El Puerto Elias no sólo tenía el título de Perla del Continente Hail, sino que también albergaba a tantas razas diferentes que hasta Leylin se sentía abrumado. Eso no era todo: la concurrida ruta estaba llena de negocios a ambos lados que vendían cualquier cosa, desde la armadura y el equipo de protección de la más baja calidad hasta el equipamiento de más alto grado, como pergaminos de sellado de alto grado. Todo lo que uno podía necesitar estaba en esas tiendas.
Según lo que entendía Leylin, los seres en el Mundo Purgatorio eran de razas variadas y cada uno utilizaba sus cuerpos físicos y habilidades innatas específicas del linaje para luchar. No era necesario que se entrenaran, sus linajes aumentarían su fuerza con el simple paso del tiempo hasta que alcanzaran su punto máximo.
De todos los sistemas, sólo se utilizaban dos en todo el mundo: las ofrendas sacrificiales y los espíritus bestiales.
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