—Mira por ti...
El Sabio de la Espada de la Tormenta estaba muy claro sobre la gravedad de sus heridas. Había sido golpeado por las garras del Salamander, que contenían un veneno que era cien veces más potente que el de una cola de Mantícora. A pesar de que era una potencia legendaria, sólo podía usar su Energía de Combate para suprimir el veneno. En cuanto al resto, tendría que esperar hasta regresar a Alanna y buscar un remedio en el Gremio de Farmacéuticos...
De hecho, sólo podía ir al Gremio de Farmacéuticos.
Aparte de esos viejos avariciosos del Gremio de Farmacéuticos, no había cura para el veneno de Salamander. No importaba lo sabio que fuera un doctor, un sacerdote o un mago, estarían indefensos ante el veneno de Salamander.
A pesar de que ese joven mago que estaba parado frente a él tenía un origen misterioso, el Sabio de la Espada de la Tormenta creía que no era lo suficientemente profundo como para tener la cura para el veneno de Salamander.
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