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El soldado más leal.

El espacio se distorsiono y Aurora que estaba viajando espacialmente fue sorprendida por la vista de una gigantesca plaza con amplios portales.

Ella se quedó congelada, pero de inmediato tuvo que moverse debido por la cantidad de transeúntes que entraban y salían del portal.

Al tratar de salir sintió un escaneo mágico y luego de pasarlo ella caminó hasta en medio de la plaza en donde se encontraba.

Ella estaba en la Ciudad Filian y ahora que la veía de cerca no pudo evitar sentirse como una pueblerina llegando a la gran ciudad. Una analogía extraña para alguien que venía de un mundo moderno, pero esto, la superaba.

Primero eran los edificios de ladrillos y madera con paredes coloridas, la mayoría eran de dos o tres pisos, uno al lado del otro extendiéndose a lo largo de las calles que conectaban la amplia plaza.

Lo otro que resaltaba era la torre que estaba flotando a varios cientos de metros en el cielo. Era una torre de ladrillo azul y si bien no era tan ancha como algunos edificios, de la tierra, emanaba una profunda presencia mágica que pulsaba cada segundo.

Probablemente el interior era un espacio extendido y era impresionante ver como algunos carruajes al acercarse eran absorbidos e incluso algunos individuos que volaban lo eran.

Esto último era otra extrañeza que destacaba, las zonas de vuelo estaban extremadamente limitadas y muy pocos individuos volaban, la mayoría siendo las autoridades locales dedicadas a la seguridad, funcionarios y otros individuos de rango.

Tal extrañeza era aumentada por la naturalidad y las presencias que si bien eran reprimidas eran fácilmente visibles. Aurora no pudo contar los rangos A e incluso rango S que entraban y salían del portal moviéndose por todas partes.

En este mundo estaba naturalizado subir de nivel y por lo que Aurora había escuchado la primaria y secundaria tenían programas para subir de nivel y tal programa era aún más importante para la universidad.

Aurora se quedó hipnotizada por toda la vista. La vestimenta tan general desde conjuntos sencillos, túnicas, conjuntos de batalla de cuero o simplemente armaduras. La variedad era extrema en todo sentido y también las razas que entraban y salían.

Ella se giró para todas partes tratando de reconocer las diferentes razas. Vio a los demonios de las tierras del fuego, pero toda clase de elfos con múltiples colores de pelos y orejas de todo tipo. 

La tonalidad de la piel e incluso la misma piel variaba, algunos con tonalidades de piel tan extravagantes como lo era la diferencia de cuerpos. Ella vio individuos con escamas, mujeres con alas de pájaro o de murciélago, algunos individuos humanoides, pero con formas animales.

Aurora como una turista emocionada queriendo conocer todo se giró para todas partes hasta que sus ojos se centraron en un gigante de tres metros.

Era un hombre alto y de piel bronceada. Sus músculos eran impresionantes y su tamaño intimidaba a los transeúntes que se alejaban y combinado con su altura, dio la impresión de ser un gigante en este mundo.

Cabello rojizo largo, ojos del mismo color y una sonrisa gigante… Aurora parpadeó al darse cuenta de que ella era observada.

Ese mismo gigante la saludo y se acercó como un niño curioso a su lado con una sonrisa gigantesca.

"Hola." Saludó Aurora al tener que levantar la cabeza y viendo la sonrisa del gigante, murmuró. "Lo siento si me quede mirando demasiado."

Aurora parpadeó al darse cuenta de que acababa de murmurar inconscientemente, pero no pudo evitarlo. Cualquiera se sentiría intimidado por el tamaño y el físico del gigantesco hombre.

Su padre era alto, pero este individuo… Era simplemente enorme y si bien ella tenía una altura superior al promedio para una mujer, seguía siendo pequeña al compararse.

"Oh, no se preocupe." Respondió el gigante con un tono respetuoso y sonriendo al inclinarse para estar a la misma altura, murmuró. "Yo la conozco."

Aurora vio la sonrisa del individuo, no había malicia, sino que simplemente parecía la sonrisa de un niño. No por lo ingenuo, sino que por lo natural y puro que era.

Ella no supo que decir y observó al gigante, la armadura de cuero que llevaba el físico y la presencia que si bien ocultaba revelaba cierto misterio y dudó un momento sin saber que responder.

A sus ojos el gigante parecía un guardia del Palacio Imperial.

¿La había visto en el palacio? ¿Era un guardia de Cithrel? ¿O la había confundido con alguien más? Aurora tuvo múltiples dudas y no supo cómo responder.

"No se preocupe no diré nada a nadie." Dijo el gigante sin importarle su silencio o lo que pensaba.

"Gracias… Supongo." Respondió Aurora sin entender al hombre.

No parecía un estafador que quería engañarla y tampoco parecía mostrar mala intención. Ella no era perfecta para reconocer tales individuos, pero tenía confianza en que no sería fácilmente engañada.

Su agradecimiento llevó a que el gigante sonriera aún más y se levantara firme y recto como si su elogio estuviera al nivel de medallas militares.

"Yo soy el soldado más leal de Su Majestad. Mi padre sirvió al padre de Su Majestad y yo la sirvo a ella." Declaró el hombre golpeándose el pecho e ignorando las miradas, anunció. "¡Mis hijos servirán a los hijos de Su Majestad!"

Aurora parpadeó frunciendo el ceño. Había visto innumerables declaraciones de lealtad entre los caballeros de la Orden Blanca y la mayoría mostraba lealtad hacia la Emperatriz Cithrel Elamaris Falion.

Algunos de ellos no era una lealtad absoluta o ciega, pero la lealtad del caballero a su Señor, era indiscutible. Sin embargo, aquí había más que lealtad, era orgullo e incluso fanatismo.

"Tienes una familia… Muy leal." Respondió Aurora y viendo el gigante sonreía felizmente, ella también sonrió en calma.

Su elogió enorgulleció al gigante y si bien el individuo parecía tener una personalidad curiosa y alejada de lo que había visto de los caballeros de la Orden Blanca, en cierta forma, eran los caballeros que eran los anormales al ser tan serios, honorables y caballerosos.

"Por supuesto." Respondió el gigante sin una pizca de vergüenza y sonriendo, se volvió a inclinar para estar a su altura y comentó. "Si algún día necesita mi ayuda, no dude pedirla."

Aurora se puso incomoda, ya que ciertamente no podía acostumbrarse a la lealtad que mostraban en este mundo. Ya de por si el estatus elevadísimo que le había dado Cithrel, le había permitido prácticamente hacer lo que deseara.

Una lealtad y obediencia absoluta que superaba cualquier sentido de individualismo y en los caballeros, de supervivencia. A diferencia de la tierra que había cierto sentido de pertenecientica y lealtad como existía en Zerzura donde algunos morirían por la ciudad, aquí era no con el imperio, sino que con su Emperatriz.

"Gracias. Lo tendré en cuenta." Respondió Aurora siendo amable.

Ella no podía entender este sentido de lealtad y si bien la comparaba algunos individuos con Zerzura, sentía más compresible a esos individuos que las personas de aquí.

En Zerzura el vínculo y la historia forjaron lealtades que a veces iban para la ciudad al igual como a ella misma y Aurora lo entendía y respetaba, pero en este mundo el vínculo de la lealtad era profundo y ella no quería aprovecharse de tal vinculo.

El gigante sonrió y Aurora sintió como su muñequera vibraba y bajó la mirada dándose cuenta de que la pulsera que Cithrel le había dado vibraba avisando de un mensaje.

"Estoy llegando."

Aurora al tocar la pulsera escuchó una voz en su oído y ella sonrió no sorprendida por el artefacto mágico, sino que queriendo ver a su amiga.

Cithrel le había permitido entrenar con todos los caballeros y tal entrenamiento por más corto que fuera, para ella significaba mucho.

En la tierra hubiera sido difícil conseguir experiencia con un individuo de rango SS y si bien ella conocía a algunas personas de ese rango, no podía interrumpirlas en todo momento. Sin embargo, aquí se encontraban múltiples individuos de ese rango y aún más poderosos.

Aurora al ver que el gigante que ella suponía que era un guardia del palacio se retiraba, ella se giró y se acercó al portal esperando a su amiga.

No era la única que esperaba, pero Aurora fue la más atenta. Sabía que Cithrel no podía venir directamente sin algún método de ocultación, ya que entendía que podía ser reconocida.

Así que estaba atenta a cualquier artefacto ya sea para ocultarse o para cambiar su apariencia, lo que significaba estar atenta a cualquier persona.

Sus ojos observaron por todas partes y frunció el ceño al no ver a nadie luego de cinco minutos.

"Pff…"

Una risa sonó a su espalda y Aurora al girarse, vio a una joven mujer que se acercaba.

La mujer tenía un cabello largo de color negro, ojos marrones y mejillas pecosas. Estaba usando una túnica de maga simple, que ocultaba perfectamente su cuerpo.

Lo que resaltaba era la presencia casual y si bien no era elegante, Cithrel parecía una maga que podría perderse en la multitud y no era por su belleza, sino que la forma que ocultaba perfectamente su aura.

"Estoy sorprendida." Respondió Aurora y viendo a su amiga sonreír coquetamente, se burló. "Ocultas perfectamente el aura de una mujer importante."

Quiso decir realeza, pero se abstuvo para no revelar la fachada de su amiga.

Cithrel, al escucharla sonrió aún más.

"Ya me he ajustado a esta identidad durante mucho tiempo." Respondió Cithrel y dando la mano, añadió. "Lina. Espero no haberte hecho esperar."

Cithrel no mentía que se había ajustado a la identidad. La forma que controlaba sus movimientos para no mostrar esa altivez que su amiga revelaba denotaba que tenía un excelente control para mantenerse en personaje.

"No, no he esperado durante mucho tiempo. También estuve hablando con un gigante." Respondió Aurora y mirando la dirección donde había visto el gigante, no vio nada, pero luego de girarse lo encontró tratando de entrar a una tienda y siendo regañado por la dueña.

"Oh, bueno." Dijo Cithrel y sonriendo la tomó de la mano. "Vamos. Te invitare a mi casa donde crecí."

La sonrisa emocionada era honesta y Aurora simplemente la siguió con una sonrisa.

No estaba mal tomarse algunos descansos cuando podía.

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