El Pantano del Espíritu Ilusorio, la mina de cristal.
El suelo pantanoso parecía estar hirviendo, la turba de musgo se había secado a medida que calientes neblinas se levantaban de ella, endureciendo el suelo blando.
Rugidos peculiares continuaban saliendo desde el profundo pozo, acompañados con gritos miserables.
La sangre de varios hombres-serpiente musculosos salpicó desde el pozo y aterrizó a kilómetros. Esta era una vista espantosa.
Bestias espirituales aparentemente formadas por cristales destrozaban a un hombre-serpiente tras otro dentro del pozo, con sus salvajes ojos rojos brillando. Chillidos escapaban de sus bocas. Estas bestias espirituales estaban vigilando la mina de cristal, como si estuvieran protegiendo algo escondido entre los cristales.
Un par de figuras se elevaron desde el otro lado del cielo, deslizándose en el aire.
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