Supe que tenía algo de asco de sí mismo. Aunque desvío la mirada para evitar que yo lo supiera.
-- Volvería a darte mi sangre si con eso evitaba que murieras-- suspiré--. Creo que debería irme a Francia y no volver nunca-- comenté para mí misma.
Los ojos de Hércules se contrajeron y me agarraron con una velocidad sorprendente. Terminé de caerme en la cama y ví ferocidad. Aunque nunca sacó de sus expresivos ojos, ese sentimiento tan cálido.
No tuve miedo, ni ningún tipo de sentimiento negativo. Sólo quería protegerlo.
Hércules rompe la ropa que estaba cubriendo mis hombros y los deja a la vista. Vió las marcas que habían hecho para volver a unir mis miembros.
Sentí vergüenza y odio hacia a mí misma. Fue una muy mala época para mí y no quería que nadie supiera eso, en especial Hércules.
Sentí sus labios en cada cicatriz como si quisiera recalcar algo.
Me quedé inmóvil, intentando no sentir que deseaba borrarme el sufrimiento que padecí al haber tenido que volver a empezar todo.
No lo logré. Sentí como realmente quería borrarlas.
Me mira y me sorprendí mucho al verme reflejada en sus ojos. Tenía la piel de las mejillas sonrosadas y los ojos estaban brillando con luz propia.
Hércules me besa la frente y sella la promesa que apareció en su mente.
Él estaba hablando con el dueño del departamento. Ofelia y Hamlet iban a encargarse de recaudar información sobre lo sucedido.
Mientras que yo hackeé el sistema de tránsito y seguridad vial. Me fijaba desde los ángulos que podían acceder al intentó de homicidio.
Las cámaras habían sido modificadas para demostrar que nada estaba pasando. Sonreí ya que me gustaban mucho los retos.
Hackeé las otras instalaciones de vigilancia cercanas y empecé a anotar en un pedazo de papel, donde escribía los nombres que aparecían como los más buscados en interpol.
Me arreglé el pelo, me puse unas enormes gafas de sol y salí así a la calle.
Caminé hasta llegar a cuatro metros donde ocurrió y me concentre.
Hubo un destello de olor a gas, pólvora y de un neurotransmisor. Sonreí.