Flotando en el cielo, sintiendo la suave brisa golpeando su rostro, Aurora observó los rayos del sol que se filtraban por las copas de los árboles.
Su espada ni siquiera estaba enfundada en su cintura y lo había guardado lejos de ella… Antes disfrutaba balancear su espada, pero ahora esa arma era mortífera en sus manos.
"Debería dedicarle más tiempo al nuevo entrenamiento de mi maestro…" Murmuró mientras flotaba con calma.
Su maestro le enseñó una nueva forma para controlar su energía mágica y meditar, que cambiaba lo que había aprendido.
Tenía que asimilar la energía mágica y controlarla con mayor fuerza en el interior de su cuerpo y si ella era sincera le costaba.
Era capaz de reforzar con su energía mágica cualquier objeto fuerza de su cuerpo y literalmente convertir un palo de madera, en un arma mortal, pero lo que buscaba su maestro era diferente.
Buscaba cambiar su método de entrenamiento de espadachín y Aurora solo volvió a dar un suspiro mientras aterrizaba en una gran rama.
Mirando como el campamento de la misión arca que estaba acompañando y viendo a algunos gorilas atronadores en el área, ella mantuvo su mirada en la gente.
Algunos estaban desnutridos, cansados y agotados, pero al ver todo lo que lo rodeaba, ellos mostraban cierta alegría a la siguiente etapa de su vida.
No iba a poder ayudarlos si cambiaba su forma de luchar, al menos en un corto periodo de tiempo era imposible.
Aunque le costaba sostener su espada, lo iba a hacer… Porque haría lo que tuviera que hacer para lograr su objetivo.
Y su próximo objetivo era Sudan.
Respirando hondo para que sus expresiones no fueran notadas, ella descendió entre los guardias y avisó que no había avistado nada en el camino.
Ella empezó a caminar entre la multitud y se acercó a la persona que estaba a cargo.
Andrea McLean, la esposa del General McLean estaba dirigiendo esta misión y era una de las primeras de las fuerzas de ese Gran Señor de la Guerra que dirigía una misión arca con su gente.
"¿Y qué tal? ¿Necesitas ayuda?" Preguntó Aurora con una sonrisa curiosa.
Esa mujer le dio una mirada atenta durante un segundo y agitó la cabeza.
"No. El sistema de protección nos está ayudando en la organización y el grupo de gorilas se encarga de la seguridad. Los demás problemas son logísticos y administrativos, nada que no pueda solucionar." Respondió Andrea con un tono estricto.
Aurora asintió con calma.
Esa mujer latina no era solo la esposa del General McLean, era literalmente un miembro de los altos rangos de ese hombre y unas de las personas de confianza del general.
Sabía como administrar, gestionar y dirigir grandes grupos armados o de civiles y ahora estaba haciendo un buen trabajo.
Ayudó que Atenea se encargara de apoyar administrativamente a toda Zerzura, pero gran parte de las misiones arcas requerían buenos líderes.
Y Aurora no tenía muchos de ellos.
"Si lo deseas puedes ir a ver a otra caravana. Puedo encargarme de este trabajo." Dijo Andrea observando su expresión.
¿Estaba pensando que estaba aquí para vigilarla?
Como tenían el apoyo de los gorilas se dividieron los líderes que eran capaces de dirigir una misión Arca y no se trataba solo de fuerza de rango S, sino que la capacidad para gestionar y comandar.
Para mantener a las personas en calma, dando confianza y demostrando que podían llevar a todos a salvo a su destino.
Aurora era una de esas personas y ahora estaba ocupada aquí, dando la impresión de que estaba 'vigilando' la primera vez de Andrea.
"No solo estoy aquí para vigilarte. Tengo un asunto que atender." Informó Aurora y mirando que un chamán gorila se acercaba, precisó. "Y ahora parece la hora."
Su viaje la llevaban al mismo lugar y se le había solicitado que ella asistiera a una reunión importante entre los gorilas, por eso estaba presente.
Este campamento estaba cerca de la salida del bosque mágico y de la frontera de Zerzura, pero por esta zona se había avistado a los gorilas y este era su destino.
Despidiéndose de Andrea, Aurora se acercó al chamán y tras identificarlo como su guía, ese chamán empezó a utilizar magia espacial.
"Oh."
Aurora dejó salir un sonido de sorpresa al sentir que el espacio se distorsionaba, pero se dejó llevar por ese chamán.
No esperaba que hubiera un mago espacial en la tribu, pero por la túnica que llevaba, estuvo claro para ella, que había llegado del exterior.
Muy posiblemente había vuelto de la Academia Cernunnos y ese pensamiento se hizo evidente, cuando llego a su destino.
Árboles altos y gruesos se extendía ante su visión y ella al observar pudo ver gorilas moviéndose por los árboles.
Asentados en las grandes ramas, observando y descansando, entre ellos había algunos magos humanos que estaban charlando con algunos de ellos.
Esos no eran de Zerzura… Aurora a pesar de que no reconocía todos los rostros de esa ciudad que estaba creciendo cada vez más, pudo identificar a extranjeros.
Eran domadores de bestias y mientras ella estaba algo aturdida, un gran gorila blanco se acercó junto a James, quien estaba dando una sonrisa.
Cinco metros de alto con un pelaje blanco y ojos inteligentes que dejaban ver la experiencia de un anciano, lo curioso era que James a pesar de que estaba hablando a sus pies, no se veía para nada perturbado.
Viendo ese gorila parado en sus dos patas traseras acercarse a ella y luego afirmarse con sus cuatro patas cuando estuvo al frente, Aurora dio una expresión seria, sabiendo lo que vendría y…
"Gracias por ayudar a nuestra tribu." Anunció el gran gorila bajando su cabeza en respeto.
"No fue nada… No necesita agradecer." Respondió Aurora y viendo que su voz temblaba de vergüenza, se tragó toda su vergüenza y con su mejor sonrisa tranquilizadora, declaró. "Ya sabe cómo es… Hoy ustedes y mañana nosotros."
Esa frase no la deseaba decir, ya que la gente lo repetía y eso incluía a los gorilas.
Se avergonzaba de haberla dicho, pero a la vez ahora le encontraba el significado que se ajustaba a sus necesidades.
No le gustaba que le agradeciera, ya que todo lo que estaba haciendo en este momento era para sí misma y si bien ellos no eran parte de Zerzura, de cierta forma ayudarlos aliviaba su conciencia.
Por eso no necesitaba que la recompensaran o que le devolvieran el favor a ella, pero no le importaba si ayudaban a otro.
"Aun así, tus acciones han salvado a muchos de nosotros… He visto muchos ancianos morir durante el asalto de la horda a nuestra tribu y muchos jóvenes dar su vida para proteger a otros. Tus acciones han evitado el sacrificio de cientos más." Dijo el Anciano observándola de forma directa.
Su tono era solemne y sus palabras poderosas, lo suficiente como para que los gorilas y humanos que escuchaban se detuvieran y le dirigieran la mirada.
Estaba ratificando la importancia de sus acciones con respecto a toda la tribu y Aurora al sentir el peso de lo que hizo, sonrió.
"Me alegro de haberlo hecho." Respondió con un tono sereno.
Sin importar la razón por la cual se movió, se alegraba de haberse movido, incluso sabiendo del peligro que representaba actuar.
"Aunque si desea agradecerle a alguien mi hermana sería la persona indicada. Ella hizo posible lo imposible." Dijo Aurora con una sonrisa alegre.
Su hermana que la acompañaba siempre era su mayor razón para saltar hacia el peligro sabiendo que tenía alguien que le cuidaba la espalda o incluso alguien que lograba lo imposible.
Y esa vez durante el ataque a la horda que seguía a los gorilas, esa glotona fue quien sin duda se debía llevar todos los premios.
"Escuche que le gusta la comida. Tal vez debería preparar algo." Murmuró el gorila blanco y haciéndole una señal, declaró. "Aquí cerca hay una mazmorra que en el interior tiene plantas de plátanos de gran tamaño. Debería enviarle unos."
Estaba siendo sincero, pero ese anciano estaba también apuntando a la razón por la cual fue invitada a este lugar.
Y mientras caminaba por esta zona, Aurora escuchó a ese anciano hablar de su plan.
Iba a mudarse a esta zona y si bien iban a estar lejos del centro del bosque mágico, estarían cerca de la frontera que daba a Zerzura y eso significaba que podría apoyar la ciudad o comunicarse con ella e incluso comerciar.
James en ese punto intervino mencionando que podía ayudarlos a construir si lo deseaban o si necesitaban materiales del extranjero.
Ese gorila blanco cuyo nombre era 'Anciano', escuchaba y ambos conversaban logrando que Aurora observara en silencio.
Aun así, incluso mientras escuchaba, ella no entendía la razón por la cual estaba en este lugar.
"También nos gustaría cooperar con la Academia Cernunnos para que nuestra gente conozca el exterior y ya hemos empezado a instalar una guardería aquí para que las diferentes bestias mágicas pueden relacionarse entre ellas." Dijo el Anciano con calma.
"¿Guardería?" Preguntó Aurora de inmediato y sintiéndose un poco avergonzada por su rápida pregunta, de igual manera mantuvo su mirada en ese anciano.
Pequeñas crías de bestias mágicas en este lugar, regordetas y agradables, perfectas para ser abrazadas… Ese pensamiento estaba saliendo desde el fondo de su mente y ella se contuvo lo mejor posible.
No era posible molestar un adulto y verlo como un peluche que es fácil de abrazar, pero los pequeños podían ser un asunto diferente.
"Sí, puedes dirigirte a ese lugar." Respondió el Anciano y dio una señal a un gorila, que se acercó para guiarla.
La expresión de Aurora tembló… Estaba segura de que vio a ese anciano sonreír al verla preguntar y lo peor fue que sintió, que su guía había estado esperando para guiarla.
Al final, decidió seguirle el juego y siguiendo a ese guía, llegó a un gran árbol que tenía una entrada de enredaderas.
Entrando a ese lugar en solitario, Aurora encontró la extrañeza que la dejaran pasar sin vigilancia, pero al ver quien estaba adentro, no pudo contener sus labios temblores y sonrió.
"Es una linda guardería y ya tiene a alguien." Exclamó Aurora con su sonrisa al ver una pequeña tigresa sentada en un asiento de madera.
Esa tigresa le dio una mirada y al escucharla sus orejas se levantaron mientras que su cola empezó a agitarse.
—Es una guardería con solo una 'cría'…
El texto de su sistema que trataba de mostrarle la rareza evidente hizo que Aurora se riera entretenida al acercarse.
—Bueno, tiene más sentido que un sistema en mi mente, ¿no? —Replicó Aurora en su mente.
Su sistema quedo en completo silencio, al ser atrapado por la réplica sorpresa, pero ella solo continuo al acercándose a la tigresa.
¿Y que si este lugar solo tenía un asiento como si fuera creado para esta ocasión? ¿O qué solo estuviera presente una tigresa cuyos ojos púrpuras brillaban lleno de inteligencia?
Sentándose en el asiento y viendo que esa pequeña tigresa saltaba a su regazo mientras empezaba a agitar su cola, Aurora empezó a hacerle cariño sin ocultar su gran sonrisa.
—¿No es linda? A veces es bueno ignorar la realidad y disfrutar de estos momentos. Es por el bien de ambos. ¿No lo crees? —Preguntó Aurora y sin esperar respuesta, añadió. —Y además ella es tímida. Claramente, aceptaré si viene a pasar un rato conmigo en su forma pequeña.
¿Qué significaba ignorar la realidad? Pera ella significaba dejar que algunos asuntos permanecieran en secreto por más evidentes que fueran.
No solo era por su propio bien, sino que por el bien de la relación que podría tener, como ella con su sistema o en este caso, ella y esta pequeña que ante sus ojos era tímida y no se animaba aparecer en su verdadero tamaño.
Solo necesitaba dejar la verdad de lado y disfrutar de la situación… Era así de simple.
—Dudó que ella sea tímida…
La respuesta de su sistema hizo que Aurora sonriera mientras veía a la tigresa escalar por su ropa y ella solo le dio un abrazo, mientras sentía como la otra parte se quedaba acostada en sus brazos.
Su sistema no negó sus palabras ocultas… Él también prefería que ignorara la realidad y de esa forma, no arruinar todo el tiempo que pasaron juntos y el que podrían pasar juntos.
Abrazando a la pequeña que parecía descansar en sus brazos, Aurora también dio un largo suspiro, alejando cada pensamiento de su mente y recuperando su energía.
******
Una pantera negra empezó a aumentar su tamaño mientras se alejaba de donde la tribu de gorilas estaba por asentarse.
Había llegado en la mañana y ahora era tarde en la noche.
El tamaño de su cuerpo creció hasta que se detuvo a los cinco metros de longitud y cuatro metros de alto, entonces esa gran felina dio una mirada a su cola que seguía pequeña.
"Todavía tengo problemas de control." Murmuró Amnestria mientras agitaba su cola varias veces hasta que creció al tamaño actual de su cuerpo.
De los alrededores empezaron a aparecer varias panteras negras que estaban al acecho siguiéndola y al frente de ella, una bola de fuego apareció, revelando a Alba.
"Su Majestad no puede escapar de esta forma sin avisar a sus guardias." Dijo Alba con una mirada preocupada.
En su mirada también había un poco de miedo, tal vez recordando la vez que fue capturada por tratar de salvar las crías, que ella consideraba como 'suyos'.
"¿Escape? No sabía que era una prisionera." Murmuró Amnestria en respuesta, dirigiendo la idea a otro punto.
Las panteras que la estaban siguiendo gruñeron mientras empezaban a mostrar sus colmillos y sus garras de forma furiosa, mirando a Alba.
Se tomaron sus palabras con solemnidad y la idea se volvió real para esas panteras negras.
"Yo… No…"
Las orejas de Alba cayeron de inmediato, no intimidada por las panteras negras de su alrededor, sino que sorprendida por sus palabras.
"Era una broma." Murmuró Amnestria mientras empezaba a caminar.
Ignoró como esas panteras que la seguían como cachorros silenciosos la miraban sorprendida y también ignoró a Alba, quien estaba levantaba su cabeza impactada por su murmullo.
¿Era por qué siempre era tan seria? Ellos tomaron su palabra como si esos fueran sus verdaderos pensamientos, sin darse cuenta de que estaba de buen humor.
¿Y cómo no podría estarlo? Se encontró con esa jovencita y pasaron prácticamente todo el día, jugueteando e incluso charlando.
O precisamente esa jovencita hablando de su vida, pero igual era muy entretenido.
¿Cómo no lo sería?
"Me alegro de que su salvadora la pusiera de buen humor…" Dijo Alba girando su cabeza para que no viera sus ojos, pero por la forma que su cola se retorcía, fue evidente que estaba avergonzada.
"Salvadora…" Murmuró Amnestria en voz baja.
¿Esa jovencita solo era su salvadora? Esa era la forma que otros lo miraban y Alba era la prueba.
De cierta forma esa era la clase de relación que ambas tenían, sin una amistad o alguna relación jerárquica.
Sin embargo, para ella, esa jovencita era la única que no pedía nada y que no buscaba nada… Cuando se reunían esa jovencita podía abrirse y contarle su vida mientras que Amnestria, podría ser libre de sus cargas por un segundo.
Sin necesidad de hablar y con solo escuchar la historia de otro, era capaz de relajarse en su totalidad.
Por supuesto, había unas condiciones.
"Ella es tímida. Esta es la única forma que puedo acercarme y tengo que aprovechar estos momentos." Dijo Amnestria con calma.
Según Agatha, su hija era alguien que era muy tímida y que no se atrevería acercarse a su verdadera forma, por eso necesitaba que ella se volviera pequeña, ya que los pequeños eran su debilidad.
Por supuesto, ante sus ojos, estuvo claro que Agatha deseaba usarla para crear una conexión entre el bosque y la ciudad, pero estaba recibiendo la guía y ahora estaba funcionando.
Después de todo, esa tímida jovencita cuando la veía se acercaba a ella y ambas la pasaban bien.
"¿Entonces que deseas que haga?" Preguntó Amnestria a esa felina que la estaba observando con calma.
Esos momentos de relajarse con esa joven, la ayudaban a alejarse de todas sus cargas, pero al final había que volver de vuelta al trabajo.
De la misma forma que esa jovencita volvería a su propio trabajo.
"Tiene que dirigirse al sur. Si bien hemos ganado la guerra, tal como usted ha pedido no hemos asesinado a los Rinkhals." Respondió Alba y dando un gruñido, pidió. "Es necesario demostrar quién gobierna el bosque."
No era buena para dirigir a su gente, pero Alba si, y estaba en su naturaleza tratar de instaurar orden y ese orden, lo estaba instaurando como ella como base… Con la 'Gobernante del Bosque' como centro.
Y para Amnestria era su deber cargar con el título de gobernante e imponer orden, al igual que era necesario cargar con quienes la admiraban.
Después de todo, si hubiera impuesto orden a su debido tiempo esa cruenta guerra no hubiera sucedido.
En cuanto a esa joven… Por ahora permanecería como una pequeña gatita para relacionarse con esa joven.
No obstante, un día buscaría conocerla abiertamente sin ocultar nada.
Aunque ese día no sabía cuándo llegaría.