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Tendencias del alma 1.55

Cuando Viggo llegó al puerto y se acercó a los muelles, escucho un gran griterío. Un hombre le reclamaba amor a una mujer y está le gritaba de vuelta que nunca tuvieron nada. El hombre le decía que siempre la amo, le rogó que fuera su mujer muchas veces, pero que ahora estaba aburrido de su indecisión. La mujer le grito en respuesta que siempre le dijo que no quería nada de él y por eso se negó a cualquier avance. A lo que el hombre le grito de vuelta que era una puta amante del dinero. Le abriría las piernas a cualquier ricachón de la ciudad si le ofrecían la suma correcta.

Todo esto hubiera sido una gran comedia si la mujer fuera otra y no Semiramis; cosa que era el caso. Viggo troto por la calle y avanzó hasta donde estaba Semiramis. Ella sonrió aliviada, mientras el tipo moreno, de pelo oscuro y ropa humilde miraba a Viggo con amargura.

En ese momento corría una brisa marina y el cielo se estaba tornando naranja.

Viggo miró al tipo sin enojarse y le dijo en un tono serio -suficiente, amigo, esto termina aquí-

-Apártate misthios, esto no es tu asunto- respondió el marinero. Era el mismo tipo que la vez anterior trataba de convencer a Semiramis y le decía que estaba enamorado de ella.

-Lo siento, pero a mí me pagan por cuidar de esta mujer. Su seguridad es mi asunto-

El tipo apretó ambos puños y por su expresión parecía dispuesto a lanzarse a dar de puñetazos. Sin embargo, los mismos marineros que veían el conflicto como una comedia romántica, le dijeron que ya era suficiente.

-Ojalá mueras pobre como una rata ¡Maldita!- le grito el tipo con voz estridente y se dio media vuelta para irse caminando con la espalda curcuncha.

-Misthios- dijo un viejo marinero que vestía ropas raídas. Era parte de la actual tripulación de Semiramis. Se detuvo delante de Viggo y continuo -ten misericordia del muchacho. Solo estaba alterado por el desamor-

-¿Entonces porque no lo detuviste?- grito Semiramis por detrás de Viggo

-Es joven, mi señora. Esperábamos que solo hiciera un poco el ridículo y después se fuera. No paso nada en ningún momento ¿Cierto?-

Viggo soltó un suspiro y vio la astucia en la mirada del anciano -viejo- dijo -si esto vuelve a pasar y ustedes no hacen nada, te eliminare junto a los que considero molestos-

-¡¿Qué?!- grito el viejo lleno de incredulidad

-Ya te lo dije- respondió Viggo acercándose y lo miró a los ojos desde muy cerca -no sé cuáles son tus intensiones, pero ten en cuenta esto. Semiramis es la comerciante de la reina hetera. Si le pasa algo, ni tú, ni tu familia, ni ninguna de las familias del resto de los marineros quedarán vivos ¿entendido?-

El viejo frunció el ceño y dio un bufido, para luego irse caminando en la misma dirección que el joven. Era mejor salir arrancando ahora que nunca. Desconocía quien era la reina hetera, pero cada hetera era una mujer adinerada e influyente. Un pequeño marinero sería como nada a su lado.

Viggo miró al resto de la tripulación que se habían quedado mirando -lo mismo va para ustedes- dijo -si algo le pasa a Semiramis, también serán responsables- entonces Viggo miró a Semiramis y se dio cuenta que tres metros detrás de ella estaba Scheherezade. Le hizo el gesto con el dedo índice para que se acercara y después miró a Semiramis, quien estaba de brazos cruzados, acentuando sus senos y con un rostro malhumorado.

-¿Quiénes son estos tipos?- pregunto Viggo

Semiramis miró al resto de los marineros y ellos se empezaron a mover, llevando vasijas al interior del barco -son una tripulación provisoria- dijo con cierto fastidio

-¿Y los demás? Solo conozco al tipo que te estaba molestando-

Semiramis agacho la mirada y dijo -los otros se quedaron en Eubea. Como tenía prisa ofrecí trabajo y estos acudieron al llamado-

-¿Y porque te apresuraste?-

-De nerviosa- dijo Scheherezade deteniéndose al lado de Semiramis -los viejos lobos de mar dijeron que este año el invierno llegaría mucho antes. Así que Semiramis pensó que era mejor apresurar sus planes. Incluso si solo eran un par de días-

Viggo asintió y después miró a Semiramis, quien se ruborizo y miró hacia otro lado.

Viggo miró hacia los marineros y vio a Élian, uno de los pocos habituales. Así que lo llamo por su nombre y el tipo vino. De apariencia robusta y gran estatura fue corriendo de inmediato y se detuvo delante de Viggo.

-A sido un tiempo, Élian- dijo Viggo en un tono firme mientras sonreía

-Y que lo digas, dime, para qué soy bueno- respondió Élian con una sonrisa de negocios

-¿Te gustaría ganarte unos dracmas extras?-

-Claro, siempre son buenos para mi bolsa-

Viggo asintió y le dijo -vigila que carguen todo como se debe. También vigila el barco por la noche y si pasa algo, llama a la polis. Te daré un sueldo extra si para mañana todavía tenemos el barco y las mercancías completas y en buen estado-

-¡Claro!- dijo Élian a gran voz y con una sonrisa sincera -déjamelo a mi-

Viggo asintió y le hizo el gesto con la mano a Semiramis y Scheherezade para que lo siguieran. Al mismo tiempo, Semiramis avanzo, pero a cada rato volvía la mirada para vigilar que su barco estuviera bien.

-No te preocupes- dijo Viggo -si pasa algo, tengo con que responderte-

Semiramis bufo y dijo con desdén -eso espero-

Viggo soltó una risita y siguió avanzando. Al mismo tiempo, Scheherezade lo alcanzo y le tomo la mano. Viggo miró hacia el lado y vio como el velo blanco le cubría la mitad del rostro. Sin embargo, esos ojos de color esmeralda los reconocería en cualquier lado.

-¿Cómo has estado?- pregunto Viggo en voz baja mientras sonreía

-Un tanto sola- respondió Scheherezade en voz baja. Acercó su rostro y le susurro al oído -¿Me confortaras?-

-Claro- respondió Viggo con una gran sonrisa.

Semiramis tosió y dijo en un tono molesto -todavía estoy aquí, lo recuerdan-

Viggo y Scheherezade echaron a reír y continuaron avanzado por las calles de Atenas. Al mismo tiempo, Semiramis le fue relatando como se había dado la situación. Primero le dijo casi lo mismo que le explico Scheherezade, salvo que añadió que ahora último, cuando llegaron al puerto, los marineros estaban pidiendo duplicar su paga o dejaban el barco varado en el muelle. Por supuesto, Semiramis se negó, lo que creó un ambiente incomodo en medio de la tripulación. A pesar de lo que dijeron, la gente siguió trabajando, pero de mala gana e incluso llegaron a botar a propósito algunas vasijas con mercaderías. La propia Semiramis tuvo que recoger la mercadería y depositarla en otra vasija.

-Eso te pasa por apurada- dijo Viggo -si hubieras esperado a la gente de siempre nada de esto hubiera ocurrido-

-Pero el invierno- argumento Semiramis

-¿Y qué? Tu trabajo es razonar tus planes futuros en base a un análisis fidedigno, no a puras corazonadas de gente que ni siquiera conoces-

-Lo mismo le dije yo- respondió Scheherezade con su voz melodiosa

-Traidora- mascullo Semiramis

-Lo que sea- dijo Viggo -una vez que lleguemos al puerto de Eubea, hay que buscar a los de siempre. Esta tripulación no es de confianza-

Semiramis y Scheherezade asintieron a las palabras. Ambas estaban manteniendo un frente firme, pero por dentro estaban muertas de miedo. Cada marinero parecía dispuesto a realizar cualquier cosa para lograr lo que querían. La única razón por la que continuaron haciendo su trabajo, era porque Semiramis tenía su base de operaciones de Eubea y era ampliamente conocida. Sabotearla a ella sería ganarse la enemistad de todos los lugareños y ser exiliados.

Después Viggo les informo que había estado haciendo (salvo por matar un ciclope y restaurar una fracción de la energía del hacha) y les comentó que Sakura y Ana los estaban esperando en la residencia de Kiara.

Una vez que llegaron a la casa, Semiramis y Scheherezade se quedaron asombradas.

-Como se esperaba de las aprendices de la reina hetera- dijo Semiramis, a lo que Scheherezade asintió varias veces.

Ana y Sakura las recibieron en el pasillo de entrada a la casa. Ambas vestían pequeñas túnicas con un gran escote, que solo les cubría hasta las nalgas. Sakura tenía mucho escote que mostrar, sus senos se veían tiernos y sensuales. Por otro lado, Ana con un burbujeante trasero levantaba la tela túnica y se llegaba a ver parte de su trasero. Ambas muchachas sonrieron con el encanto de mujeres maduras.

-A sido un tiempo, Semiramis, Scheherezade- dijeron Sakura y Ana al mismo tiempo

Viggo avanzo y abrazo a ambas chicas. Las dos lo abrazaron y le susurraron algo al oído. Viggo asintió, volteó su rostro y dijo -las dejo con ellas, voy a darme un baño-. Después beso a Sakura y Ana y avanzó por el pasillo.

Al mismo tiempo, Sakura avanzó y se detuvo delante de Semiramis como si fueran iguales. La miró con cierta superioridad y dijo -vengan conmigo, ya tenemos lista la cena-

Semiramis frunció, pero asintió de todos modos. Odiaba a las mujeres que se creían mejores que ella y le daban ese tipo de mirada llena de una seguridad inexistente. Solo porque eran las favoritas del hombre al que amaban. Sin embargo, se comió su disgusto y las siguió al comedor.

-Solo son niñas- le susurro Scheherezade desde su derecha. Ambas avanzaban a una misma velocidad

-Niñas arrogantes- murmuro de vuelta Semiramis

-Son niñas seguras de su feminidad, solo eso-

-Deberían ser más corteses con nosotras-

-Desde su punto de vista, Viggo es su marido y nosotros somos mujeres que trae para divertirse, nada más-

-No he venido a entretener a Viggo- murmuro Semiramis enojada

-¿Oh? ¿Y porque me pediste mirar esta noche?-

-Eso es…- dijo Semiramis mientras se ruborizaba y agachaba la mirada. Entonces recordó las palabras de Kiara cuando se vieron por última vez en Laconia-Esparta y soltó un suspiro de cansancio. Se pregunto a sí misma si estaba segura de seguir adelante.

-No me importa- dijo Scheherezade -te mostrare como ama Viggo. Es muy vigoroso con el cuerpo y hábil con las manos- entonces se acercó al oído y le susurro -si quieres, te nos puedes unir. Créeme, hay mucho de donde tomar-

Scheherezade se alejó de Semiramis soltando una risita mientras esta última la miraba con cierto enfado.

Una vez que llegaron al comedor, Ana le pidió su túnica oscura y velo Scheherezade, a lo que ella respondió quitándose las prendas y pasándoselas. Ana se fue con las cosas para guardarlas en el cuarto de invitados y Sakura se acercó a Scheherezade para inspeccionarla. Asintió varias veces al ver la hermosa piel oscura, esos hermosos ojos de color esmeralda y todo su erótico cuerpo. Sobre todo, le llamaron la atención la combinación de enormes senos y trasero, mientras mantenía una delgada cintura, ancha cadera y estómago plano.

-¿Eres la mujer de Viggo?- pregunto Sakura

-Sí- respondió Scheherezade con una sonrisa amable

Sakura asintió y camino hasta la larga mesa de madera. Le señalo el asiento a la derecha de la cabecera y le dijo -te puedes sentar aquí. Yo y mi hermana hemos sido amadas durante todos estos días, así que compartiremos contigo-

Scheherezade asintió, pero por dentro pensó en la actitud de Sakura. Parecía altanera por fuera, como si dijera "estamos por encima de ti, pero te dejaremos las migajas porque somos buenas". Sin embargo, desde su punto de vista solo era una niña que trataba de marcar su territorio. Al final, incluso si conoce lo que es "ser una mujer" sigue siendo una niña, pensó.

-Gracias- dijo Scheherezade de forma madura

Sakura asintió y miró a Semiramis -tú te puedes sentar a continuación de Scheherezade- dijo. Después le dio la espalda y se fue a la cocina.

Por su parte, Semiramis estaba furiosa por dentro, siendo tratada como una simple visita. Bufo y miró hacia otro lado con total enfado mientras Scheherezade la miraba y soltaba una risita.

Después Ana volvió al comedor y les hizo compañía. Y una vez que volvió Viggo y se sentó a la cabecera, Sakura sirvió la comida.

Cuando llego la noche, Scheherezade salió de su habitación en el primer piso y fue a buscar a Semiramis a la habitación contigua. Una vez que llego a la puerta golpeo un par de veces y al instante siguiente apareció Semiramis detrás de la puerta. Sin embargo, en vez de preguntarle si ya había llegado el momento, abrió la boca en una expresión de incredulidad.

Scheherezade iba vestida con una túnica blanca semi transparente que revelaba gran parte de sus atributos, pero que mantenía el misterio.

-¿Vas a ir así?- pregunto Semiramis

Scheherezade asintió con una amable sonrisa y le dijo -vamos, ya lo hemos hecho esperar más de la cuenta-

Semiramis asintió y salió de su habitación vistiendo su ropa usual, un quitón negro de bordes dorados. Después siguió a Scheherezade al segundo piso y continuaron por un pasillo hasta la puerta del fondo. Scheherezade golpeo tres veces y espero. Se escucharon unos pasos desde el otro lado, se abrió la puerta y Viggo apareció.

-Buenas noches, amado- dijo Scheherezade con una sonrisa encantadora

-Buenas noches, te he estado esperando- respondió Viggo, sin embargo, su vista paso a la persona que iba detrás de Scheherezade y preguntó -¿y tú?-

-Yo, bueno- dijo Semiramis con las mejillas ruborizadas mientras su vista se iba de lado a lado buscando una buena excusa.

Scheherezade levantó su mano para detenerla de decir algo que puede echar a perder la oportunidad y le dijo a Viggo -la he invitado, quiero que ella vea como me amas-

Viggo entrecerró los ojos y miró a Scheherezade a los ojos. Entonces asintió y abrió la puerta por completo para que ambas pasaran.

Semiramis y Scheherezade pasaron mirando la habitación. Tenía 60 mts cuadrados, con un balcón a la izquierda que tenía vista al puerto. Al mismo tiempo, todo el piso estaba cubierto de hermosas baldosas y había hermosos muebles apoyados en las murallas. En el centro de la habitación había una mesa con dos sillas y encima de ella, había una fuente con frutas, una vasija con vino y dos copas de oro. Mientras la cama con frazadas blancas al fondo de la habitación destacaba por su gran tamaño. Al mismo tiempo, las velas en las esquinas de la habitación parpadeaban con la brisa que entraba por el balcón, agitando las cortinas.

Después de mirar los alrededores, Scheherezade se acercó a Viggo y sonrió mientras lo abrazaba. Viggo era un poco más bajo que Scheherezade, pero eso parecía no importarle a ella. Viggo acercó su rostro al de Scheherezade y rozo su nariz con la de ella. Costumbre que Scheherezade parecía desconocer, pero le encanto. Parecía demasiado tierna y romántica.

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