Crac...
Un sonido que parecía venir de tiempos antiguos resonó cuando la puerta de bronce de la cabina se abrió de nuevo.
Nangong Wuque sentía como si estuviera cerca de sofocarse. Sin embargo, cuando sintió la luz reflejar en la cabina desde el exterior, su fuerza comenzó a recuperarse. Repentinamente intentó huir del lugar parecido a una jaula pero descubrió que su cuerpo no podía moverse; aunque su fuerza se había recuperado, aún no podía moverse. Sentía como si estuviera siendo presionado por una pesada montaña, evitando que respirara.
Los ojos de Nangong Wuque se agrandaron, y giró su trasero, intentando arrastrarse.
Sin embargo, luego de poco tiempo, sintió un mechón helado de cabello tocando su cuello.
Todo su cuerpo se congeló inmediatamente. Volteó su cabeza con mucho esfuerzo y se encontró mirando un rostro helado.
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