Al mirar a su alrededor, Lucien se vio a sí mismo en una sala redonda con asientos circundantes como un Parlamento de los Nobles ampliados. De hecho, ese lugar era tan grande como la mitad de una ciudad. La cúpula brillaba a la tenue luz, haciendo que los ladrillos negros y fríos emitieran colores espeluznantes.
Según las coordenadas cambiantes, Lucien calculó más o menos dónde estaba, y dónde estaban las dos salidas: a su izquierda, había un camino hacia el exterior, y atravesaba el palacio en el que estaban el Rey Lich y los cinco santos; mientras que a su derecha, el camino era más profundo, el cual debería ser el que condujera al Crematorio de las Almas.
No había duda de que Lucien elegiría regresar. Esperaba poder toparse con Douglas o Fernando para estar a salvo; y si no fuera tan afortunado, aún podría abandonar ese lugar.
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