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Continuación del entrenamiento 1.124

Una vez que ellos llegaron a la joyería, Semiramis y Scheherezade subieron al segundo piso para manejar el papeleo y los temas administrativos. Al mismo tiempo, Viggo quedó en las manos de una vendedora de joyas profesional. Ella era una mujer en sus 50 años, de apariencia esbelta y elegante. Su habla era sofisticada mientras su mirada era lánguida y sensual. Sin embargo, Viggo no se dejó engañar por la simple apariencia y vio que sus ojos nunca sonrieron. Ella era realmente una profesional, la cual no pondría en riesgo su trabajo solo por una cara bonita como la de Viggo.

Después de una larga explicación de tres horas, donde Samanta, la vendedora de joyas, le explico a Viggo todo lo relativo a las joyas y piedras preciosas que tenían en exhibición, ella le índico que él debía esperar hasta que llegará un cliente a su nivel. El propio Viggo no sabía cuál era su nivel, pero espero.

De esa manera paso toda la mañana, donde vinieron un total de tres personas, pero parece que ninguno estuvo a su nivel. Ya que Samanta jamás lo llamo para que atendiera a un cliente. Una vez que llegó la hora del almuerzo, Semiramis y Scheherezade bajaron del segundo piso. Semiramis le explico a Viggo que este horario era el menos concurrido. Ella tenía que conversar con Samanta, así que le pidió que él se quedará cuidando de la tienda. A lo que Viggo asintió, después de todo, sintió que hoy no había hecho nada y no necesitaba comer.

-Eso no está bien- dijo Semiramis llevando su delicada mano a la mejilla de Viggo -cuando volvamos, será tu turno-

Viggo asintió, le dio un pequeño beso que la hizo sonreír y la miró mientras ella se iba con Scheherezade y Samanta. Viggo volvió a la amplia tienda de joyas que debería haber medido unos 30 metros de largo por 20 metros de ancho. El techo y las paredes eran blancas, mientras todo el piso estaba cubierto de una alfombra marrón con símbolos de color ocre similares a tres puntas de enredaderas que se enroscaban en la punta. Los muebles eran todos blancos, ubicados en forma de U mientras tenían amplias vitrinas de vidrio en la parte superior. Cada mueble estaba lleno de joyas y piedras preciosas, colocados de forma ordenada por color, forma, rareza y precio. En el centro de la tienda había un juego de muebles con vitrinas que formaban un círculo mientras un torrente de cristales imitando a la lluvia, caía del cielo.

A simple vista, la diosa Hera le había entregado una gran tienda a Semiramis para que administrara, la cual Semiramis menciono que estaba avaluada en más de mil millones de valis. Viggo hizo una sonrisa incomoda al escucharla, ya que los niveles de riqueza comparados con los de su madre estaban a otro nivel.

Incluso si Hepahestus, su madre, era una productora que vendía armas a los mejores aventureros y tenía un gran nombre en Orario, ella solo podía considerar su riqueza de nivel medio en comparación con Hera.

Viggo fue al mostrado que estaba cerca de la muralla de la derecha y se puso a mirar los hermosos collares con piedras preciosas. Cada uno brillaba con un encanto único. Pasaron unos minutos donde él se paseó por todas las vitrinas repasando los precios y admirando las joyas, hasta que la campanilla en la puerta sonó.

Un hombre con una amplia frente entro. Él iba vestido de camisa, traje y corbata. Se veía pudiente y apurado, como si no tuviera mucho tiempo.

Viggo se volteó y lo miró a los ojos mientras mostraba una sonrisa amigable -¿en qué lo puedo ayudar?- pregunto con la voz más gruesa y varonil que pudo poner. El tipo dio un respingo al solo escucharlo y lo miró de pies a cabeza como si lo reevaluara.

-Buenas tardes- dijo el hombre -quiero una joya, la más hermosa y grande que pueda haber-

-¿Para qué ocasión?- pregunto Viggo manteniendo su sonrisa y tendiéndole la mano hacia la vitrina de la izquierda. El hombre asintió y camino a la vitrina mientras Viggo lo seguía.

-Es el cumpleaños de mi amada- respondió el tipo

-Un cumpleaños es una ocasión especial- dijo Viggo, llegando junto con el tipo frente a la vitrina -¿Qué tal esa aguamarina con pequeños detalles verde esmeralda en su centro?-

-Muy suave, debe ser más pasional- respondió el tipo al mismo tiempo que sacaba un pañuelo y se limpiaba el sudor de la frente

Viggo lo quedó mirando por un momento y le pregunto -¿A ocurrido un problema?-

-Eso no es su asunto-

-No, claro, pero no puedo dejar a un hombre que ama con tanto fervor a la deriva-

El hombre quedó mirando a Viggo y sintió que había encontrado un espíritu afín -me llamo Leandro, amigo mío, y tengo un gran problema-

-Puede llamarme Viggo- respondió Viggo -¿En qué lo puedo ayudar?-

-Viggo, amigo mío- dijo Leandro con una gran preocupación reflejada en su mirada -he sido pillado en una indiscreción. Algún envidioso le contó a mi amada que anduve de la mano con una joven y ahora ella me quiere apartar de su vida. Yo me postre a sus pies y le roge, y ella me dijo que, si la lograba impresionar y demostrar mi amor, me perdonaría-

-Mmm- dijo Viggo mientras se acariciaba el mentón y miró hacia la vitrina del centro que formaba un círculo con los cristales a forma de lluvia cayendo desde el techo -ven- dijo Viggo y lo guio a paso rápido. Una vez que llegaron frente a la vitrina vieron un hermoso collar de plata con un rubí en forma de triangulo invertido.

-Este de aquí, amigo mío- dijo Viggo -sí le das esto a tu amada, de seguro ella te perdonará e incluso hará la vista gorda a tus futuras indiscreciones. Rojo como la pasión que note al momento de escucharte hablar ella-

Sin embargo, Leandro vio el precio de más de 50 millones de valis y casi se cae de espaldas -es mucho- argumento

-Es mucho si consideras que tu amada no lo vale. Y por cómo te escucho hablar, ella vale el tripe o el cuádruple de esto ¿Acaso no la amas?-

-Sin embargo…- argumento Leandro en un tono preocupado

-El dinero viene y va, amigo mío- le dijo Viggo con total convicción -pero el amor es una vez en la vida. Tú y yo amamos con la misma intensidad a nuestras musas. Si quieres hacerla feliz y que perdone tus indiscreciones, está es la elección más segura-

Leandro se quedó mirando la joya en la vitrina, se pasaba cada tanto el pañuelo por su amplia frente en un gesto nervioso. Lo pensó durante un momento y asintió -sí, me la llevo- dijo -pero no ando con el dinero. Mandaré a mi mayordomo para que traiga el dinero y lleve la joya-

-Amigo mío, sé que necesitas la joya en este momento- dijo Viggo tendiéndole la mano -no te preocupes, soy un gran aventurero que no se queda corto en fuerza. Yo mismo la llevaré junto contigo y una vez que estemos en tu hogar, saldaremos la deuda-

-Eso me ayudaría mucho- respondió Leandro con una amplia sonrisa y le estrecho la mano

Viggo hizo una pequeña mueca similar a una sonrisa y pensó que sobran personas egoístas en este mundo. Al final, cuando un hombre se encuentra en un aprieto no le importa nada más que salvar su propio culo y se olvida hasta de los modales, la etiqueta y el estatus.

Viggo cerró la tienda y fue a la zona norte de Orario, donde estaba la zona noble. Una vez que llegaron a una amplia mansión, Leandro dejo pasar a Viggo hasta la recepción y lo hizo esperar sin ningún tipo de cuidado (ni una taza de té, ni galletas, ni nada).

Veinte minutos después Leandro vino acompañado de un par de aventureros y su mayordomo, el cual llevaba una gran bolsa tan amplia como un saco de papas. Viggo saco de su traje la hermosa joya y uno de los aventureros la tomo. A su vez, el mayordomo dejo la bolsa frente a Viggo.

Viggo se agacho y abrió la bolsa, solo para encontrar lingotes de oro. Miró a Leandro y el hizo una mueca incomoda.

-Me deberás perdonar, amigo mío- dijo Leandro -pero no poseo tal suma en efectivo. Sin embargo, puedes revisar los lingotes y cerciorarte de que son reales-

Viggo hizo una mueca, tomo uno de los lingotes y lo reviso por todos lados. Después tomo un lingote que tenía algunas marcas como si alguien lo hubiera apretado y lo partió por la mitad. Nada extraño y su pureza era excepcional, pensó Viggo al ver su centró, asintió y miró a Leandro.

-Está bien, no me preocupa, parece real- dijo Viggo -sí hay alguna diferencia una vez que se haga la conversión vendré a devolver la diferencia o a cobrar-

-Insolente- dijo el mayordomo, un hombre mayor con la cabeza llena de canas en un traje de frac -el maestro jamás robaría a un pequeño comerciante-

-Por eso dije, puede que haya diferencias en el pesaje y conversión. Si las hay, vendré a devolver lo que quede a su favor o cobraré la diferencia que quede en su contra. No lo tomes a mal, anciano, te puede hacer mal- Viggo miró a Leandro y continuo -espero que te vaya bien, amigo mío, y si realmente amas tanto a esa dama, deja de tener tantas indiscreciones o por lo menos, se mas reservado-

Leandro se relajó y asintió. Viggo le guiño un ojo y se fue de la mansión cargando un gran saco con lingotes de oro. La gente lo miraba extraño en la calle, ya que por un lado parecía un joven noble de hermosa apariencia, mientras que, por otro lado, con ese saco en el hombro parecía que estaba robando.

Viggo volvió a la tienda y se encontró a Semiramis, Scheherezade y Samanta esperándolo.

-¿Dónde estuviste?- pregunto Semiramis mientras Scheherezade y Samanta lo miraban.

Viggo sonrió, dejo el saco en el suelo y lo abrió dejando ver todos los lingotes en su interior -vendiendo una joya- dijo

Semiramis cerró los ojos y apretó el ceño mientras se cubría la cara. Después miró a Viggo con una sonrisa y le pregunto -¿Qué hiciste?-

-Vendiendo una joya- insistió Viggo -vino un tipo bien vestido y buscaba una joya para su amada que estaba a punto de apartarlo de su vida. Le recomendé una joya y el tipo acepto. Sin embargo, no tenía dinero, así que yo lleve la joya y el tipo me pago en su mansión-

Semiramis abrió la boca para decir algo, pero solo soltó un suspiro mientras formaba una sonrisa divertida. Miró la bolsa con lingotes a los pies de Viggo y le dijo -te preocupaste de que fueran reales-

-Sí, claro, no soy un idiota- respondió Viggo agachándose y mostrando el lingote que había partido por la mitad -no hay impurezas ni minerales que eleven su peso de forma artificial. A simple vista y por la conversión que hay en la guild, debe haber unos 52 millones de valis-

Scheherezade se reía mientras Viggo explicaba las cosas en un tono casual mientras Samanta se agarraba la cabeza con ambas manos.

Por su parte, Semiramis asintió manteniendo una gran sonrisa y se acercó a donde estaba Viggo sosteniendo los lingotes. Ella los miró por encima y asintió a lo que él dijo.

-Está bien, me parece correcto- dijo Semiramis -por un lado, es un gran acierto, nunca habíamos tenido tanto dinero en efectivo en esta tienda. Pero debes recordar que así no hacemos las cosas en esta tienda-

-Lo sé- respondió Viggo -pero el tipo estaba tan nervioso y preocupado, que tenía que aprovechar la oportunidad. Si lo hubiera dejaba irse, así como así, él compraría en otra tienda o se arrepentiría de la compra. Entonces mañana mandaría a su mayordomo a decir que ya no compraría la joya o algo por el estilo-

Semiramis soltó un suspiro y dijo -ok, lo dejaremos así por esta ocasión, pero no fuerces las ventas. Hay muchos nobles influyentes y no queremos que ellos se vayan a quejar con la dama Hera-

-Lo tendré presente- dijo Viggo con una radiante sonrisa. Semiramis también sonrió y le dio un pequeño beso en los labios.

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