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Preludio del cambio 2.208

Viggo y Rosewisse continuaron practicando con la magia por más de ocho horas hasta que los materiales llegaron a su límite y después de un último ataque, ambos se quedaron pensando en el resultado. El mundo pintado con un suelo árido y murallas de roca solida se había llenado de cráteres y escombros por todos lados.

-Como lo pensaba- dijeron Viggo y Rosewisse al mismo tiempo al ver los resultados de su avance. Ellos se miraron a los ojos y asintieron. Viggo continuo -estos materiales llegaron a su límite. El acero de damasco es un buen conductor de mana, pero esto es todo lo que puede hacer-

-Ábrelo para ver los resultados- dijo Rosewisse

Viggo asintió, tomo la varita y la volteo con la punta mirando hacia abajo, giro la parte posterior como una tapa y la quito. Después saco el núcleo de la varita y vio que el acero de damasco estaba intacto, pero la piedra de la memoria hecha de piedra purpura transparente se había trizado.

-¿Qué material nos queda por probar?- preguntó Viggo, mirando el núcleo con la piedra hecho de acero de damasco con una forma cónica alargada.

-Ya lo hemos probado todo, incluso tu madre nos regaló el acero de damasco sin cobrarnos nada- respondió Rosewisse cruzando de brazos

-El problema del acero de damasco es que no es tan buen conductor. Por eso genera una sobrecarga en la piedra de la memoria y la rompe-

-¿No será que la piedra de la memoria es muy delicada?-

-Eso es otra manera de verlo, pero no estoy seguro. Padre dijo que no nos daría de los cristales de los que hizo los núcleos de nuestras varitas, así que hay que seguir buscando un sustituto-

-¿Acero asgardiano?- murmuro Rosewisse

Viggo le dio una mirada seria y Rosewisse hizo una mueca incomoda. Ella levantó los hombros como si no hubiera de otra, pero Viggo negó con la cabeza.

-No- dijo Viggo en un tono de voz frio -busquemos otro material o cuando vayamos a Midgar, iniciemos una búsqueda de acero asgardiano. No sacrificaremos tu armadura solo por una posibilidad-

-Podemos…- dijo Rosewisse

-No, es no- dijo Viggo mirándola a los ojos -está bien que tengas deseos de mejorar nuestra magia, pero no es necesario que sacrifiques tus cosas. Podemos hacerlo mejor, más eficiente y sin sacrificar nada. Atesora tus cosas-

-Yo, está bien, pero esto nos deja varados en este punto- respondió Rosewisse

-Eso está bien, todavía tienes que dominar el touki, no quiero que nada te pase-

-Por mucho que dominemos el touki, no quiere decir que estaremos a salvo- añadió Rosewisse -al final, sigue siendo una habilidad que nos deja expuestos a menos que la mantengamos activada-

-Eso, también es un problema- concordó Viggo -necesito una armadura mejor y tú también- soltó un suspiro y miró a Rosewisse -por ahora entrenemos, cuando la energía de la piedra del collar se restaure, volveremos a Midgar y liberaremos a la valkiria. Es una cámara de Odín, debe haber algo valioso-

-Querido, pareces un ladrón-

-A Odín no le hará falta, a nosotros sí. Lo que sea, debemos encontrar mejores recursos para poder luchar contra Thor-

-Sí- respondió Rosewisse

Viggo levantó su mirada al techo del cuadro pintado, una estructura rocosa llena de estalactitas después miró a Rosewisse y le preguntó -¿vamos a comer?-

Entonces Rosewisse cayó en cuenta de que no habían comido ni se habían detenido de lanzar magia ni hacer experimentos en más de ocho horas. En estos momentos deberían ser como las ocho o nueve de la noche. Por alguna razón ni se había acordado del hambre.

Rosewisse asintió y dijo -sí, vamos a comer, mañana continuamos-

-Mañana no puedo- dijo Viggo con una mueca incomoda

-¿Por qué…?- iba a preguntar Rosewisse, pero se acordó como en la mañana las mellizas le hicieron prometer a Viggo que ellos saldrían en una cita. Rosewisse se preguntó si ella también le debería pedir una cita. No sería malo, a pesar de lo incomodo que fue andar por las calles y atravesar las puertas, ese restaurante y la comida de la otra ves fueron muy buenos.

-Viggo- dijo Rosewisse de manera casual, pero justo Viggo le tomo de la mano y comenzó a caminar. Ella lo siguió al fondo del callejón, donde se veía una superficie rocosa y acuosa al mismo tiempo. Ellos lo atravesaron y se encontraron en la habitación de Viggo. Las ventanas habían sido cerradas, las luces prendidas y una mujer de cabello oscuro y una bebé pelirroja ocupaban la cama de Viggo. La mujer estaba recostada en la cama, con los ojos cerrados y el seno izquierdo al aire mientras la bebé estaba acostada a su lado bebiendo del seno. Viggo camino hasta Semiramis, le puso una sábana encima para que no estuviera desprotegida.

Semiramis abrió los parpados con dificultad, primero miró hacia adelante para ver si Uriel estaba bien y como la vio comiendo de lo más feliz, miró hacia arriba y vio a Viggo -¿Cómo estás querido?- preguntó ella con un tono de voz cansado

-Bien, descansa, voy a ir a comer y vengo de inmediato a la cama- dijo Viggo -¿Me llevo un rato a Uriel?-

-No, ella solo lleva unos minutos comiendo, lo más probable es que se enoje y tengas que traerla de vuelta- respondió Semiramis

-Entiendo, volveré de inmediato y te ayudare con Uriel-

-Beso- dijo Semiramis con una mirada somnolienta. Viggo sonrió, le dio un pequeño beso y ella apoyo su rostro en la almohada para al final, cerrar los ojos y dejar que Uriel se siga alimentando.

Viggo miró a Uriel que lo miraba con unos enormes ojos, como si no tuviera pensado dormir en toda la noche. Viggo negó con la cabeza, extendió su mano derecha y le acaricio sus finos cabellos rojos -deja dormir a tu madre- dijo Viggo, pero la bebé no hizo caso y continúo lactando.

Viggo enderezo su espalda y camino hasta Rosewisse, la tomo de la mano y salió de la habitación. Avanzaron por los pasillos, Rosewisse se apegó a Viggo y comentó -Uriel está hermosa-

-Sí, hermosa y grande- dijo Viggo

-¿Tú crees? Bueno, tú sabes- dijo Rosewisse de manera tímida

-Cuando pienses que está bien, me parece correcto. No tienes que pensar que, porque Semiramis me dio un hijo, tú tienes que hacerlo ahora. Por ejemplo, Sakura y Ana se mentalizaron para cuando cumplan veinte años. Mas que nada, porque ellas vienen de ese tipo de cultura. Las dos esperan tener hijos varones-

-¿Por qué? ¿No les gustan las niñas?- preguntó Rosewisse, que ella recordara, las mellizas eran cariñosas con Uriel ¿A lo mejor era porque era la hija de Viggo? Se preguntó.

-No, nada más que por cultura. En su tierra natal tienen un dicho "solo las mujeres de Esparta dan a luz a verdaderos hombres". Más que nada por eso, pero seguro que, si son niñas, serán hermosas igual que ellas-

-Yo quisiera una niña para que fuera valkiria- dijo Rosewisse -así yo le podría pasar mi armadura y la varita familiar-

-¿Los hombres no pueden ser parte de las valkirias?- preguntó Viggo asombrado, siempre pensó que las valkirias eran un grupo de guerreros que alcanzaban cierta fortaleza entre los vanir.

-Por su afinidad mágica y espiritual, solo pueden ser mujeres- dijo Rosewisse -hay hombres igual de fuertes que las valkirias, pero eso no quiere decir que tengan la misma disposición. Para empezar, cuando los hombres ocupan la magia Seidr, son corrompidos como los segadores. Su piel se vuelve amarilla, le salen cuernos y se vuelven agresivos-

-Entiendo- dijo Viggo y continúo conversando con Rosewisse sobre las valkirias. A pesar de que llevaban casi un año viviendo juntos, Viggo desconocía muchas cosas de la cultura y otras las daba por hecho. Todo esto le genero tanta curiosidad que tuvo el deseo de visitar Vanaheim y ver cómo vivían las personas.

Después de cenar, Viggo se fue a dormir a su cama en compañía de Semiramis mientras dejaban a Uriel en su cuna.

Esa noche Viggo volvió soñar con el palacio del dios rey. Aquella persona estaba sentada en su trono hecho de mármol blanco con un largo respaldo de más de tres metros de altura. Por delante había un muchacho, no debe haber tenido más de treinta años. Era la viva imagen de Ottar, solo que él siempre vestía como noble.

-Magnus- dijo el dios rey con voz gruesa y poderosa -¿Cuál es la razón de esta audiencia?-

-Mi rey- dijo Magnus arrodillándose a diez metros por delante del trono -he traído los documentos solicitados. Hice una investigación a fondo y realicé todo el seguimiento genealógico del héroe hasta su tercer antecesor-

-¿Los documentos?- pregunto el dios rey con voz poderosa

-Aquí- dijo Magnus sacando su mano de la espalda y mostrando una carpeta con papeles

-Puedes acercarte, Magnus. Solo ten cuidado- dijo el dios rey mirando a los lados de su trono. Había dos guerreros de prominente estatura y vestidos con poderosas armadura -estos muchachos son muy nerviosos-

Magnus mostro una sonrisa astuta y asintió. Él se levantó y miró a los dos guerreros con armaduras pesadas. Ambos llevaban grandes alabardas de dos metros de altura. Lo miraban a través del visor del casco. Magnus camino con los documentos en la mano y subió el primer escalón. Los guardias lo fueron siguiendo con la mirada mientras sostenían sus alabardas. Cualquiera diría que en cualquier momento saltarían sobre Magnus para matarlo. Sin embargo, mantuvieron la calma y Magnus ayudo moviéndose a paso lento.

Una vez que Magnus llego delante de Viggo, tendió los documentos, escucho el movimiento de los guerreros y miró hacia atrás. Entonces se dio cuenta que ambos estaban en posición de combate y apuntándolo con su alabarda.

-No lo tomes a mal- dijo el dios rey. Magnus miró hacia adelante y vio como el dios rey tomaba la carpeta. El dios rey abrió la carpeta y continuo mientras miraba el contenido -estos muchachos se toman muy en serio su trabajo-

-¿Cómo si tío necesitara la protección de alguien?- murmuro Magnus en un tono bajo y burlesco

-No seas así, Magnus- dijo el dios rey, encontrando lo que quería saber, lo apuntó con su dedo índice y lo señalo -ellos son personas que se han esforzado para servirme. A cambio, yo le sirvo a este reino y lo protejo. De lo contrario ¿Por qué guerreros tan excepcionales estarían bajo mi mando?-

-Es como dice tío- murmuro Magnus en voz baja -tío protege al reino y el reino protege al tío-

-Así es- murmuro el dios Rey, paso su uña por encima del árbol familiar y vio una veintena de nombres hasta que llego al que quería saber -ahora ya sabes a quien debes proteger y ayudar. Te lo encargo-

-¿Sí, tío?- pregunto Magnus

-Nada Magnus, solo murmuraba para mí. Como siempre, hiciste un buen trabajo, muchas gracias, esto servirá a nuestro reino-

-Entiendo, mi rey- dijo Magnus con un rostro serio que le recordaba a Ottar. Él se arrodillo delante del dios rey y la visión del futuro se desvaneció.

Viggo se sentó en la cama mientras respiraba con dificultad, cada vez estaba más seguro de que aquel dios rey era él. Sin embargo, dejando de lado lo que él creía, está vez fue como si aquel dios rey supiera que Viggo estaba viendo a través de él y le mostro los nombres de las personas claves. Aquella que dio a luz al héroe, quien era el héroe y quien fue el idiota que crio al héroe. Ahora Viggo entendía porque aquella persona tenía tantos malos hábitos y tomaba sus decisiones con la punta de lo que le colgaba entre las piernas.

-Santo cielo- murmuro Viggo -tanto mal que le has hecho a la humanidad y no te cansas, incluso cuando ya lo has perdido todo-

-Viggo, querido- dijo Semiramis, sentándose en la cama. Al igual que Viggo, estaba desnuda.

-Nada, amor- dijo Viggo, se dio la vuelta y aunque estaban las luces apagadas, pudo ver la silueta de Semiramis -solo tuve un sueño. Nada malo, al contrario, muy bueno. Mañana hablaremos, duerme, me iré a dar una ducha, estoy transpirado-

-Espera- dijo Semiramis -ahora quiero saber, todos los días te despiertas teniendo malos sueños y sintiendo pena. No es justo que solo me cuentes las cosas malas-

Viggo sonrió, miró a la silueta de la cuna, a un lado de la cama. Uriel parecía dormida. Viggo sonrió, le dio un beso a Semiramis y le tomo la mano -en ese caso, acompáñame a darme una ducha-

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