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Me acerqué a mi escritorio y marqué a la extensión de Kanji.

—¿Puedes pasar a mi oficina?

—Ya voy para allá— colgué la llamada y me quedé vigilándo al extraño.

En alguna parte me parece haberlo visto y no puedo estar loca. Las veces que me ha sucedido esto, terminan pasando cosas indeseables. Kanji llegó inmediatamente a mi oficina.

—Buenos días, Srta. Leiko.

—¿Me dirás quién es él?

—Sí, es alguien interesado en el puesto de supervisor. No pude hacerle la entrevista, ya que tengo mucho trabajo pendiente y lo mandé a esperar por ti aquí.

—¿Estoy siendo una molestia?— preguntó el desconocido.

—No, hagamos la entrevista. Gracias Kanji, eso era todo.

—A tu orden—salió de la oficina sin añadir nada más.

Le hice la entrevista como a cualquier otra persona. Tiene muy buena recomendación de las empresas en las que estuvo trabajando anteriormente, pero algo en él no me gusta. Tengo que sacarme está maldita duda que me está matando por dentro.

—¿Me dirás quien eres en realidad o tendré que hacerlo por mi cuenta?— le pregunté directamente.

—No sé de qué habla, Srta. Leiko. Me gusta su desconfianza, pero no creo sea necesario ser así conmigo. ¿Acaso no cumplo con los requisitos de la empresa?

—No me gusta la gente que me quiere tomar por tonta, y siento que tú eres uno de ellos.

—¿Qué quiere que le diga?

—¿Qué es lo que quiere en mi empresa? o mejor dicho, ¿Qué es lo que busca?— Ian sonrió.

—¿Tú qué crees? A ti— dijo, y me levanté de la silla, poniendo ambas manos sobre el escritorio.

—¿Qué quieres conmigo?

—Tranquila, no tiene que ponerse agresiva. No le haré nada.

—La paciencia se me agota, Sr. Ian.

—Le aconsejo que se siente y hable tranquilamente conmigo.

—Yo decido si me calmo o no. Ahora dígame, ¿Quién eres y qué es lo que quieres conmigo?

—Srta. Lisa, No creo que esté en posición de hablarme de esa forma.

—¿Srta. Lisa?— arqueé una ceja.

—No tiene que fingir conmigo. Soy detective privado, estoy haciendo una investigación sobre su marido y está empresa, conozco bien lo que hacen en este lugar, más conozco la identidad de su esposo. No tiene que hacerse la ilusa conmigo. Dejemos los puntos claros sobre la mesa. Mi objetivo es su marido. Me contrataron para buscar información sobre él, y adquirir pruebas para esclarecer el caso del hijo del Sr. Huswan. Tenemos conocimiento que tuvieron unas diferencias hace unos años, y extrañamente su hijo desapareció hace unos días.

—¿Qué le hace pensar que creeré una sola palabra de lo que dice? Efectivamente tuvimos problemas con los Huswan. Algo que se solucionó y ganamos la demanda, porque éramos en todo momento inocentes de esa falsa acusación. Por otro lado, no sé de qué esposo habla, Sr. Ian. ¿Usted ve algún anillo en mi dedo?— le mostré mis manos.

—La puedo llevar a la cárcel en este momento por usar una identidad falsa, y no solo eso, sino por el negocio de lavado de dinero en el que usted está implicada. Es la mujer de un mafioso, y no importa con qué identidad trates de ocultarte, será muy fácil dar con usted. Le ruego considere cooperar con el caso, o de lo contrario, terminará tras las rejas y no creo que le agrade eso a sus dos hijos, ¿Verdad?— comencé a reír como una demente.

—Usted es muy divertido, Sr. Detective. Si realmente es un detective, creo que está actuando por su cuenta. No puede venir a mi empresa a levantar calumnias sin pruebas, solo dejándose llevar por suposiciones. Si realmente es un detective, me asombra su estupidez, ¿Qué detective privado vendría directo a mi, y atacaría con falsas acusaciones, olvidando que una de las normas es guardar en secreto su identidad, y más aún sus intenciones? ¿Eso no afectaría el caso?— caminé y me detuve frente a él—. Mejor dicho, ¿Eso no estaría siendo una imprudencia que le puede costar la vida, Sr. Detective?

—¿Me está amenazando, Srta. Leiko?

—Fue una simple pregunta, Sr. Detective, no tiene que tomarlo con tanta seriedad.

—Voy a buscar todo lo necesario, y los voy a hundir, en especial a tu querido esposo.

—No sé de qué esposo habla, pero ¿Por qué no se convierte usted en mi esposo? Los hombres así de serios y comprometidos con su trabajo, me llaman la atención. Es demasiado obvio, Sr. Detective. Tal parece que quiere desnudarme con la mirada. Si quería llamar mi atención, lo ha logrado— le di una palmada en su hombro y caminé a mi silla—.  Me encantaría poder seguir hablando de este tema tan interesante, pero tengo mucho trabajo. Si aún quiere trabajar en mi empresa, es bienvenido. Sería muy divertido tener a alguien como usted por aquí.

—Será un placer trabajar para usted. El que nada debe, nada teme, ¿Cierto?

—Totalmente de acuerdo. Mañana mismo puede presentarse a trabajar, se le dirá sus deberes; aunque ya sabe cuales serían. Será un honor tenerlo en mi empresa— extendí mi mano y él hizo lo mismo.

—Buen día y permiso— salió de la oficina sonriendo, ahí pude suspirar de alivio. Estaba sumamente asustada, pero tuve que ocultarlo. Estoy segura que es una mala idea, pero si me niego levantaría sospechas. Tengo que hablar con Akira y Kanji. ¿Para qué quiere a Akira ese infeliz? No pude preguntar más o sería muy obvia. Maldición, otro puto problema más.

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