webnovel

Un delicado balance 1.24

-Ooooh, parece que el Gran Viggo nos honra con su presencia- dijo una mujer morena en sus diecinueve años. Tenía el cabello negro, un par ojos oscuros como dos aceitunas y una gran sonrisa amistosa.

-Tsubaki, no me llames así- dijo Viggo mirando Tsubaki. Ella estaba parada al lado de un yunque mientras sostenía un martillo con su mano derecha y un metal al rojo vivo con la izquierda. Ella solo llevaba puesta una venda alrededor de sus enormes senos y un hakama de la cintura para abajo. Viggo con sus diez años, se sintió un poco presionado por el tamaño de esos senos. Técnicamente ellos no eran hermanos, pero como crecieron juntos, tenía que reconocer el parentesco. Por otro lado, Tsubaki era la que siempre lo andaba librando de los problemas y le salvaba el culo, como la última vez que casi no vive para contarla.

Viggo venía con la intención de visitarla en su taller, pero viendo esa piel morena, casi sin grasa en comparación con esos senos enormes de textura suave, se sentía tentado.

-Oh, el mocoso creció- dijo Tsubaki sin perder su sonrisa. Ella se puso de pie y camino hasta Viggo con los brazos abiertos, esgrimiendo una gran sonrisa maliciosa. Entonces ella llego delante de Viggo y viéndolo con la guardia baja, lo abrazo y presiono la cabeza contra sus senos. Debería ser una gran experiencia para Viggo, pero Tsubaki lo aplasto contra los senos. Viggo gritaba algunas cosas, como que lo estaba ahogando, pero Tsubaki lo único que hacía era restregarlo contra sus senos y ahogar sus palabras.

Pasado un minuto, Viggo sintió que le estaba faltando el aire, pero Tsubaki justo lo soltó.

-¿Qué tal? ¿Se sintió bien?- pregunto Tsubaki con una sonrisa burlesca

Viggo jadeaba tratando de recuperar el aliento. La miró a la cara y le dijo -casi me matas-

-Eso te pasa por andar mirando lo que no debes- lo regaño Tsubaki poniendo un rostro más serio -si un hombre mira de esa manera a una mujer, debe estar preparado para defenderse o responder- entonces ella se acercó y le agarro los testículos a Viggo -y tu no estas listo ¿no?- ella parpadeo como si no pudiera creer lo que tocaba y quito sus manos -bueno, parece que sí-

-Oye, no me andes tocando- respondió Viggo enojado, agarrándose sus propios testículos. El tacto se sintió un poco extraño y sintió una especie de cosquilleo, pero ignorante de lo que sentía, él solo frunció el ceño -¿Qué hablabas de no mirar lo que uno no debe? ¿Qué tal tocar lo que uno no debe?-

Tsubaki le dio la espalda y dijo sin darle la mayor importancia -tocaste mis tetas, estamos a mano- entonces ella volvió al lado de su yunque, tomo una larga pinza y tomo el metal que estaba templando para llevarlo de nuevo al horno -¿Para qué venías?- pregunto con un toque de fastidio -estoy ocupada-. Ella puso la barra de metal en el horno.

-Vine de visita, quería verte ¿hay algún problema?- pregunto Viggo frunciendo el ceño

-Para nada, pensé que mi vieja te había mandado para que me convencieras de casarme. Este año mi vieja mando Tatsumi y Flora. Vieja bruja, como saben que son mis tesoros, sabe que no los voy a poner en su lugar-

-¿Y yo?-

-¿El Gran Viggo?-

-¡Tsubaki!-

Tsubaki soltó una risotada burlona y saco el metal del horno que volvió a estar al rojo vivo. Entonces ella lo llevo al yunque y lo acostó -a ti te golpearía, un muchacho tan problemático merece ser castigado por si acaso-

-No he dado problemas en mucho tiempo- dijo Viggo frunciendo el ceño y con un tono mimado

-Pero los diste, nos preocupaste a todos, a mi viejo, a mi vieja, a toda la familia. A mi- dijo Tsubaki mientras tomaba el martillo y comenzaba a templar el metal -así que, si no tienes nada positivo que decir, será mejor que te vayas-

-Lo entiendo, me iré- respondió Viggo triste, le dio la espalda y camino para salir del taller. Él se sintió mal, porque pensó que Tsubaki lo recibiría con los brazos abiertos y no con esa actitud indiferente.

-¡Maldito mocoso! No has crecido nada en todo este tiempo- grito Tsubaki -al menor problema huyes como un cobarde. Jamás serás un maldito hombre si no puedes enfrentar las cosas-

Viggo se dio la vuelta y dijo sin entender -¿Pero tú?-

-¿Yo qué? dijiste que viniste a verme. Sin embargo, aquí estoy y no muestras ninguna confianza. Parece que eres el mismo idiota que se fue el año pasado-

-No puedo hacer nada si me atacas de esa manera- grito Viggo de vuelta

-Podrías, pero como eres un niño, ni siquiera sabes cómo enfrentar la situación- respondió Tsubaki con desdén -vuelve cuando seas un hombre y tengas las agallas para enfrentar las cosas-. Entonces ella levantó el martillo y comenzó a darle golpes al metal. Sin embargo, ella estaba tan enojada que solo consiguió enchuecar lo que estaba haciendo y todo su trabajo se echó a perder. Entonces ella furiosa consigo misma, tomo el metal al rojo vivo con la mano y lo lanzo contra una muralla.

Al mismo tiempo, Viggo no podía creer lo bruta que era Tsubaki. Él se quedó de pie mirando a Tsubaki mientras ella miraba al metal clavado en la muralla. Ella parecía perdida en sus pensamientos, ignorando que su mano se había quemado y le sangraba.

Viggo camino hasta donde estaba ella y le tomo la mano. Tsubaki la tiro con fuerza y Viggo fue incapaz de retenerla.

-Déjame, mocoso de mierda- dijo Tsubaki con un rostro enojado

-Estúpida Tsubaki- respondió Viggo, estiró su mano y le agarro la muñeca. Entonces él atrajo la mano a su cuerpo y vio como ella se había quemado las dos primeras capas de piel. La forma del metal había quedado marcada sobre la carne y la herida sangraba. Viggo la sacó del taller y la llevo a la casa que estaba justo al lado. Era un lugar pequeño, con una habitación, un baño y un comedor.

Viggo la sentó en una silla del comedor y fue al baño a buscar algo con que limpiar la herida. Al poco rato volvió con vendas y una botella con ungüento para las quemaduras.

-Coloca tu mano sobre la mesa con la palma mirando al techo- dijo Viggo en un tono de voz neutral.

Tsubaki dejo caer su mano sobre la mesa y frunció el ceño del dolor, pero se mordió los labios para evitar hacer algún ruido. Viggo negó ante lo bruta que era ella. Entonces él tomo el ungüento y le comenzó a limpiar la herida.

-¿Qué anduviste haciendo todo este tiempo?- pregunto Tsubaki con voz baja

-Me llevaron a una tierra lejana, donde conocí a un calvo que me enseñó a luchar- respondió Viggo mientras realizaba las curaciones

-¿Es fuerte?-

-Dicen que es tan fuerte como papá-

-Imposible- dijo Tsubaki de forma definitiva

Viggo sonrió al escucharla y recordó que, para Tsubaki, Kain era lo más grande en el mundo.

-Por eso dije "dicen". Yo tampoco lo sé, pero de que es un tipo fuerte, lo es-

Una vez que Viggo limpió la herida de la mano, la comenzó a vendar mientras Tsubaki fruncía el ceño del dolor. Viggo notó esto, pero pensó que era natural. Solo a Tsubaki se le ocurriría en un arranque de furia tomar un fierro al rojo vivo.

-¿Y tú?¿Qué has estado haciendo?-

-Trabajar, practicar, beber y trabajar-

-¿No estas muy joven como para ser una borracha?-

-Cállate, idiota, por eso no eres popular con las mujeres. Un hombre jamás debe decir esas cosas de una mujer-

-Lo que sea, solo eres Tsubaki, así que esas sutilezas son innecesarias-

-¿Quieres pelear?-

-Está bien, pero se buena-

Tsubaki chasqueo la lengua como si estuviera molesta, pero al final, sonrió al ver a Viggo vendándola. Viggo era su hermano favorito porque era como tener un pequeño cachorro problemático. Él siempre andaba haciendo alguna estupidez para llamar la atención de todos. Sin embargo, parece que el cachorro problemático creció y dejo de esconderse de los problemas. Bueno, no del todo, ella frunció el ceño al recordar las escusas que él puso.

-Oye Viggo- dijo Tsubaki

-¿Qué quieres ahora?- pregunto Viggo con indiferencia, termino de darle la última vuelta a la venda y la sujeto con un alfiler.

-La próxima vez vayamos a beber- dijo Tsubaki

-Bueno, pero van a pasar muchos años hasta ese momento- dijo Viggo

-¿Y eso por qué?-

-Bueno, digamos que estoy teniendo unas pequeñas vacaciones. Después de este descanso, voy a realizar una prueba y si todo va bien, continuare con mi entrenamiento. No sé cuántos años me tome volver a Orario-

-Mi viejo está loco- dijo Tsubaki soltando un suspiro, sin poder creer que el suave Kain había mandado a su hijo a viajar por el mundo.

-Bueno, técnicamente son papá y mamá. Ambos coincidieron en que lo mejor para mí sería ir a entrenar fuera-

Tsubaki levantó su rostro y pregunto -¿Y qué piensas tú?-

Viggo levantó su rostro mirando al techo y después miró a Tsubaki a la cara -creo que también fue bueno- dijo -me dio tiempo para pensar en muchas cosas y en valorar lo que tenía. La vida cambió mucho para mí en ese lugar. Veras…-

Entonces Viggo se sentó en una silla, frente a Tsubaki y le comenzó a relatar todas sus vivencias en aquel mundo. De como era su maestro, que tanto frio hacía en esa tierra, como eran los monstruos y cuanta era la diferencia con el calabozo. No obstante, Viggo se detuvo después de media hora, ya que vio a Tsubaki fruncir el ceño en varias ocasiones.

-Ven, vamos a casa, papá curara tu mano- dijo Viggo

-Ni hablar, no quiero ir a casa, va a estar la vieja bruja de mi madre y va a insistir en que me case- dijo Tsubaki

-¿Quién no puede enfrentar sus problemas?- pregunto Viggo con una sonrisa burlona

Tsubaki le dio una mirada cargada de reproche, hizo un lindo puchero y asintió -está bien- dijo

Viggo quedó fascinado por la tierna expresión que hizo su hermana.

-¿Qué pasa? ¿te volviste tonto?-

-No, no, para nada- dijo Viggo mientras se ruborizaba. Después él sonrió y le dijo -vamos, iremos juntos y le pediremos a papá que te sane-

-Está bien, solo deseo que esa vieja bruja este ocupada con su tienda-

-Sí, bueno, vamos- insistió Viggo. Tsubaki se puso un pequeño kimono que le llegaba hasta la cintura. El modelo era de color blanco, sin mangas y con bordes rosados. Al mismo tiempo, Viggo fue a apagar el horno y a cerrar la herrería. Una vez que él volvió, Tsubaki estaba lista y juntos salieron de la casa.

-¿Cuándo fuerte te has vuelto, mocoso?- pregunto Tsubaki mientras miraba la multitud agolpada delante de las tiendas de armas y armaduras en el distrito herrero.

-No lo sé, cuando era pequeño pensaba que el sistema de Orario era perfecto. Sin embargo, ahora me parece tan impreciso. Sin embargo, siento que, si lo doy todo en un combate, podría luchar contra un nivel 4-

-Oye, oye, oye, te fuiste solo un año. En esa época con suerte tenías la fuerza de un nivel 2. Es imposible que te hubieras vuelto tan fuerte de un golpe-

Viggo levantó los hombros y dijo -eso es lo que siento-

-Le vamos a decir al viejo que también te sane el cerebro, lo tienes dañado-

-No es mi culpa que ahora tu seas la débil-

-Oh, grandes palabras para un mocoso al que todavía no le sale pelo ahí abajo-

-Eso no tiene nada que ver. Si quieres pelear, pelea, de lo contrario, cállate-

Tsubaki bufo indignada y comenzó a murmurar -solo mira y espera, una vez que me sanen la mano te daré la golpiza de tu vida-

Sin embargo, Viggo la pudo escuchar y sonrió lleno de confianza -si así lo crees, peleemos-

-¿Estás seguro? Aunque seas mi hermanito te golpeare con todas mis fuerzas-

-He pasado todo un año siendo golpeado por alguien cien veces más fuerte que tú, tus golpes serán como el pinchazo de un mosquito-

-Eres bastante raro para enorgullecerte de eso-

-Cállate, tonta Tsubaki ¿peleas o no?-

-Claro que peleo- dijo Tsubaki frunciendo el ceño -si pierdo reventare tu cereza, mocoso-

Viggo miró a Tsubaki y ella de primeras lo miraba en serio, pero cuando empezó a ver al resto de los transeúntes que la miraban atónitos por lo que dijo. Ella se ruborizo, agacho la mirada y comenzó a caminar por delante.

-¿Tsubaki, que es eso?- pregunto Viggo

-Cállate, imbécil, le haces decir a uno puras idioteces- respondió Tsubaki avanzando lo más rápido posible con la cabeza agachada y las orejas rojas.

Chapitre suivant