agachados, Nora le miró.
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