webnovel

126

—No te estoy ocultando nada, John.

—Esta bien, cuando quieras decirme lo que te pasa, estaré aquí para escucharte. Por otro lado, solo a ti se te ocurre la brillante idea de querer dejarme y llevarte a mi hija. No sabes lo molesto que me siento en este momento, pero gracias al amor que te tengo, haré de cuenta que no dijiste esa tontería. Las cosas no han salido como se supone, ¿Tú crees que yo no tengo miedo? ¿Tú crees que a mí no me importa lo que les pase a ustedes dos? Claro que sí, pero la idea estúpida que dices, solo complicaría más las cosas. Jamás permitiría que me dejes, y menos si te vas a llevar a mi hija contigo. Ya te lo había dicho una vez, tu lugar es al lado mío y punto. Jamás dejaré que me dejes, sea la razón que sea, tú eres mi mujer y la madre de mi hija, razón suficiente para que te quedes conmigo. Tratas de irte de mi lado y te juro que te mato, porque prefiero que mueras por mis manos y no por la de ellos.

—¿Tienes que llegar a esto de amenazarme también, John?

—Es una advertencia, pero si lo quieres tomar como amenaza, adelante. Tú eres mi mujer y tu lugar es aquí al lado. Una relación es para apoyarse mutuamente, en las buenas y en las malas, ¿No es eso lo que me hiciste jurar y firmar al casarnos? ¿Dónde quedó eso? Dijiste que te quedarías conmigo siempre, sin importar cuán difícil sean las cosas, y eres la primera que quiere romper esa promesa.

—Comprende, John. Lo hago por nuestra hija.

—¿Y crees que nuestra hija estará bien contigo solamente?  No te puedes cuidar muchas veces ni tú misma, ¿Y planeas, según tú, cuidar a nuestra hija sola? Ahí sí la terminarían matando, y no solo a ella, también a ti. ¿Tú te crees que esto es un juego? Estamos en medio de una guerra, contra gente que no le va a temblar el pulso de acabar contigo y nuestra bebé. Jamás dejaré que alejes a mi hija de mi. Ella se quedará con nosotros, estará más segura con nosotros juntos, que sola contigo.

—Claro, para que cuando den con nosotros nos maten a todos. Si te importara tu hija, buscarías la forma de protegerla más. Sabes que tú eres quien la está poniendo en peligro ahora.

—El miedo te está haciendo decir estupideces, Daisy. ¿Te estás escuchando?

—No, es la verdad. John. Ahora mismo tú representas un peligro para nuestra hija. ¿Por qué no te das cuenta de eso?

—Y ahora mismo, ¿Estaba con ella cuando los encontraron? — se quedó en silencio—. ¿Lo ves? Eso no es garantía, cosita. Solo con el hecho de llevar mi sangre en sus venas, está condenada igual que yo, y al igual que tú. Todos estamos juntos en esto, es por eso que juntos debemos permanecer. Podemos cuidarnos entre nosotros, como la familia que somos y como lo hemos hecho hasta ahora.

—Yo no lo acepto, John. Si nos quedamos contigo, solo tendremos que seguir huyendo y huyendo. ¿Cuándo se le dará un hogar estable a nuestra hija? No sabemos qué va a pasar el día de mañana con nosotros, porque nada es seguro. Yo quiero alejarla de toda esta guerra. Tengo miedo de que ahora mismo, por este error de haberla dejado, algo malo le pase. Yo no podría perdonármelo. La dejé sola porque creí que estaría segura, porque tú te veías muy seguro de que sería así; la dejé sola, porque no quería abandonarte tampoco, y ahora mira lo que está pasando. Nuestra hija está en peligro, estamos lejos de ella, con unos asesinos detrás, dispuestos a hacerle daño.

—Se van a quedar conmigo las dos y no se discute. Yo las protegeré.

—Siempre dices lo mismo, ¿Te has dado cuenta? Y mira ahora la protección de la que hablas. Nuestra hija en otro lugar, sin nosotros y en riesgo. ¿Esa es la protección que dices?

—Yo lo arreglaré todo, lo prometo. Solo dame algo de tiempo para pensar las cosas claramente, porque ahora no estoy en condiciones de hacerlo. Solo, quita esa idea de tu cabeza de irte con ella a otra parte.

—Créeme que buscaré la forma de hacerlo. No puedo seguirla exponiendo así.

—Volvemos a lo mismo— respiré hondo, tratando de evitar cometer una estupidez—. No sigas mencionando eso, Daisy. Realmente en este momento no puedo escucharte decir eso. No sabes lo que me estoy controlando ahora mismo.

—Perdóname, pero todo esto lo hago por nuestra hija.

—Mientes, si realmente quisieras el bien para nuestra hija, estarías de acuerdo en que nos quedemos juntos. Sabes que siempre he buscado protegerlas, y teniéndolas cerca podría hacerlo. Si están lejos, ¿qué demonios podría hacer? Yo no dejaré que hagas otra imprudencia de las tuyas.

—Para ti todo es una imprudencia, ahora defender a mi hija también lo es. ¿Te das cuenta? Estás mal de la cabeza, John. Ahora mismo estás pensando en ti, no en ella o en mi. Quieres tenernos cerca, aún sabiendo que te están buscando para matarte y que nosotros pagaremos por eso también.

—¡Cállate, Daisy! ¡Ya no más! Si estás buscando provocarme, lo estás logrando.

—¿No soportas que te diga la verdad? Ese es tu problema. Yo te amo y te lo sigo repitiendo, pero esta vez debo hacer un sacrificio por Mia, y eso implica alejarla de ti en este momento.

—¡Te dije que basta!— le puse la mano en el cuello y ejercí algo de fuerza, al caer en cuenta del arranque que tuve, la solté—. Lo siento, pero no te lo voy a permitir y ya lo decidí— tuve que salir de ahí, no quería hacerle daño, pero ya estaba al límite de perder el control de mi y no podría perdonarme si le hago algo muy malo.

Estaba sobrecargado y actúe bajo el arranque del enojo. Me juré no hacerle daño y acabo de hacerlo.

—¿Estás bien, Alma?— preguntó Kwan.

—Déjame solo, necesito pensar y buscar una solución para todo.

—Está bien. Ya hablé con el contacto que te dije y estuvieron de acuerdo. Se supone que cuando lleguemos, nos estén esperando.

—Lo que sea. Ahora vete— le pedí, y se fue.

Yo no puedo permitir que se alejen de mi. Yo jamás lo permitiré, así me toque amarrarla, ella no se irá de mi lado y tampoco me alejará de mi hija. ¿Cómo se atreve a siquiera pensar en esa pendejada?

Todo el vuelo estuve lejos de ella, no quería verla, o tenerla cerca en este momento; aún estaba alterado y mi cabeza no estaba del todo funcionando bien para tener una conversación seriamente ahora.

Fui donde ella, y sin hablarle, le agarré la mano para salir de avión. Ella no me dijo nada y se veía asustada al tenerme cerca, y tiene razón para estarlo; incluso yo mismo a veces siento miedo de mi.

Había tres camionetas esperándonos en la pista, y Kwan se acercó a una de ellas. Un hombre alto, de ojos azules, pelo negro y un poco largo, se bajó de la camioneta junto a otro que se parecía mucho. Parecían hermanos, pero se veía un poco más joven, así que gemelos no creo que puedan ser.

—Él es John, mejor conocido como "Alma negra", el hombre del que te hablé por teléfono, Lin— dijo Kwan.

—Un placer conocerte, me llamo Lin— dijo el más joven que se veía, extendiéndome su mano. Su acento era algo raro—, y él es Akira, mi padre—Akira me miró, y sonrió.

—Espero podamos llegar a un buen acuerdo— Akira extendió su mano y se la di.

—Lo mismo espero— sonreí.

*Nota: La historia de Akira y Lin se llama: Entre el amor y el odio. Tiene dos partes y es mucho más cruda que está. Si deseas leerla, la encontrarás en mi página.*

Chapitre suivant