webnovel

Preludio del cambio 2.200

-El miedo es una cosa natural en las personas, todos sentimos miedo- dijo Kain con el tono de voz de un académico -lo importante es aceptarlo para que no te quite el dominio de tú cuerpo y mente, como te paso hace unos minutos-

Toda esta conversación nació en medio de un almuerzo que tenían Kain, Hera, Viggo y sus esposas, junto a la pequeña Uriel quien dormir en una cuna al lado de la mesa y cerca de Semiramis. Las ventanas del cuarto piso estaban semi abiertas, dejando entrar una brisa agradable mientras las cortinas ondeaban. El sonido de los cubiertos y el roce con los platos de porcelana era constante.

Kain, sentado en la cabecera de la mesa con Hera a su derecha y Viggo a su izquierda, hablaba sobre el miedo.

-¿Yo sentí miedo de Zeus?- preguntó Viggo con el ceño fruncido

-¿Y por qué no lo sentirías? ¿Crees que eres menos guerrero por sentir miedo de alguien insignificante?- preguntó Kain con una sonrisa en los labios -muchacho, no subestimes a las personas solo por su apariencia o estupidez. Sobre todo, esto último es lo más aterrador. He sido testigo de cómo personas idiotas que están más allá del punto de la salvación han logrado grandes cosas. A veces, reyes y emperadores son asesinados por los nobles más incompetentes. Reyes y emperadores que fueron un peligro para el mundo, heredan sus tronos de forma directa o indirecta a sus hijos más perezosos o tontos. Como se ve o piensa una persona no es lo importante. Lo que importa es lo que está dispuesto a hacer con tal de conseguir su objetivo. En ese aspecto, tener miedo de Zeus es lógico, ya que es alguien tan tonto que no tiene miedo al resultado de sus acciones o palabras. Ya lo oíste, él cree, porque realmente lo cree con fervor en su corazón, qué todo va a estar bien y que él va a volver a gobernar Orario, haciendo lo que se le dé la gana. Así que como te dije, está bien temer de Zeus. Él peligro son los extremos. Cuando tienes tanto miedo que no haces nada o cuando no temes y te vuelves insensible al peligro-

-Entiendo, padre- dijo Viggo -al final, volvemos a lo mismo, encontrar el balance en las cosas-

-Así es- añadió Hera, quien movía sus cubiertos con una suavidad y habilidad que ya quisieran tener todos. Ella dejo los cubiertos en su plato, tomo la copa de oro que tenía por delante de ella y bebió un sorbo de Estus.

Viggo asintió, después miró a Semiramis y la noto que comía, pero no apartaba la mirada de la bebé en la cuna -Semiramis- dijo -¿Quieres que vea a la bebé?-

-No querido- respondió Semiramis -estoy bien-

-Entiendo-

Entre Semiramis y Viggo estaba Scheherezade, quien comía en silencio recordando como cuando Viggo activo su touki rojo de forma involuntaria, Jason se acercó primero y la tomó de la mano. Ella tiro de su mano y se apartó y él la miró con resentimiento.

Viggo paso su mano izquierda por debajo de la mesa y le acaricio la rodilla Scheherezade. Ella lo miró por unos segundos y Viggo le preguntó -¿Estás bien?-

-Sí, querido, estoy bien, es que me siento un poco incomoda con lo que paso- dijo Scheherezade, tratando de cambiar sus propios pensamientos del momento incomodo y dirigirlos en otra dirección -es solo que conocí hace tiempo a Meteria y me preocupa su salud. Más ahora con las estúpidas solicitudes del dios Zeus-

-De eso no tienes que preocuparte- dijo Hera llevándose un bocado a la boca, mastico, trago, se limpió los labios con una servilleta y continuo -mientras Meteria este en esta mansión, nada le pasará-

-Es bueno saberlo, muchas gracias-

-No tienes porque- respondió Hera entendiendo un poco los pensamientos de Scheherezade. Ella era diosa, había vivido lo suficiente como para saber de este tipo de cosas. Lo hombres son insistentes con las mujeres glamorosas como Scheherezade. Su voz, su cuerpo, su mentalidad, todo está en el punto que volvería loco a los hombres. Ella ya le advirtió a Jason, pero, por otro lado, solo puede sentir pena por Viggo. Las mujeres como Scheherezade nunca dejaran de ser perseguidas por los hombres. Como dicen por ahí, nacieron para ser amadas.

Una vez que el almuerzo termino, la mesa fue limpiada y llenada de un montón de elementos, desde joyas hasta piedras preciosas. Todo esto con dos fines en específico: primero, conocer los alcances de la clarividencia de Viggo, y dos, prepararse para el Denatus.

-No, corazón- dijo Kain con Uriel en sus brazos -los bebés no toman esas cosas- Uriel apuntaba con su pequeño dedo índice a las cosas que había en la mesa. Como Kain no la acercaba, ella lo miraba a la cara y balbuceaba algunas cosas ininteligibles. Kain sonreía como un abuelo tonto, pero cuando Uriel le empezó a dar de cachetadas, ya no se rio tanto.

-No, Uriel, eso no se hace- dijo Semiramis, acercándose a Kain y tomándola en sus manos -lo siento, suegro-

-No hay problema- dijo Kain acariciándose la mejilla con la mano mientras Hera a su lado, se tapaba la boca y se reía. Kain continuo -no recordaba la última vez que una mujer me abofeteo-

-Eso lo podemos remediar- dijo Hera con una gran sonrisa en los labios

-No, mejor dediquémonos a ver lo que puede extraer este muchacho de todas estas cosas-

Viggo sostenía una enorme pepita de oro que apenas cabía en su mano. Con su divinidad activa, sus ojos emitían un brillo dorado. Una vez que se apagó el brillo en sus ojos, él dejo la pepita de oro en la mesa y comenzó a escribir todo lo que sabia. Un enano, de nombre Vini la había excavado en una antigua cueva dentro de los límites de su propiedad. Toda la familia había muerto y él era el único heredero. Sin embargo, él vivía en Orario y quería vender dicha propiedad. Así que, al esforzarse un poco, pensó que podía hacer negocios con la diosa Hera. Una mujer de nombre Abigail le debía un favor de cuando la ayudo en su niñez, así que Vini cobro dicho favor y Abigail hizo la conexión entre Hera y él, pero fue categórica, al punto de llegar a ser ofensiva con la diosa y decir que era una perra.

Viggo tacho esa palabra del papel para evitar generar conflictos innecesarios. Hera era famosa por ser poco tolerante contra aquellos que le faltaban el respeto.

Volviendo a los datos, Viggo anoto la edad, apariencia de Vini, la fecha en que encontró la pepita de oro y contra las otras personas que competía Hera. Ya que el enano se había movido de aquí y para allá, buscando las oportunidades y esperando que se levantaran varias ofertas. Él haría competir a los compradores y obtendría el mejor resultado. Con ese dinero ya no tendría de que preocuparse por el resto de su vida.

Después de anotar los datos, Viggo volvió a tomar la pepita de oro y viajo con su visión como si fuera un ave con dirección noroeste, en un valle rodeado de montañas. Había un pueblo y una gran mansión de cuatro pisos abandonada en lo alto de una colina. La visión siguió moviéndose más allá de la mansión hasta adentrarse en un bosque oscuro, antiguo, que no había sido visitado en mucho tiempo. En la base de una colina había una cueva que se introducía en la tierra, solo tenía cien metros de profundidad, con vigas viejas que estaban a punto de desmoronarse. Al fondo había una roca cubierta de barro donde se mostraban manchones de metal dorado.

Viggo cortó el suministro de energía divina y miró a Hera -a simple vista es una mina de oro de poca profundidad, pero es un lugar tan antiguo que habría que renovar toda la construcción antes de si quiera extraer algún mineral. Se puede llegar al pueblo fácilmente por una carretera funcional y acceder a una mansión de cuatro pisos en malas condiciones-

-Entiendo, habría que ir a inspeccionar el terreno en persona- dijo Hera -sería problema que solo hubiera un poco de Oro e invirtiéramos más en infraestructura y transporte, lo que no compensa-

Viggo hizo una mueca sin saber que responder, después de todo, él no sabía de oro, ni de metales, ni minas. Lo poco que sabía lo había aprendido de su padre porque él le estaba enseñando el oficio de joyero.

Viggo tomo otra pepita de un metal gris y opaco. Al activar su energía divina y clarividencia, Viggo abrió los ojos amplios y quedó mirando a Hera. La diosa embarazada asintió con tranquilidad y Viggo asintió en respuesta. Entonces continúo anotando los datos de la persona que lo trajo, era bastante joven, solo tenía trece años. Había pasado por una crisis familiar y prácticamente solo quedaba él y su hermana. Esta pipita de adamantita que con el tiempo sería procesada y convertida en acero de damasco, era todo lo que tenían. Ellos estaban ¿En esta misma mansión?

Viggo volvió mirar a Hera con su clarividencia activa y antes de preguntar, vio la imagen de Hera asentir una vez -¿Ellos están aquí?- preguntó y la imagen de Hera volvió a asentir, pero está vez fue la persona real. Viggo continúo investigando la información y traspasar la información en un papel. Desde los nombres, edad, circunstancias, color de cabello, ojos, color de piel, las tendencias y las actitudes.

-¿Qué te pregunto?- pregunto Kain

Hera estaba acariciando su prominente estómago en ese momento. Ella sonrió con tranquilidad y respondió -un muchacho y su hermana, vinieron desde un pueblo al Oeste, cerca del pueblo del que vienen Jason, Odiseo y Aquiles. Me ofrecieron la información con respecto a una mina a cambio de protección y dinero. Quieren asentarse en Orario, de ser posible, volverse aventureros. No tiene la habilidad, pero por lo menos tiene las ganas de superarse-

-¿Los vas a admitir en tú familia?-

-No, para nada, les daré suficiente dinero, equipamiento y los recomendare con una familia menor, donde alguien como ellos se pueda adaptar. No soy tan benevolente como para meter a cualquiera a mi familia, pero tampoco soy tan cruel para dejarlos a su suerte- Hera paso su vista de izquierda a derecha y la poso sobre Semiramis y Scheherezade -los objetos se acabaron y ahora vamos a hablar de cosas relacionadas a los sueños de Viggo. Pueden ir a mi habitación y ocuparla como gusten. Incluso si Uriel quiere dormir en mi cama, está bien. No se preocupen, el olor a bebé es algo que abundara en este lugar en poco tiempo-

-Gracias, dama Hera- dijo Semiramis con total respeto. Lo mismo Scheherezade. Semiramis y Scheherezade se acercaron a la bolsa de documentos que ya habían revisado con Hera después de su llegada y el encuentro con el dios Zeus. Sin embargo, era información tan valiosa para los negocios de Hera y Semiramis que no la podían dejar en cualquier lado.

Viggo termino de anotar toda la información relacionada con la pepita de adamantita. Dejo la pepita en la mesa y el papel junto a los otros de los que ya había revisado y busco más materiales en la mesa, pero ya había terminado. Después miró a Hera y Kain, quienes lo invitaron al balcón. Ahí había una mesa más pequeña, con tres sillas, tres vasos y una jarra con jugo natural.

Los tres se sentaron a la mesa, Hera miró a Kain y le pregunto -¿Puedes ayudarme? El jugo no tan frio, por favor-

-Claro- respondió Kain, acercó su mano izquierda al enorme vientre de Hera y lo acaricio mientras que acercó su mano derecha a la jarra con jugo en el centro de la mesa. Puso su dedo índice sobre el vidrio y el jugo se enfrió al punto de que apareció una capa de hielo sobre el vidrio.

-Kain, no tan helado- añadió Hera

-Ok, lo arreglare-

Chapitre suivant