Su Qianci lo miró con empatía y reveló sus cartas.
Li Jinnan casi saltó. Incluso Li Sicheng no pudo evitar sonreír. Le revolvió el pelo y susurró:
—¡Bien hecho!
Lao Jin miró la carta de Su Qianci y vio que era el 10 de picas. Su respiración se aceleró:
—¡J***r! —exclamó mientras se ahogaba y hacía gestos con la mano—. ¡Otra vez!
—Hemos acabado —anunció ella, bostezando y apoyándose en el respaldo de la silla—. Tengo mucho sueño. Devuélvenoslo ya y nos iremos a casa.
—¿Quieres irte después de ganar? —preguntó Lao Jin, cuyo rostro se había oscurecido.
Al oírlo, Su Qianci empezó a discutir:
—Por supuesto. ¿Tengo que irme después de perder? Mira la hora que es. Estoy embarazada y no querrás ser el culpable de privar a mi bebé del sueño que necesita. ¿Vas a echarte atrás? Dijiste que si ganábamos, nos lo devolverías.
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