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Apócrifo - Gods land - Capítulo 57

Kain se despertó como todas las mañanas en su cama y acompañado de una de sus esposas. Cuando se aventuró a abrir los ojos ya era más tarde de lo normal. Por lo general, a esta hora se estaría bañando o estaría en el comedor desayunando. No obstante, no tenía ningún apuro, en estos momentos solo le quedaban dos preocupaciones en casa. María de diez años y Eina, una linda bebé elfa de cuatro años de edad. Su madre era Aina y en conjunción con la sangre de Kain, habían producido una pequeña elfa de pelo verde. Por otro lado, a diferencia de María, que cuando era pequeña se venía a instalar a su cama temprano. Eina era una bebé dormilona, más de lo que sus otros hermanos habían sido.

Por otro lado, Tatsumi y Viggo habían empezado a hacer su propia vida el año pasado. Solo quedaba Flora que pronto cumpliría los quince años de edad. Parecía más reacia a dejar la familia, pero por alguna razón, Kain creía que sería la primera en casarse. Ella se cree muy lista, tratando de ocultarle cosas a Kain, pero él ya se dio cuenta de que cuando suspira, no es de cansancio.

Kain miró al techo blanco y pensó en todas estas cosas mientras el sol penetraba por la ventana y estaba a solo unos centímetros de llegarle a los ojos. Al mismo tiempo, Isabel se comenzó a mover y a buscarlo a tientas hasta que dio con su pecho y se acurruco sobre él. Puso una sonrisa complacida y le paso las pequeñas manos por el pecho.

Por su parte, Kain sonrió al verla y se giró hacia ella para quedar frente a frente. Isabel reacciono abriendo los ojos y con una somnolienta sonrisa le dijo -buenos días, querido-

Kain se acercó y le dio un tierno beso en los labios -buenos días- respondió

-¿Dormiste bien?- pregunto Isabel, Kain asintió e Isabel continuo -que bueno, últimamente te noto distraído-

-Cosas- dijo Kain formando una sonrisa incomoda -si yo tuviera una solución, te contaría esas cosas, pero conmigo estresado es más que suficiente-

-Dime, a lo mejor no te puedo ayudar de manera directa, pero te puedo dar algunas ideas. Ya sabes, las cosas se ven diferente desde fuera-

Kain asintió y pregunto -¿Qué vamos a hacer con Flora?-

Isabel abrió los ojos grandes y miró hacia su derecha, enfocándose en la sábana blanca -no sé a qué te refieres- dijo

Kain sonrió y estiro su mano derecha por debajo de las sabanas y le pellizco la nalga.

Isabel dio un pequeño grito y lo miró molesta -¿Por qué hiciste eso? Me dolió- dijo

Kain subió su mano y le acaricio la mejilla mientras le decía -porque tú y tu hija me ocultan cosas. No soy tonto Isabel, sé que esa niña no suspira del cansancio-

Isabel soltó un suspiro y dijo apenada -lo siento, pero Flora me hizo prometer que me quedaría callada. A cambió, ella prometió que hablaría contigo. Realmente lo siento-. Entonces se acercó a Kain y se acurrucó en el pecho. Después levantó su rostro y miró a Kain con ojos de cachorro abandonado -¿me perdonas?- pregunto

Kain soltó una risita y se subió encima de ella, le dio un profundo beso y le dijo -ya veremos, primero tengo que castigar a una chica mala. Esta mal que guardes secretos a tu marido, ahora empezare un interrogatorio-

-Se suave- le dijo Isabel avergonzada -no quiero que las niñas nos escuchen-

-Eso depende de ti-

De esa manera, Kain e Isabel se amaron de manera apasionada hasta acabar. Ya después de media hora invirtieron las posiciones ya que Isabel tenía deseos de cabalgar. Así que se subió encima de Kain mientras su hermosa espalda estaba a la vista y su trasero cubierto por una sabana. Ella gemía y se relamía los labios con placer mientras movía sus caderas sin parar. Para el final, ella empezó a restregar su pelvis con mayor intensidad, preparándose para acabar. No obstante, alguien los interrumpió, sonó una llave y una muchacha similar a Isabel, abrió la puerta. Con solo quince años, ya tenía estatura y desarrollo suficiente para ser considerada una mujer. Sus proporciones eran casi iguales a las de su madre, pero menos desarrolladas. Sus ojos tiernos y cabello dorado lo había heredado a la perfección. Cada vez que Kain la veía, recordaba a Isabel en sus días de chica de la guild de aventureros. No obstante, este no era el mejor momento para recordar viejas memorias.

Isabel dio un grito y tomando la sabana, se lanzó sobre el pecho de Kain y se tapó por completo. Por otro lado, Flora tenía los ojos grandes, casi parecía que se le iban a salir de las cuencas de la sola impresión.

-Flora- dijo Isabel enojada, asomo su rostro y continuo -mocosa del demonio, sal de la habitación ahora mismo ¿No te he enseñado a tocar la puerta? Además esta es la habitación de tu padre ¿Por qué entras de manera tan descarada?-

Sin embargo, nadie respondió a sus palabras, ya que cuando Flora quiso dar una excusa comenzó a hacer arcadas mientras trataba de salir de la habitación. Al final, salió y cerro de un portazo mientras vomitando en el pasillo.

Kain se largó a reír a carcajadas mientras escuchaba como la niña vomitaba sin parar.

-No es broma, Kain- dijo Isabel molesta, se descubrió y se levantó para ir a cerrar con pestillo la puerta. Después volvió a Kain, el cual todavía se reía mientras se sujetaba el estómago. Isabel lo quedo mirando durante un rato y se relajó un poco, al punto de que también se largó a reír. Se sentía avergonzada, pero a estas alturas ya no había nada que hacerle.

Kain controlo su risa, soltó una exhalación y se levantó de la cama -seguramente vino a ocupar mi baño- dijo

-¿Por qué?- pregunto Isabel

Kain camino hasta ella, la tomo de la mano y caminaron hacia el baño -veras, ya no hay baños para hombres en esta casa después de que Tatsumi y Viggo se fueran, así que los otros dos baños quedaron para ustedes. Sin embargo, ustedes se toman mucho tiempo arreglándose, así que Flora viene de vez en cuando a ocupar mi baño-

-La mimas demasiado-

-Es mi princesa- respondió Kain con una amplia sonrisa

Después de eso, los dos se bañaron y se pusieron ropa para empezar un nuevo día.

-o-

Cuando salieron de la habitación, Isabel se fue directo a regañar a Flora, mientras que Kain fue atajado por su pequeña elfa, Eina. La cual venía en los brazos de su madre con un rostro somnoliento.

-Buenos días, amor- dijo Kain mientras estiraba sus brazos y tomaba a la dormilona Eina. La niña cerro sus ojos y se acomodó para seguir durmiendo en el pecho de Kain.

Por otro lado, Aina se acercó por el lado y le ofreció sus labios, a lo que Kain los beso con agrado. Después de eso, caminaron por el pasillo del segundo piso y bajaron por las escaleras para ir a desayunar a la cocina.

Una vez que entraron a la cocina, vieron a Flora sentada en la mesa con la cara roja como un tomate. A su lado estaba María, que cada día se parecía más a Elinalise. No obstante, ella a sus diez años se dejaba el cabello suelto como Deméter.

Por su parte, Kain se sentó en el asiento de cabecera y María se movió para ganarse en el asiento de al lado.

-Buenos días, padre- dijo María con una sonrisa amable y esos ojos soñadores iguales a los de su madre

Kain sonrió y se agacho para darle un beso en la mejilla -vaya a sentarse a su lugar, ese es el asiento de Isabel-

-Pero yo quiero sentarme con papá-

Kain soltó un suspiro y subió a María en su pierna derecha mientras en su izquierda estaba sentada Eina.

-Kain- dijo Isabel desde la cocina -¿Qué hablamos de malcriar? Ya tenemos a una mirona por tu forma de hacer las cosas-

-¡Mamá!- dijo Flora en un tono mimando -no fue a propósito, yo no sabía que estaban haciendo eso- bajo el volumen de su vos y dijo -que asco, no creo que me case después de ver semejante cosa-

-¡¿Qué dijiste?!- pregunto Isabel levantando un cucharon y meciéndolo con un aire intimidatorio

-Nada, mamá. Solo que fue un accidente-

Isabel bufo y le dijo de nuevo -mocosa precoz-

Por su parte, Kain la escucho bastante claro, le dio un sentimiento de melancolía el saber que pronto su bebé se iría de la casa, pero trato de tomarlo con sabiduría. Así que mantuvo en su regazo a sus dos princesas que todavía estaban demasiado jóvenes para pensar en esas cosas y desayuno en paz. Bueno, dentro de lo pacifico que pudo ser con las quejas de Isabel diciendo a cada rato que mimaba demasiado a las niñas.

Una vez que termino el desayuno, Flora llamo a Kain al patio y cuando estuvo frente a él, no le salían las palabras. Eran las diez de la mañana en ese momento, el sol centelleaba con fuerza y no corría briza.

Como estaban en medio del patio, el sol los golpeaba de lleno, así que Kain se movió debajo del manzano. Que como todas las primaveras, habían colocado un juego de mesa y sillas debajo de sus ramas. Kain se sentó en una de ellas mientras esperaba a que Flora le contara que era lo que quería.

Por su parte, Flora se quedó de pie y dijo con una voz pequeña, como si le costara decir que lo tenía pensado -papá-

Kain alzo la vista para mirarla a los ojos y Flora abrió la boca varias veces, pero al final no pudo articular lo que quería decir.

Kain soltó un suspiro y se preguntó si había sido un padre demasiado estricto como para que esta mocosa le tuviera tanto miedo. Negó con su cabeza y se puso de pie -ven- dijo -acompáñame a ver a Hera-

Flora asintió mientras agachaba la cabeza. Kain paso por su lado y se la acaricio. Después se fue a avisarle a sus esposas adonde iría.

Flora lo vio irse y desaparecer detrás de la puerta de la casa. Al poco rato soltó un suspiro, se dio dos palmadas en las mejillas, las cuales le quedaron rojas por la fuerza del golpe y se dijo con convicción -¡vamos, sé que lo puedes hacer!-

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