—Vigila a mi hijo y mata a esa mujer, esa perra no me sirve para nada. Que Akira no se entere. Necesito ir a buscar la droga para mi hijo, así no podrá negarse ni escaparse. Me costaría el cuello si luego que lo ofrecí no cumple.
—Si, señor.
Lisa
Ha pasado un largo tiempo y aún no ha venido el viejo o alguien de sus hombres. A este paso no podré hacer nada por Akira. Intenté forcejear para soltarme, pero está muy fuerte para poder soltarlas. Escuché la puerta y dirigí mi mirada a ella, dejando de forcejear con la soga que sujetaban mis manos. Vi a uno de los hombres con el arma apuntándome. No tengo tiempo para pensar.
—Te mandaron a matarme, ¿No es así?— se quedó en silencio y cargó el arma.
—Puedo pedirle una última cosa.
—¿Quiere evitar que la mate?
—No, la realidad es que no me importa.
—¿Entonces? — me miró fijamente, apuntando el arma a mi dirección.
—No quisiera morir sin haber cumplido una fantasía— fingí estar afligida. Pronunciar estas palabras me producía asco.
—¿Así que tu plan es persuadirme?
—No precisamente, sé que aún convenciéndote, si salgo de esta habitación me van a matar igual. La verdad es que siempre he querido estar con un hombre que no sea mi marido, pero verás, él es demasiado celoso y posesivo. No quisiera morir sin haber probado a otro hombre— el hombre se acercó a la cama y me apuntó con el arma en la cabeza.
—¿Crees que ese truco va a funcionar conmigo? ¿Sabes cuántos años llevo trabajando en esto?
—No te ves viejo, de hecho te ves muy bien.
—¿Estás burlándote?
—No, la verdad es que me gustaría al menos ver qué tienes debajo de esa ropa— esto es asqueroso.
— Eres muy honesta o eres muy mentirosa.
—¿Te cuesta trabajo al menos desnudarte? No te estoy pidiendo que me sueltes o que me cojas. Supongo que es cierto que soy muy fea y no causo nada en un hombre— me hice la afligida y se quedó en silencio. Estoy segura que no lo convencí. Mierda, ¿qué demonios puedo hacer ahora? Iba a añadir algo más, cuando vi que bajó su mano al cierre del pantalón.
—¿Esto es lo que querías ver?— esto era asqueroso, tenía náuseas al ver otro hombre desnudo que no sea Akira. No tengo tiempo para pensar en nada más. Es ahora o nunca.
—Que buen equipo tienes— mordí mis labios, intentando lucir provocativa. Un hombre como este, es demasiado difícil que me crea—. No sabes cuánto muero por probarlo— hubiera vomitado un millón de veces internamente si pudiera. El hombre se quedó mirándome y puso el arma en la parte de atrás de su pantalón. Acercó su mano para soltar la parte de la soga que me aguantaba a la cama, pero la otra parte de la soga aún estaba amarrada a mis manos. Si intento algo ahora me matará.
—Tienes suerte que mi jefe no está aquí, o de lo contrario, tendría que matarte rápido y sería un desperdicio.— entonces el viejo salió, ¿Se habrá llevado a Akira con él? Tengo que hacer algo rápido. Me levantó de la cama, aguantando la soga de mis manos y aproveché para intentar ponerme de rodillas. Fue lo primero que se me cruzó por la mente, a los hombres como él les gusta las mujeres sumisas, que sientan que ellos tienen el control de todo.
—No hagas una tontería o te mataré—dijo en un tono amenazante. Sentía repulsión al tener su miembro erecto en mi rostro. ¿Realmente tengo que poner eso en mi boca? No puedo pensar en nada más. Perdóname Akira. Miré al hombre y puse la expresión más provocativa que pude hacer y me acerqué a su miembro. Lo puse en mi boca y comencé a jadear como si estuviera disfrutándolo. Esto era lo más asqueroso que he hecho en mi vida, le estoy fallando a Akira, pero todo sea por nuestra familia. No me perdonaría si algo le pasa.
—Eres muy buena en esto—dijo jadeante.
—No sabes lo que me encanta saberlo— respondí, aún lamiendo su miembro. Sentía náuseas de hacer esto. Intentaba pensar en Akira, en lo dulce que Akira sabe, pero este sabor era desagradable. Es imposible que pueda imaginar a Akira en este momento. Me daría vergüenza que me viera así.
—Detente, perra, no me quiero venir todavía —el hombre me tiró a la cama y se subió sobre mí. No estaba preparada para esto. Aguantó con una mano las mías y la otra bajó para bajar el cierre de mi pantalón. Por favor, que se detenga. Quitó mi pantalón y mi ropa interior y se quedó mirandome fijamente con una mirada desagradable.
—Tienes un buen cuerpo, creo haberme sacado la lotería. Es una lastima que tenga que matarte después — sentí cuando metió su miembro fuertemente en mi. Me dolía, no estaba excitada con esto, se sentía asqueroso. Necesitaba buscar una oportunidad de hacer algo. Estaba intentando no mostrarle el dolor que estaba sintiendo. Soltó mis manos para acariciar mis senos y vi la oportunidad de mover mis manos.
—¿Puedo sujetarme de ti? Tienes unos brazos muy buenos— le dije, en un tono seductor.
—Es por eso que me mantengo así, preciosa— sonreí, y puse mis manos en su torso acariciando todo a su paso hasta sus hombros—. Quiero apreciarte mejor, ¿puedes quitarte la camisa, por favor?
—Por ti lo que sea— se detuvo, y comenzó a quitar su camisa. Era mi oportunidad, llevé mis brazos a su espalda y cogí el arma. Empujándolo de encima de mi y le apunté, le disparé sin dudar; para mí suerte pude acertar el tiro. Acabo de matar a una persona y obviamente no podía sentir culpable por ello. El arma no hizo mucho ruido, nunca había visto un arma igual. No era el momento de estar pendiente a ese tipo de cosas, era el momento de salir de aquí.
Akira
—Hace mucho tiempo no te veo, estás más grande y guapo— le dije a Ronald.
—Tu estás más bueno. No pensé poder encontrarte de nuevo. Eras tan pequeño y dulce, tal parece que aún sigues siendo igual. Tienes la misma mirada y esos ojos que me vuelven loco. Creí no te volvería a ver. ¿Por que te tienen amarrado como un perro?
—Me duele mucho y mis manos las siento dormidas, ¿Podrías ayudarme?— fingí estar adolorido.
—Claro que si, pequeño.
Lisa
B
usqué en su ropa una cuchilla o algo para cortar la soga, y por suerte tenía una pequeña cuchilla. Corté la soga y me puse la ropa; luego me asomé por la puerta y vi a un hombre frente a una de las habitaciones. A esta distancia no podría darle, no soy buena disparando de lejos. Caminé en puntillas y me escondí detrás de una mesa, mirando en dirección al hombre. Si no se mueve no sé si pueda dispararle. No se ve que tenga planes de moverse de ahí. ¿Dónde puede estar Akira?
Akira
—Tus manos son tan suaves, parecen las manos de un bebé. Están marcadas, ¿Qué te hizo ese idiota?
—Si, me lastimó y me golpeó, sácame de aquí y llévame contigo. Ese hombre es muy malo, intento prospasarse conmigo hace un momento — fingí estar angustiado.
—¿Qué hizo eso?
—Si, quiso abusar de mi antes de que tu llegaras. No quería entregarme a ti, ¿Puedes creerlo?
—¿Cómo se atreve a ponerle las manos a mi flor? Te sacaré de aquí y te irás conmigo, chiquito.
—¿Eso crees, pendejo?— lo agarré por el cuello y lo tiré sobre la cama—. ¿Crees que soy tu maldita flor? Esa flor que veías en mi, se marchitó hace mucho tiempo. Eres un viejo pedófilo y marica. Vete al infierno— presioné fuertemente su cuello, evitando que pudiera alertar al hombre que estaba afuera. Tengo que salir de aquí y buscar a lisa. Este pendejo debe tener un arma en alguna parte. Lo rebusqué y para mi sorpresa, tenía una. Esto es perfecto.
Lisa
Mierda, no se mueve. No tendré de otra que buscar acercarme. Espero que no me dispare. Caminé lentamente, pero el hombre se giró y me vio. Corrí hacia él para poder dispararle más de cerca, pero vi que se desplomó antes al suelo. ¿Qué fue lo que pasó? Vi a Akira salir de la habitación.
—¡Mi amor!— corrí hacia él y lo abracé.
—Lisa, ¿estás bien?
—Si, ¿y tú?
—Si, hiciste muy bien, preciosa. Hay que salir de aquí.
—Tenemos que buscar a mi hermana.
—Vamos— caminamos lentamente por los pasillos, buscando en las habitaciones a mi hermana, pero no estaba. Bajamos a mitad de las escaleras y vimos dos hombres armados abajo de ellas.
—Lisa, quédate aquí—Akira bajó lentamente por las escaleras y golpeó a uno de ellos, el otro le apuntó con el arma y no tuve de otra que bajar corriendo hacia él; al hombre ver que iba para encima de él, se giró hacia donde mí y Akira aprovechó para dispararle.
—Buen trabajo, corderito, aunque hubiera preferido que usaras el arma— Akira se veía muy pálido. Buscamos en todas las habitaciones de abajo, pero no encontramos a mi hermana. Vinimos a la antesala, donde nos trajeron al llegar a ver si la encontrábamos ahí, pero no estaba. ¿Dónde puede estar?
—Es muy raro todo esto, lisa. Habían muchos hombres y ahora no están— diciendo esto Akira, escuchamos unos aplausos.
—Bravo, hasta aquí pudieron llegar — el padre de Akira estaba con dos de sus hombres apuntándonos. Tenían armas más grandes que las nuestras, no pensé en quitarle esa arma a los que Akira mató. Que tonta fuí. Akira apuntó a su padre con el arma.
—Akira, ¿qué estás haciendo?— estamos en obvia desventaja, si hace eso le van a disparar. Akira sonrió y me miró de reojo
—Gracias por acompañarme hasta el final, lisa, lo siento—al pronunciar esas palabras, Akira disparó dos veces y los hombres no dudaron en disparar también. En un mínimo segundo Akira se abalanzó sobre mí haciéndome caer al suelo. Escuché la voz de padre de Akira.
—¡Vamonos de aqui!— al parecer estaba herido. No puedo dejar que se vaya.
—Akira, es la oportunidad que estabas esperando. Está herido podemos acabar con él ahora que están despistados. Hubo un silencio y miré a Akira.
—¿Akira?— levanté a Akira de encima de mí y vu que estaba lleno de sangre, y no respondía.
—No, no, otra vez no. Akira, despierta. No tendrás está oportunidad dos veces. ¡Despierta!— no respondía. Se veía muy pálido y era mucha la sangre que estaba saliendo de su cuerpo.
—Tenemos que llevarlo al hospital, señor— le dijo el empleado al padre de Akira.
No puedo dejarlo escapar, no puedo. Saqué las fuerzas y la valentía que me quedaba para acabar con el maldito problema.
—Akira, ya vuelvo. No quiero dejarte solo, pero esta oportunidad no la tendremos dos veces—me levanté del suelo como pude, cogí el arma de Akira y caminé a la entrada. Al parecer pudo matar a uno de ellos y herir a su padre. Estaría enfrentándome a dos. No soy buena en esto, no tengo puntería y sé que estaré en desventaja, pero esto era lo que Akira quería. Era mi oportunidad para acabar con lo que Akira empezó. Caminé a la entrada y vi a su empleado metiendo al viejo al auto, me acerqué lo más que pude y puse el arma en su costado y disparé, haciendo que se desplomara al suelo. No podía sentir miedo o lastima en este momento. Solo podía ver el rostro pálido de Akira en mi mente. Me lo arrebataron por segunda vez y me las van a pagar. No podía pensar en nada más que vengarme de este viejo maldito que le hizo tanto daño a Akira.
—Usted viejo, no va para ninguna parte. Tenemos una cuenta por saldar y no dejaré que escape. Por Akira, por mis hijos, por mi hermana y por mi, lo mandaré directo al infierno— le apunté al viejo y se me quedó mirando.