Llegamos a la casa, Yuji no había dicho una palabra desde entonces. Verla llorar me partía el alma, pero no quería comentar nada que la fuera hacer sentir peor. No quiero que vuelva a su casa en ese estado. Hablaré con Akira para que la deje quedarse unos días aquí. No sé si sería una buena idea, pero estaría más segura que en el ambiente de su casa. Ese hombre ya está muerto, pero no sé si él solo haya sido el problema. Solo espero que Akira lo permita. Keita ha estado callado desde entonces. El silencio cada vez es más notable en la casa. Le haré una llamada a Akira esperando que no esté ocupado en la reunión aún, aunque conociéndolo, se preocupará si le digo lo que pasó por teléfono, será mejor esperar que llegue si es que se queda a dormir aquí.
—¿Quieres un vaso con agua o quizás un té? — intenté romper el silencio entre nosotras, pero parece que mi esfuerzo fue en vano.
Al no recibir respuesta de ella decidí levantarme a la cocina y preparé un poco de té para llevárselo.
—Gracias— tomó la taza de té temblorosa.
No esperé que hablara, así que me quedé callada y solo la observé. Al terminar de tomarse el té, ella decidió romper el ambiente incómodo que había.
—Gracias—su rostro tenía una expresión más tranquila que antes, lo cual me asombró mucho el cambio tan repentino.
—¿Cómo te sientes?— esperé a que respondiera.
—Mucho mejor ahora que está muerto—su expresión tranquila me preocupó.
¿Cómo puede alguien estar tan tranquilo luego de presenciar una muerte?
—¿Puedo saber porqué estás tranquila con eso? Sé que no debo meterme en tu vida, pero no puedo estar tranquila al escucharte decir eso.
—Se merecía eso y mucho más. No sabes todo lo que pasé cerca de ese hombre— desvió la mirada y cruzó sus brazos.
—¿Qué te hizo?
—Desde que mi padre murió todo en mi vida cambió. Mi madre se sentía muy sola y me reprochaba la muerte de mi padre. Conoció a ese hombre por internet y lo trajo a la casa a vivir con nosotras. Mi madre ciega confiaba en sus palabras. Era un policía corrupto, un vividor, un abusador y un violador. Ella nunca me creyó lo que él me hacía. Nunca me fue posible huir de sus asquerosas manos. Lo intenté muchas veces y siempre me encontraba. Tenía mucha poder para mover sus fichas. Me hizo la vida imposible y me la destruyó. Jamás pude tener una vida normal desde que mi verdadero padre murió. Quería que mi tormento acabara, quise morirme muchas veces al no encontrar ninguna salida a mi tormento. Quise matarlo tantas veces y todo era en vano, solo empeoraba las cosas. No podría jamás tener un hijo de alguien como él. Deseaba morirme antes que eso sucediera. Cuando se enteró que estaba embarazada, me reprochó y me golpeó. Quería morirme, era la única opción que tenía— estaba en llanto y la abracé mostrándole mi apoyo.
Escuchar su historia me hace sentir destrozada. No podía controlar mis lágrimas recordando todo lo que me sucedió también. Saber que ella pasó por algo similar, me hacía entender muchas cosas. Entiendo su miedo, sus lágrimas, su dolor, su rabia y sus ganas de morir; es por eso que veía mi reflejo en ella. Lloramos por un largo tiempo hasta que nuestras lágrimas ya no salían más.
—Ya está muerto, ahora podrás vivir tranquila. No estás sola, me tienes a mí.
—No te conozco de mucho tiempo, pero todo lo que has hecho por mí demuestra que eres una gran persona y una gran amiga.
Akira llegó y se sentó a mi lado.
—Me dijeron lo que pasó y aquí estarás segura —su mirada se dirigió a mí, como si supiera lo que le pediría. Es como si pudiera leer lo que pienso o lo que siento.
—Gracias a los dos— Yuji agradeció formalmente.
—Mandaré a preparar el cuarto de huéspedes. Es muy cómodo y ahí estarás bien —Akira se levantó y se fué.
Llevé a Yuji por toda la casa para que la conociera y, luego de hacerlo, la llevé al suyo. De ahora en adelante vivirá alguien más con nosotros; algo que de alguna manera me gusta la idea, así no estaré más sola mientras Akira no está.
—Si necesitas algo, me puedes avisar en confianza o a la empleada.
—Gracias por todo lo que están haciendo. Debe ser incómodo para los dos que alguien más esté en esta casa.
—La verdad no me siento incómoda, todo lo contrario. Estoy segura que Akira no le molestaría algo como eso. Espero puedas dormir cómoda, si me necesitas estaré en el otro cuarto—ambas sonreímos y nos despedimos.
Me dirigí al cuarto donde Akira estaba esperándome para bañarnos juntos.
—¿No te molesta que se quede aquí?— quería saber lo que pensaba sobre esto, aunque jamás le diría la historia de lo que vivió con su padrastro.
—¿Por qué me debería molestar? Fui yo quien le dije que se quedara, ¿no es así?
—Sí, pero...— me interrumpió:
—No pienses y no digas nada más. De ahora en adelante no estarás sola cuando no esté, ¿no es así?— sonrió, arqueando una ceja. Tal parece que me conoce muy bien, más de lo que me conozco yo misma.
Salimos del baño y nos recostamos desnudos en la cama. Ya parecíamos una pareja normal, ni siquiera hemos estado peleando como antes hacíamos. Es como si ya estuviera acostumbrada a esta situación. ¿Desde cuándo? Se acostó a mi espalda besándome el hombro.
—Mañana en la noche quiero que salgamos los dos. No hagas planes — sin dejarme responder, sujetó mi mentón y me besó; y bueno, una cosa lleva a la otra, tal parece que hubiera pasado tiempo sin estar cerca de él.
Cada beso que me daba, más ganas sentía de él. Mi cuerpo ha estado muy sensible últimamente, la razón es obvia. Es muy poco el tiempo que pasamos juntos y, cuando es así lo queremos disfrutar. Quisiera que el Akira que está aquí conmigo sea mío, que nadie más pueda pasar estos momentos que paso con él. ¿Desde cuándo me volví así?