Tantos han deseado la inmortalidad, una bendición que traerá la absoluta felicidad.
Pff, solo pensarlo hace que sienta asco, repudio, odio...
Todo comenzó aproximadamente 20 años luego de que la guerra terminara.
Todo había sido paz todos esos años hasta que ellos aparecieron.
Justo como había dicho mi esposa Kaguya-chan, el clan Otsutsuki vino a las Naciones Elementales.
Nosotros estábamos preparados y los derrotamos, pero como precio tuve que pagar con el hecho de que la única forma de detenerlos era absorbiéndolos, así que seguí las instrucciones de Kaguya-chan y drené hasta el último átomo de sus existencias, aunque eso hizo que tanto mi ADN, como mi poder, se volvieran cada vez más puro.
Las Naciones Elementales vieron el poder destructivo que tuvieron los miembros del clan Otsutsuki, así que decidieron algo que cambiaría el rumbo de la historia, ellos decidieron que era tiempo de crear armas lo suficientemente fuertes para poder detener al clan Otsutsuki o a cualquier otra entidad que viniera desde el espacio.
Yo me negué a aceptar esas ideas, pero eso me puso en la mala vista del resto del mundo que empezaron a decir cosas como que yo deseaba que se mantuvieran débiles para poder someterlos eternamente.
Sasuke, junto a tanto los antiguos, como nuevos líderes de las grandes aldeas intentaron conversar con sus pueblos, pero esto también fue contraproducente.
Una revolución había comenzado en las Naciones Elementales, una que me dañó más de lo que alguien pensaría porque ese fue el momento donde perdí a una de las personas más importantes de mi vida, si no la más importante, mi amada esposa, la mujer más maravillosa del mundo, la matriarca del clan Uzumaki, Kushina-chan. Ella había decidido ir a tratar de convencer a los líderes de la revolución para que la sangre inocente no corriera, pero con el paso de los años ella se había debilitado, siendo un poco más fácil el asesinarla.
Cuando yo escuché esto, sentí como mi corazón se partía en miles de pedazos. Kushina me había dejado, no, me la habían quitado, así que en un arrebato de ira, destruí la aldea donde estaban los responsables, solo para ver como todos me miraban como un tirano.
Poco a poco la gente empezó a mirar al clan Uzumaki como un estorbo para sus planes, así que usaron mi acción no pensada como su estandarte para aniquilarnos socialmente.
Muchos miraron esto con desdén porque sabían sobre como éramos, pero muchos más tomaron esta oportunidad para ganar mucho más poder, haciendo que la reputación del clan Uzumaki fuera cada vez peor.
Con el paso de los años siguientes, el clan Uzumaki decidió que era tiempo de que nos aisláramos del resto del mundo, después de todo, yo todavía no podía creer como mi amada Kushi-chan había sido asesinada. Intenté revivirla, pero algo me impidió hacerlo, esto hizo que me volviera mucho más sobre protector con mis seres queridos, no quería volver a sufrir lo que pasó con amada.
Lentamente, las Naciones Elementales empezaron a militarizarse, entrando en una nueva era de guerra y escupiendo a todos los esfuerzos que nosotros habíamos puesto.
¿Este era lo que deseaba su padre, Hagoromo? ¿Lo que deseó Jiraiya que en paz descanse porque fue asesinado por ese hijo de puta del clan Otsutsuki?
La humanidad era un caso perdido, solo eso podía pensar.
Los años continuaron pasando y mis amadas esposas morían una detrás de otra sin que yo pudiera hacer algo. Ni siquiera el Jutsu de revitalización de Tsunade-chan pudo hacer algo para extender sus vidas, era como si alguien quisiera verme destrozado, y lo estaba consiguiendo porque con cada muerte, más destrozado estaba mi corazón.
De todas mis esposas, solo una quedó en pie durante los siguientes años, mi última esposa, Otsutsuki Kaguya. Nosotros vimos como mis hijos continuaron envejeciendo, como sus descendientes partían uno detrás de otro, como los humanos continuaban matándose los unos a los otros gracias a sus asquerosas armas de destrucción masivas.
Ni siquiera Orochimaru me había causado tanto repudio como los humanos que ahora habitaban las Naciones Elementales. Ellos habían destruido todo lo que siempre había amado, incluso las tumbas de mis camaradas caídos.
Con un último esfuerzo, mis descendientes intentaron hacer entrar en razón a los demás humanos, solo para ser asesinados uno detrás de otro. Lentamente la situación empezó a cambiar a una donde las aldeas ahora peleaban con armamento parecido a las bombas nucleares que había en mi antiguo mundo.
El único sobreviviente que quedó de mis hijos, no fue otro que Shiki, mi hijo con Kaguya que estaba viviendo en la luna en memoria a su tío Toneri.
Ese fue el momento donde el último gramo de paciencia desapareció en mi, ese fue el momento donde comprendí una verdad irrefutable... Kaguya siempre tuvo razón, los humanos no merecen este tipo de poder, no con su mentalidad llena de pensamientos autodestructivos, es por eso que decidimos terminar con todo de una vez por todas.
Junto a mis hermanos, reformamos el Shinju y usarlo para robar el chakra del mundo, solo para notar como todas las aldeas se habían unido contra un nuevo enemigo.
Era irónico ver como la situación había cambiado tanto, después de todo, él había sido el responsable de detener este plan cuando había sucedido tantos años atrás y ahora él era el responsable de activarlo.
Nosotros detuvimos a todos los que intentaron impedir la realización del plan con suma facilidad y robamos el chakra del mundo, haciendo que todas las armas que los humanos habían creado, no fueran más que juguetes inútiles, pero no terminamos ahí, no, las cosas estaban lejos de terminar.
Nosotros estábamos seguros de que los humanos intentarían algo en nuestra contra, es por eso que hicimos un trato con el Shinigami.
Nuestra existencia inmortal traería el fin a las eras y guardaríamos el planeta por toda la eternidad. Nosotros seríamos los responsables de 'reiniciar' el mundo y lo protegeríamos del caos, nos interpondríamos en medio de su prematuro final y lo guiaríamos en la dirección correcta hasta que sea el momento justo, solo por un deseo, el poder reunirnos con nuestros amados en el mundo de los vivos.
¿Qué gano con ser inmortal si no puedo estar con ellas?
Con ese pensamiento, hice el contrato con el Shinigami, si cumplía con mis obligaciones, él haría que mis amadas volvieran al mundo de los vivos, ellas reencarnarían como lo había hecho Ashura e Indra.
Con una sonrisa, yo continué con mi contrato a pesar de lo agotado que estaba luego de tantos ciclos, todo por pasar una vida con ellas, pero el único problema era que ellas no recuperarían sus memorias hasta los 18 años, pero eso no importaba, yo solo tendría que protegerlas, velar por ellas desde las sombras.
* * * * *
"Este es el último ciclo..." - murmuró un apuesto hombre mientras miraba el cielo estrellado. Él estaba sentado en una roca sobre el monte más alto de ciudad - "Y nada ha cambiado"
"No importa cuantos ciclos pasen, ellos continuarán tratando de matarse los unos a los otros" - respondió una hermosa mujer de cabello blanco y ojos tan blancos como la luna. Ella estaba usando un Kimono blanco que se ajustaba bien a sus deliciosas y prominentes curvas - "Pero eso no nos importa a nosotros..."
"Cierto, solo tenemos que vigilar al planeta, nya" - agregó una seductora mujer de cabello azul eléctrico y ojos de diferente color. Ella no solo era hermosa, sino que tenía dos cualidades que hacían que demostraran que no era humana, ella poseía dos orejas de gato sobre su cabeza y dos colas saliendo desde sobre su gran trasero - "A nosotros solo nos importan nuestras hermanas, nya!"
"Tienes razón, Matatabi..." - dijo el hombre mientras su cabello blanco se elevaba con la briza del monte - "Ahora que tenemos todo lo necesario, por fin podremos estar juntos por siempre..."
Un hilo de lágrimas corrieron por las mejillas del hombre mientras apretaba su puño con firmeza.
¿Cuántos años habían pasado desde que todo inició? Nada de eso importaba porque por fin podrían estar todos junto de nuevo.
"Has sufrido demasiado, Kurama..." - dijo la mujer de cabello blanco mientras abrazaba al hombre que había estado a su lado por tantas eras.
"Si es por poder estar juntos nuevamente, es un sufrimiento que estoy dispuesto a pagar..." - respondió Kurama mientras miraba a su amada princesa de la luna - "No sé que habría pasado si no las tuviera a ustedes dos a mi lado, Kaguya, Matatabi..."
"Ni siquiera quiero pensarlo" - respondió Matatabi, quien había tomado forma humana para poder estar al lado de su amado hermano mayor.
"Con el fruto del Shinju que hemos conseguido con cada final de ciclo, por fin podremos volver a las demás, inmortales como nosotros" - dijo Kaguya con una sonrisa mientras sus ojos perlados miraban en dirección de una mansión japonesa clásica. En ella estaba un hombre de cabello rojo y una mujer de cabello castaño, los dos estaban mirando con cariño a una linda niña de cabello rojo y ojos morados casi grises que estaba llorando con todas sus fuerzas - "Kushina ha regresado..."
"Lo sé..." - murmuró Kurama mientras miraba con afecto al pequeño bulto de amor que estaba en los brazos de sus padres - "No importa cuantas veces la vea, ella sigue siendo tan hermosa como la recuerdo..."
Él no estaba hablando del bebé en sí, sino en la hermosa silueta de la mujer pelirroja aparecía detrás del bebé cada vez que renacía.
"Con ella naciendo, solo es cuestión de tiempo para que las demás vuelvan" - dijo Matatabi mientras sus ojos brillaban ligeramente - "Ya quiero ver a Yugi-nya..."
Kurama lentamente sonrió en dirección de la familia antes de desaparecer con las dos mujeres.