Era una noche igual de inquietante para Michael.
El caballero leyó el reporte con ojos inyectados en sangre y una cejas gruesas que se fruncieron. Golpeó la mesa y fuerte golpe adormeció sus oídos.
—¡Demonios! —Miró a sus pálidos subordinados—. ¿Por qué me entero ahora de noticias tan importantes?
Michael se enteró de que siete equipos fronterizos, compuestos por 140 milicianos, habían desaparecido la noche anterior. Estaba furioso porque nadie se lo hubiera dicho cuando ocurrió... «Demonios, ¿qué han estado haciendo este montón de bastardos?»
Michael no sabía que los oficiales fronterizos habían tratado a los milicianos del campo como unos desorganizados e indisciplinados, por lo que no era raro que estos se hubieran ido a casa sin informar. Pero se preocuparon porque los equipos no volvían, uno tras otro, y enviaron equipos de búsqueda para que los trajeran. ¡Al final ninguno volvió!
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