ALEX
6 meses después
No tengo ni la menor idea de qué hora era, pero por la poca luz que entraba en la habitación debía de ser muy temprano por la mañana, como las cinco de la mañana y no había rastro de Gabriela por ningún lado.
No dude en levantarme, porque estoy casi seguro de que estaría en la habitación de las niñas. Tenían dos meses ya y se puede decir que estaba embobado con ellas.
Cuando abrí la puerta no vi ni a Gabriela ni a las niñas en su cuna, lo que era extraño, por lo que salí de la habitación y me dirigí escaleras abajo para ver si las encontraba. Una vez en el piso de abajo, empecé a buscarlas, pero no estaban en ninguna de las habitaciones, pero me fijé en que la puerta que daba al jardín estaba medio abierta.
Nada más salir veo a Gabriela con las niñas en brazos y andando de un lado a otro. Podía ver que algo la preocupaba, por lo que me acerqué a ella e intenté cogerle a una de las niñas en brazos, pero saltó y las pegó más a ella.
-Hey, soy yo.
-Me asustaste Alex.
-Lo siento, no era mi intención. ¿Qué haces fuera a estar horas de la madrugada?
-Jessica tenía como un poco de fiebre y Daniela no paraba de llorar, por lo que las traje a las dos para que se calmasen y ver si le bajaba la fiebre a Jessica.
Me volví a acercar a ella y cogí a Daniela en brazos para que al menos descansase un brazo, porque no tengo ni idea de cuánto tiempo llevaba aquí.
- ¿Cuánto tiempo llevas aquí?
-Sinceramente, no tengo ni la menor idea. Diría que un rato largo.
- ¿Por qué no me despertaste?
-Porque ayer llegaste cansado del trabajo y no quería molestarte.
-No me molestarías hermosa, sabes que lo haría encantado. Además, no tienes que cargar todo lo de las niñas tú sola, somos un equipo ¿sabes?
-Lo sé, solo quería que descansases un rato.
-Y ahora la que no descansó fuiste tú. Podemos llamar a tu familia para decirles que no vamos hoy.
-No te preocupes estaré bien, de verdad. Es más, no tengo ni sueño.
-Entonces si quieres ir no tengo problema con eso. ¿Sabes qué hora es?
-No tengo ni la menor idea la verdad
Entré en la casa y cogí el móvil para volver a salir al jardín. Miré el móvil y al parecer eran las ocho de la mañana, lo cual me confundió un poco.
- ¿Te parece si desayunamos y nos vamos a casa de tus abuelos?
-Por qué, ¿qué hora es?
-Las ocho de la mañana.
-Está bien, vamos.
Nos levantamos del suelo y cogí su mano. Antes de hacer el desayuno, nos fuimos a vestir. Primero, fuimos a la habitación de las niñas para bañarlas, y vestirlas, y luego nos fuimos a la nuestra para vestirnos. Podía notar a Gabriela cansada, pero no se quejaba. En cuanto terminó de vestirse, se sentó en la cama y cogió a Jessica y le puso la mano en la frente.
- ¿Está mejor?
-Al menos no tiene fiebre, y parece estar mejor de lo que estaba cuando despertó.
Me puse la camiseta y me acerqué a donde estaban ellas, me senté al lado de Gabriela y senté a Daniela en mi regazo.
-Bueno, me alegra saber que mis princesas están bien. ¿Qué tal si nos vamos a desayunar para luego ir a casa de la bisabuela?
A pesar de que estoy más que seguro que no estaban entendiendo nada, las niñas empezaron a aplaudir y a reírse, haciendo que la sonrisa de Gabriela y la mía se ampliase.
Después de un par de minutos jugando con las niñas, nos levantamos para hacer el desayuno. Una hora más tarde ya nos estábamos dirigiendo a casa de los abuelos de Gabriela y por el camino, esta se había quedado dormida.
Una vez llegamos a la casa, saqué el cinturón y antes de que pudiese bajar del coche, las puertas de atrás ya estaban abiertas para sacar a las niñas. Ya ni me hacía falta mirar para atrás para saber que Camila y María las estaban sacando. A todo el mundo le había hecho ilusión el nacimiento de nuestras hijas, pero ellas dos estaban como obsesionadas con ellas. Si podían estarían con ellas en brazos todo el tiempo.
Estaba por bajarme del coche para ir por el lado de Gabriela y cogerla a la casa para que al menos pudiese dormir un rato más, cuando llega Ana a mi lado con un folio en las manos.
-Alex, Alex, Alex.
-Dime princesa.
-Ya la tengo.
- ¿El qué?
-La letra de la canción. Camila me estuvo ayudando a acabarla.
- ¿En serio la acabaste?
-Sí.
- ¿Qué te parece si después nos vamos los dos a otro sitio y me enseñas como suena la letra?
- ¿Mami estará?
- ¿Te parece si le hacemos una sorpresa con eso más tarde?
-Sí, a mami le gustará.
-De eso no va a haber duda.
Al bajarme del coche ya las niñas estaban fuera y siendo llevadas hacia la casa donde estaba Ángela esperando en la puerta con una gran sonrisa. Ana no tarda mucho en llegar junto a ellas.
Una vez las pierdo de vista, me dirijo al lado de Gabriela que nada más abrir la puerta, despierta y empieza a mirar a todos lados.
- ¿Dónde están las niñas?
-Están en la casa con Camila y el resto de la familia.
-Ya estaba por darme algo.
-No debes preocuparte, estarán bien.
-Lo sé, pero a veces me asusta no tenerlas a la vista.
-Ya te dije que no voy a dejar que os pase nada a ninguna de las tres, hermosa. Sois mi mundo y sin vosotras no soy el mismo. No te preocupes más por esa pesadilla.
-Está bien.
-Venga, mejor bajemos y vayamos a junto los demás.
- ¿Quién las sacó del coche?
-Tu hermana y Camila. Algo escuché de que tenían mucha ropa para probarles.
-Ah no, eso no, no pienso dejar que jueguen con nuestras hijas.
Ya ni esperó por mí, salió del coche y se dirigió hacia la casa. Sabía que Gabriela odiaba que usasen tanto a Jessica como a Daniela como experimentos de moda, y juro que a veces era gracioso ver las discusiones que tenía con Camila, su hermana y Carlota.
Yo amaba a esta mujer más que a nada en el mundo, de verdad lo digo, tanto a ella y a nuestras hijas, eran lo más importante para mí en el mundo y también adoro a su familia debo decir, me acogieron después de todo lo que le hice a Gabriela y lo aprecio.
Por otro lado, Federico había sido enviado a la cárcel por veinte años por violación y agresión, pero no solo de Gabriela, sino de muchas más chicas las cuales salieron a la luz una vez salió el caso de ella. Gabriela había decidido ir a terapia para que la ayudase con la ansiedad y los recuerdos de esa noche. Debo decir que tenía una prometida fuerte, y yo estaba ahí por si me necesitaba.
Camila y Kevin al final eran pareja, por lo que me imagino que Gabriela tenía razón de que estes sentían algo el uno por el otro. Estuvo por mucho tiempo recordándoselo a los dos y todo el mundo se reía cuando eso se producía, porque los dos se empeñaban en contar la historia que me contó Gabriela sobre Londres, lo cual al parecer, el resto de la familia no tenía ni la menor idea, lo cual se rieron mucho ese día.
Por último, la boda sería dentro de un par de meses y no podía estar más contento por eso. Me casaría con la mujer de mis sueños y con la cual tenía las hijas más hermosas de este mundo. Adoro mi vida y mi familia.
FIN