En una pequeña cocina en la parte más privada de la Iglesia del Tiempo y el Espacio, un anciano estaba sirviendo dos tazas de té.
Agatha que estaba recibiendo la mirada de ese anciano, mantuvo su vista en el reloj holográfico poniéndose al día con lo ocurrido en la paz de los demonios.
En una hora, tenía que volver a esas estúpidas charlas sobre interés de idiotas que peleaban por un poco de tierra y a pesar de que era molesto, era su trabajo.
Era tan molesto, que incluso cuando trataba de avanzar para acabar con todo, siempre había individuos que presionaban para que todo diera varios pasos hacia atrás.
El más reciente fue la maldita queja hacia el Imperio Falion sobre su alianza con los griegos.
La forma que estaban uniéndose con ellos superaba una 'simple alianza' y los terranovense junto al Imperio Falion estaban tomando puestos importantes en el gobierno griego.
Siendo la seguridad uno de los puestos que más estaba alertando a otras naciones.
Algunos hablaban de que Grecia se iba a convertir en una nación títere o un 'estado satélite' y otros temían una posible invasión de parte de los imperiales terranovense.
No sabía si era más divertido esos idiotas que temían una invasión o los idiotas que pensaban que podrían ganar la guerra y luego invadir Terra nova.
Ese pequeño problema solo estaba siendo una ligera molestia comparada con los reclamos rusos sobre parte de la región del Cáucaso que ahora estaba tomado por el Rey Demonio Aniquilador.
Las cordilleras de esas regiones eran un objetivo de deseo y era imposible que no lo fuera cuando había mazmorras, bestias mágicas y una alta densidad de energía mágica que podía dar pie a recursos mágicos.
Y luego estaban las tierras de Pakistán que fueron arrasadas por los ejércitos de demonios y que posteriormente fueron controladas por los ejércitos no-muertos de Oprovana la Nigromante y su gente.
Lo que llevaba al conflicto con India, quien había tenido control de esas tierras y las perdieron cuando su Bestia Santa no considero estas tierras como su 'territorio' y por ende no la defendió.
Eso pasaba cuando adoraban a una bestia, que literalmente los veía como criaturas que necesitaba para una vida mejor.
Similar a como un pájaro podía sentarse en la boca del cocodrilo para picotear los restos de comida que quedaba dentro de los dientes… Solo que, en esta analogía, el cocodrilo era un gigantesco toro que le gustaba comer y dormir mientras que los humanos eran quienes le daban comida por protección.
"Crees…"
El anciano cuando estuvo por hablar, fue detenido por Agatha cuando levantó su mano para silenciarlo.
No importa que otro cardenal se quedara para ser mediador en esa reunión, sin ella y su esposo, nadie se atrevía a enfrentarse esos individuos que participaban y ahora estaba sucediendo lo mismo.
"Díganle al Cardenal Auguste que si sigue queriendo matar demonios que se mueva por sí solo. Ahora que priorice la maldita paz." Enviando ese audio a su secretaria dio una mirada al anciano y comentó. "Ahora podemos hablar. No te preocupes mi asistente arreglará mis palabras."
¿Su secretaria lo haría? No le interesaba demasiado, pero solo no deseaba que el anciano al frente de ella, no lo molestara con este asunto.
Abraham Robynson conocido como el Sumo Pontífice de la Iglesia del Tiempo y el Espacio y uno de los que se comunicaba directamente con el 'Dios' que servían… Ese hombre a pesar de que servía a un dios del tiempo, seguía siendo viejo.
Sus ojos que brillaban de forma misteriosa no ocultaban, las arrugas en su rostro y el paso de los años.
"¿La Iglesia del Orden sigue priorizando a los demonios?" Preguntó Abraham con calma al dejar la taza de té.
"Si, el Cardenal Auguste se muestra calmado, pero para mí es peor que Juliano." Respondió Agatha y viendo que tenía la atención de ese hombre, declaró. "Juliano dirige la iglesia con el objetivo de ayudar a la humanidad, pero su extremismo es directo. Auguste se oculta bien. Al igual que oculta, su deseo de que la paz fracase."
El Sumo Pontífice Juliano era conocido por su deseo de ayudar a la humanidad y por ser extremadamente adorador del 'Orden'.
Como todo un buen adorador del orden, se oponía a cualquiera que usara magia demoniaca y era inevitable que se opusiera a los demonios, quienes utilizaban esa magia y a veces jugaban con el 'Caos'.
Sin embargo, él era alguien sincero, muy diferente al Cardenal Auguste, quien aprovechó que ellos estuvieron fuera, para retrasar los pasos para la paz.
Lo hizo de forma superficial y aunque Agatha estaba tratando el tema de sus hijas, seguía siendo informada de todo.
"Aunque no importa demasiado. Los asuntos de la Iglesia del Orden no son mis asuntos y no me meteré en esos temas." Comentó Agatha y bebiendo el té, dio una mirada al anciano y cuestionó. "¿Cuál es tu asunto conmigo, Abraham?"
Teórica y públicamente el Sumo Pontífice Abraham era su 'jefe' y era la cima de la iglesia, pero en realidad, solo se trataba de diferentes partes del trabajo.
Él se encargaba de la parte más pública y ella realizaba el trabajo que necesitaba mantenerse en secreto.
Todo mientras que su esposo era la fuerza y el heroísmo que este mundo necesitó en su tiempo.
Ahora fue llamada de repente por este hombre y si fuera sincera, ella no tenía tiempo con todo el trabajo acumulado.
"Solo deseaba hablar de tu estado… Escuche que has alcanzado tu límite." Dijo Abraham con un tono bajo y dando una mirada, añadió. "Y que ya no puedes resistir lo inevitable."
¿Limite? Agatha al ver como trataba de ser tan indirecto, simplemente dio una sonrisa.
"¿Te refieres a que deje de ser humana? Si, ya lo he dejado de ser. Solo estoy evitando el último paso. El ascenso a la siguiente etapa." Respondió Agatha y sin importarle la mirada de ese hombre, declaró. "Mis órganos, mis huesos, mi sangre y prácticamente todo mi interior es energía mágica."
Poseía una habilidad llamada [Cuerpo de Energía Mágica] y su nombre era literal.
Su sangre era energía mágica en forma líquida y prácticamente en este punto lo único humano que quedaba era su carcaza… La parte más externa de su cuerpo.
Como un Archimago de magia de curación, ella tenía en claro el actual estado de su cuerpo.
"No te preocupes. Cuando ascienda de rango, no me voy a volver 'uno' con la energía mágica de los alrededores. Solo voy a reconstruir un cuerpo para mí misma." Respondió Agatha viendo la preocupación de la otra parte y dando una expresión pensante, añadió. "Aunque mantenerme es otro asunto."
Lo que le estaba sucediendo no podía ser explicado con ciencia… Ella literalmente estaba viva a pesar de que no tenía ningún órgano humano.
El último cambio que estaba resistiendo y que trataba de evitar, era que su exterior se convierta en energía mágica e impedir ese suceso, a su vez evitaría el peligro que representaba que todo su ser fuera energía mágica.
¿Qué pasaba cuando una gota de agua caía al mar? ¿Esa gota se volvía el mar? ¿O el mar tragaba la gota?
Tales preguntas dejaban en duda lo que pasaría cuando un 'ser' de 'energía mágica' entrara en contacto de forma directa con los alrededores que estaba lleno de 'energía mágica'.
El peligro de intentar volverse el mar como una diminuta gota, era que, si fallaba, se perdería a sí misma.
"No temo lo que me sucederá. Después de todo si fallo, iré al infierno y conozco a la dueña." Comentó Agatha y viendo que ese hombre daba una sonrisa creyendo que era una broma, reveló. "Y no deseo convertirme en algo más… Por eso estoy aprendiendo magia de metamorfosis."
No solo se trataba de cambiar el tamaño de su esposo y de ella para poder tener privacidad, era que necesitaba crear un cuerpo completo para ella, para tener privacidad.
Tal vez el objetivo era el mismo, pero la razón que decía abiertamente era diferente.
"Entiendo. Estoy seguro de que lo lograras, pero supongo que igualmente la vida en este mundo te será difícil." Señaló Abraham y con una sonrisa, añadió. "Estuve pensando en cómo ayudarte."
La energía mágica que iba a necesitar para mantenerse iba a ser demasiado alta y muy pocos lugares de este mundo podrían sostener ese gasto.
Era normal cuando uno pensaba que la barrera dimensional que evitaba que la energía mágica entrara estaba siendo controlada cuidadosamente, filtrando todo a un ritmo que la humanidad podía encargarse.
Si no fuera de esa forma, era muy posible que aparecieran mazmorras naturales de rango SS o incluso de rango SSS.
Y por más alarmante que pareciera esa idea, en Terra nova había esa clase de mazmorras… Lugares extremadamente peligrosos que cuando se desbordaban podían causar demasiado caos y destrucción.
Claro, ese mundo de por sí tenía una fuerza extraordinaria, así que por lo general algunos reinos eran destruidos y los fuertes se mantenían.
"El programa de conexión entre mundos ha sido detenido por causa de los demonios, pero la conexión es bilateral. Si lo deseas, podemos adelantar este proyecto con un dúo de prueba." Narró Abraham con una sonrisa.
El Dios del Tiempo y el Espacio creando una máquina de realidad virtual, permitió que muchos terrícolas se conectaran a 'Terra nova', y algunos llegaron a tomar su vida como real, aceptando que estar en el otro lado significaba tener una segunda vida.
Para algunos cuando le dijeron que todo fue real, solo fue la confirmación que necesitaban, pero esa confirmación no ayudo en nada, ya que ellos no pudieron volver.
El programa de turismo había buscado subsanar ese error, que Aión había cometido y buscaba traer las familias de los terrícolas e incluso enviar a los terrícolas para que volvieran a reencontrarse con sus seres queridos.
Era un proyecto que hubiera tomado varios años ser llevado a cabo y gran parte era por la seguridad que requería tanto para los terranovense que venían a este lado, pero mayormente para la seguridad de los terrícolas al otro lado.
"¿Fue Aión quien te dio la idea? Nunca he dicho mis pensamientos en voz alta." Cuestionó Agatha con una sonrisa que no era una sonrisa.
Lo había pensado, aunque ella hubiera utilizado otro método para irse, uno que hubiera requerido el apoyo de otra clase de 'persona'.
Para que ahora el Sumo Pontífice Abraham pensara en esa recomendación, significaba que posiblemente el 'todopoderoso y omnisciente dios', había mencionado algo.
Después de todo, la otra entidad de ese nivel con la cual tuvo contacto recientemente, solo la ayudó con el contrato del General McLean y eso fue todo.
"No. Nuestro Señor… Mi Señor ha permanecido en silencio." Respondió Abraham rápidamente y viendo que ella se calmaba, reveló. "Fue Antón quien me preguntó del tema. Estaba preparando su retiro junto a ti."
¿Lo estaba haciendo?
Ella le había preguntado superficialmente sobre si le gustaría unas vacaciones que fueran 'de otro mundo', pero no esperaba que su esposo se estuviera preparando.
No pudo evitar sonreír ante las acciones de su esposo.
Sin embargo…
"Aunque me gusta la idea. Todavía no es momento para hablar del tema." Respondió Agatha y mirando la hora en su reloj holográfico, declaró. "Si me disculpas, debo encargarme de otros temas antes de asistir a las reuniones de paz."
El mensaje que le había llegado era de Melorrill, diciéndole que ella junto a los imperiales habían llegado a donde se realizaría la reunión.
No era un simple mensaje, ya que ella necesitaba negociar con los imperiales para encargarse del pequeño tema de Grecia y de esa forma no llevarlo a la reunión de paz.
El trabajo empezaba incluso antes de que se sentara en esa maldita mesa con todos esos ambiciosos que buscaban beneficios.
"Entiendo." Respondió Abraham y cuando la vio pararse, agitó su mano.
Los alrededores de Agatha temblaron y antes de que se diera cuenta, estaba en el pasillo.
"Que descortés." Murmuró Agatha ante esa despedida tan veloz y mientras preparaba su hechizo de magia espacial para ir a su objetivo, pudo sentir un aumento de calor.
Estaba en la sección más privada de la iglesia que se encontraba en la Ciudad Atlántida y en este lugar estaban varios templos dirigidos a los primordiales.
La Iglesia del Tiempo y el Espacio tenía un respeto a los demás primordiales y eso era por la relación entre el dios que adoraban y todos esos seres poderosos.
Caminando sin temor por el pasillo, ella abrió una de las salas en donde solo había un cuadro de un hombre con una antigua túnica al frente de un trono y rodeado de muchas personas.
El fuego empezó arder alrededor de ese cuadro conformando una pregunta.
¿No te gustaría ser el mar que ahogue todo a tu voluntad?
Una pregunta que mostraba que la entidad que preguntaba se metió en su cabeza y leyó sus pensamientos.
"Sabes, incluso si eres tú, me molesta que te metas en mi cabeza." Dijo Agatha con una expresión seria y al escuchar una risita divertida, murmuró. "Ahora si me disculpas, tengo asuntos que atender. Luego si quieres nos ponemos al día."
Entre todas las figuras que aparecían en ese cuatro, ella vio que la pequeña niña que estaba pintada le dio una sonrisa y asintió en saludo.
Al ver esa respuesta, su hechizo fue lanzado y el viaje espacial empezó a gran escala.
Pasando de la ciudad Atlántida a la Ciudad de Gaza cerca de Jerusalén, llegando al cuartel de la iglesia en donde fue esperada por Esmeralda.
"Los imperiales están en el campo de entrenamiento de los paladines." Avisó esa mujer con un tono solemne.
Asintiendo con calma, Agatha extendió sus sentidos captando las diferentes presencias y luego se movió con magia espacial, apareciendo en la entrada de la sala que daba al balcón.
Caminando a esa dirección, pudo ver a Melorrill charlando con el Duque Kristoph que estaba tan serio como siempre.
En el campo de entrenamiento que estaba bajo el balcón, estaba un enano luchando con un gigantesco hombre que disfrutaba de la batalla a pesar de que era bastante tranquila.
Ese enano era pequeño comparado al gigante, pero sus técnicas y movimientos demostraban experiencia en batalla y la experiencia era bastante alta.
Era un rango S, pero la atención que le presentaba Melorrill y principalmente el Duque Kristoph demostraba que no era alguien simple.
"Tiene buenos movimientos y es hábil." Dijo Melorrill y con una sonrisa, añadió. "Espero que tenga el carisma que se necesita para su nuevo puesto. Su Majestad la Princesa necesita buenas manos."
"No solo eso. Tiene lealtad y experiencia en batalla. En su historial destaca su historia familiar, su rubro como comerciante. Partidista de la corona y un fiel creyente de la Diosa del Conocimiento." Confirmó el Duque Kristoph y asintiendo varias veces, añadió. "Perfecto para el puesto."
Al escuchar esas palabras, Agatha se acercó y se puso a su lado mientras observaba la batalla.
No importa cuánto Melorrill pareciera indiferente había cierto respeto por la princesa de su imperio y era hasta el nivel que la llamaba 'Majestad', pese a que seguramente esa princesa no había ocupado el puesto de 'Emperatriz'.
Mientras que el Duque Kristoph mostraba su lealtad de forma muy directa.
"¿Quién es?" Preguntó Agatha un poco curiosa por los movimientos del imperio.
"Falta un poco de prueba, pero estás viendo al futuro Jefe de Seguridad Nacional de Grecia." Respondió Melorrill y con calma, presentó. "Urfin Jadegrog."
Asintiendo con calma, Agatha dio una mirada a ese enano que luchaba en contra de su esposo.
No estaba admirando la batalla, sino que estaba dándose cuenta de que los imperiales ya habían movido sus piezas dentro de Grecia y poco a poco, estaban extendiendo su influencia.
Una influencia que ella a diferencia de otros, estaba feliz de aceptar.
Este mundo estaba en una situación compleja y ella lo sabía mejor que nadie, pero independiente de la situación no había nada mejor que un imperio fuera de este mundo que estuviera en este lugar.
Limitaría a aquellos ambiciosos que buscaban algo más que conquistar el mundo y detendría a esas molestas cucarachas que se movían por las sombras, actuando en secreto.
Después de todo, a diferencia de cualquier terrícola, los imperiales se movían por intereses y esos intereses no estaban atados a los que sus gobernantes deseaban, sino que a los que su diosa quería.
Y para Agatha, los 'Dioses' siempre fueron más fáciles de 'tratar' que los mortales que actuaban en secreto tratando de cumplir sus ambiciosas.