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—¿Por qué va a querer su hermana atacarlos?— preguntó Kanji.

—Es una historia larga. Te enviaré su información, quiero que la busquen donde quiera que esté y me la traigas. Si hay más personas ayudándola, los quiero también. No me importa que sea su hermana, cualquiera que sea capaz de hacerle daño a mi familia, no mostraré piedad alguna.

—Si lisa sabe sobre eso, ¿Te odiará?

—No me importa. Prefiero que me odie, pero no dejaré que esa sucia se salga con la suya. Se lo advertí, y aún así se atrevió a lastimarla. Mi mujer está entre la vida y la muerte por su culpa. Si ella no tuvo cargo de conciencia por lo que le hizo a su hermana, yo tampoco tendré ningún cargo. Tampoco es que me importe lo que le pase. Sabía que esto terminaría mal, y quise hacer las cosas como lisa quiso en ese entonces, pero si hubiera sido por mí, ya ella estaría fuera del camino. No importa lo que tengas que hacer, pero me la traes.

—Haré todo lo que esté en mis manos y John también.

—Deposítale el triple de lo que le estoy pagando, así nos aseguramos de que haga bien su trabajo. Entre más rápido den con esa perra, más rápido salimos del problema.

—Entendido — colgó la llamada.

Fui al cuarto de lisa y me paré al lado de ella.

—Otra vez dejé que jugaran contigo. Tuviste que haberla visto y te dejaste llevar por esos sentimientos de culpa que aún sientes. No todo el mundo reacciona de la misma forma, princesa. No todos tienen el corazón que tienes tú, eso es lo que he querido mostrarte en cada cosa que hago, pero he vuelto a fracasar. Esa mujer ya no es tu hermana. Tengo que acabar con ese sufrimiento que aún sientes por dentro por ella. A ella no le importa tu bienestar y solo te causará más daño. No sé si puedas perdonarme algún día, pero todo lo hago por nuestra familia, pero más por ti. No puedo dejar que se salga con la suya. Acaba de herirte y eso no lo puedo pasar por alto. Me duele verte así, destruyó lo más que amo luego de nuestros hijos, y eso no lo perdono. La mataré a ella, y a quien sea que la esté ayudando. Voy a liberarte de ese sentimiento de culpa, lo juro. Ahora necesito que sigas luchando, lisa. Quédate conmigo, por favor.

3 semanas después…

Lisa

Recuerdos

—Hoy vendrá mi novio a la casa. ¿Crees que puedas decirle a mamá que es tu novio?

—Yo te cubro, Inka.

—Eres la mejor hermana que pueda existir, lisa.

<¿Dónde he escuchado esto antes?> <¿Por qué todo se ve tan distante?>

—¡Eres la peor hermana que pueda existir!

—¿Quién es este hombre? — gritó papá.

—Es mi novio papá— respondí temblorosa.

—¿Cómo te atreves a traer a un hombre a la casa sin consultarme, lisa?— me dio una bofetada y me agarró fuertemente el brazo—. ¡Te me largas!

—¿Por qué no pudiste actuar mejor, lisa? Que vergüenza me hace pasar papá. ¿Cómo le explico ahora a mi novio? De esta me dejará. Si fuera por mí me iría con él, no soporto vivir bajo el mismo techo que nuestro papá.

—No te preocupes, yo hablaré con él.

—¿En serio harías eso por mi?

—Sí, Inka.

—Eres la mejor, lisa.

<Algo anda mal en mi. A pesar de saber que solo me utilizan para lograr lo que quieren, aún así no puedo negarme>

—Tu hermana esta desaparecida, lisa— dijo mi madre en llanto.

—¿Qué?

—Tu padre está en la policía para que comiencen la búsqueda.

Siempre quise creer que estaba con su novio. Que había escapado de la casa porque no soportaba vivir bajo el mismo techo que mi padre. No había dicho nada, porque quería que fuera feliz. Creí que había escogido eso por su cuenta, pues ella sabía lo que hacía, pero dentro de mi sabía que no era la decisión correcta. Pasaron los meses y sentía culpa por no saber de su paradero. Nuestra familia se derrumbó por completo. Mi padre se refugió en el alcohol, mientras que mi madre mantenía la esperanza de que regresaría sana y salva a la casa. Pasamos meses buscándola, la policía había detenido la investigación, y no quisieron ayudarnos. Cuando le confesé a mi madre lo que ella me había dicho, no me creyó, pensó que lo hacía para evitar que sufriera y para calmar las cosas, pero en realidad lo hacía por qué la culpa me estaba consumiendo. La vida no era la misma desde que ella desapareció. Mi madre decidió seguir adelante con nuestra vida, pero aún guardaba la esperanza de que ella regresaría a la casa en cualquier momento. Mi padre me culpaba por su desaparición, recibía sus golpes de rabia por ella. Por ocultarle las cosas siempre. Mi madre abogaba por mi, pero no era mucho lo que podía hacer para evitarlo. La familia se vino abajo, no teníamos vida. No hubo un día que mi madre y yo no esperaramos a mi hermana frente a la puerta. Teníamos que aprender a vivir sin ella, pero ¿Cómo?

Mi único refugió era el jardín, era nuestro lugar favorito. Ahí nos veíamos a diario, éramos muy unidas. Ella amaba las flores, tanto como yo. Desde que no volví a saber de ella, ya no podía verlo de la misma forma. Era doloroso su recuerdo. Siempre pensé que fue mi culpa por haber callado; quizás si hubiera dicho las cosas a tiempo, no hubiera ocurrido esto. Aunque la realidad terminó siendo otra. ¿Quién iba a pensar que detrás de su desaparición, estaría mi padre envuelto? Ese hombre que me golpeaba con tanta rabia y odio, el enemigo vivía bajo nuestra misma casa, y nadie se había dado cuenta.

Al saber de ella, quise hacer todo para traerla conmigo, quería que todo fuera como antes, pero eso ya era imposible, nada podría ser como antes.

—¿De todos los hombres que podías haber escogido, precisamente con este? ¡Eres una traidora! ¡Te odio!

—Si quieres culpar a alguien por lo que te pasó, culpa a tu maldito cabrón padre o a mi— le respondió Akira.

¿Cómo podrías tener la culpa, Akira? El verdadero culpable era mi padre.

—Eres una traidora y por eso te odio. Voy a matarlos a todos y cada uno de los que me desgraciaron la vida. ¡Muérete de una vez!

Quizás después de todo lo merecía…

—No todo el mundo reacciona de la misma forma, princesa. No todos tienen el corazón que tienes tú, eso es lo que he querido mostrarte en cada cosa que hago, pero he vuelto a fracasar. Esa mujer ya no es tu hermana. Tengo que acabar con ese sufrimiento que aún sientes por dentro por ella. A ella no le importa tu bienestar y solo te hará más daño.

Akira…

—Te amo hermana— su hermosa sonrisa me hacía feliz.

Todos esos recuerdos se nublaron, ahora de esa mirada que tanto admiraba, ya no queda nada…

—¡Muérete de una vez!

¿Fui condenada a recordar una y otra vez mis errores?

—No puedes dejarme solo.  Nuestros hijos y yo te necesitamos, corderito. Mi vida es tan miserable si no estás conmigo.

No estás solo, Akira.

—Antes adoraba verte dormir, pero ahora no quiero ver tus ojos cerrados así. Tal parece que estuvieras en un sueño eterno. Regresa conmigo porfavor, no quiero estar más solo — su voz se escucha muy triste. ¿Acaso está llorando?

No estés triste, yo estoy aquí Akira.

Traté de abrir mis ojos, pero la claridad no me lo permitía. Sentí unas manos muy cálidas en mi mejilla. Tal parece que hubiera sido hace tanto tiempo, que no sentía esto.

—¿Lisa?— escuché esa voz tan cerca; esa voz tan dulce que deseaba tanto escuchar.

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